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ARANTZA FURUNDARENA
Domingo, 14 de octubre 2007, 12:33
«El dinero tiene un poder altamente destructivo», comentó alguien en una ocasión en presencia de Heini Thyssen-Bornemisza, a lo que el barón respondió: «Sí, especialmente para aquéllos que no lo poseen». Con esta frase irónica, y también bastante cínica, arranca el libro 'La historia secreta de los Thyssen' (Temas de Hoy), escrito por el periodista británico David R. L. Litchfield, en colaboración con la investigadora alemana Caroline Schmitz. A lo largo de sus más de 600 páginas, la obra relata las peripecias de una de las familias más poderosas del mundo, desde el origen de su fortuna hasta su implicación en el III Reich.
Divorcios, escándalos sexuales, guerras intestinas... «En eso -advierte el autor-, los Thyssen no han sido muy diferentes de otras familias extremadamente acaudaladas, que pueden convertir en realidad lo que para otros queda en el plano de la mera fantasía». Pero lo realmente escandaloso es el relato de la matanza, a sangre fría, de unos 200 judíos, ocurrida en el castillo familiar de Rechnitz; una masacre que Litchfield sitúa en 1945, durante una fiesta organizada por Margit Thyssen-Bornemisza, hermana de Heini.
-¿Cuándo conoció al barón Thyssen?
-Hará unos diecisiete años. Conocía a sus hijos, Francesca y Lorne. Heini vino una vez a Londres para una exposición y allí me lo presentó su hija.
-¿Y él le pidió que fuera su biógrafo?
-No. Fue idea mía. Leí en un periódico que acababa de despedir a su biógrafo de entonces, José Luis de Vilallonga, después de que éste tuviera una pelea con Tita. Me di cuenta de lo bien pagado que había estado ese escritor y le comenté a Francesca que deseaba escribir ese libro. Al final, Heini acepto. Iba a ser una biografía...
-Pero al final no lo ha sido.
-Después de unos seis meses escribiendo, de repente el barón dijo que había cambiado de idea, que no tenía tiempo para esas cosas... Creo que la verdadera razón es que empezó el enfrentamiento interno en la familia. Yo era visto como amigo de Francesca y Tita entonces estaba enfrentada a ella.
-¿Tenía Carmen Cervera una gran influencia sobre su marido?
-Sí, pero él era perfectamente consciente de ello. No era una manipulación pura. Ella hacía y deshacía, pero siempre en la línea de lo que él deseaba. Por mi parte, decidí seguir con el libro, pero englobando en él toda la historia de la familia, desde los orígenes de su fortuna.
Una fiesta sangrienta
-¿Cuál es el mayor secreto que ha descubierto sobre los Thyssen?
-Heini siempre me dijo que su padre no había estado relacionado con los nazis y que ellos no habían fabricado armas durante la guerra... Bien, mi sorpresa fue comprobar que ésa no era la verdad. Al final, él admitió que algo había habido. Pero desgraciadamente el barón ya había muerto cuando descubrimos la increíble atrocidad que tuvo lugar en el castillo de Rechnitz, Austria, donde fueron asesinados a sangre fría doscientos judíos, y en el que estuvo involucrada su hermana, Margit, que fue quien organizó aquella fiesta sangrienta. No sé exactamente si ella apretó el gatillo. Pero hubo varias personas, no sólo una, que apretaron el gatillo esa noche. Como digo, Heini ya estaba muerto cuando yo descubrí aquello y no pude discutirlo ni contrastarlo con él.
-Tal vez él no conocía la masacre.
-No tengo la menor duda de que lo sabía. Sin embargo, afirmaba que nada había ocurrido allí, que el castillo había sido destruido, y eso no es cierto. También aseguraba que su padre no tuvo nada que ver con los nazis. Bueno, pues sí tuvo que ver y mucho. A través de sus empresas, el padre y el tío de Heini construyeron maquinaria de guerra, así como campos de prisioneros y de trabajos forzados.
-¿Cómo empezó la saga?
-Con el abuelo de Heini, August Thyssen. A él le gustaba decir que era un hombre hecho a sí mismo, pero no era verdad. Su padre ya era un banquero rico. También le gustaba aparentar más edad. Quería que le llamaran 'el viejo August'. Era un tipo brillántísimo, un genio como industrial. Amasó la fortuna familiar gracias a la industria pesada: carbón, acero, hierro, maquinaria... Llegó a ser el hombre más rico del mundo. Pero su filosofía empresarial era depredadora. Él decía: «Hay que comprar la competencia o destruirla». En eso fue un pionero.
Casado con su 'hermana'
-¿La ética no ha sido un rasgo común a esa familia?
-Al contrario. Yo diría que lo ha sido la inmoralidad. Pero incluso en asuntos que hoy día no criticaríamos, como el divorcio. En épocas pasadas la gente no se divorciaba muy a menudo; sin embargo, una importante cantidad de mujeres de la familia Thyssen llegaron a divorciarse entre tres y cinco veces en su vida. En ese aspecto eran bastante abiertos.
-¿Quién compró el título de barón?
-Heinrich, el padre de Heini. Se casó con una Bornemisza, de una familia húngara. El padre de ella no tenía hijos varones. Entonces, para pasarle el título a Heinrich tuvo que adoptarlo como hijo. Lo cual creó una situación ridícula, ya que parecía que Heinrich se había casado con su hermana. Pero a él sólo le importaba el título. Además, quería convertirse en húngaro, una forma de borrar su origen alemán y su pasado nazi.
-Pero la gente tiene memoria...
-Pues, sorprendentemente, con el paso de los años llegó a creerse que el pasado de Heini era puramente húngaro, y no alemán. En todo caso, él nació en Holanda.
-¿Cuál fue el primer combate Thyssen contra Thyssen?
-Se produjo porque el viejo August tenía un hijo favorito: August junior, que era brillante, pero muy alocado. Quería ser productor de cine y se fue a Hollywood con un montón de amigos a ver cuántas actrices podía seducir. Su padre quería atraerlo a los negocios y la única forma que encontró para frenar su vida disipada fue provocar su bancarrota. Esto les llevó a un proceso judicial que duró años y años y costó un montón de dinero. La historia dio un giro inesperado cuando August junior murió en la guerra y el doctor de la familia sospechó algo raro y, en pleno funeral, pidió que abrieran el féretro. Se encontraron dentro el cuerpo de un joven soldado, no el de August junior. Su cuerpo no apareció jamás.
Antisemitismo
-¿Cómo surgió el antisemitismo en los Thyssen?
-Hay muchos ejemplos ya desde el viejo August, a quien no le gustaban los judíos. Solía protestar si había demasiados en un vagón cuando viajaba en tren. Su hijo Fritz sí fue seriamente antisemita, llegó a rehusar hacer negocios con ciertos empresarios judíos. Heini, sin embargo, nunca me pareció un antisemita. Salvo quizá algún chiste tonto cuando estaba borracho, nunca le oí hacer ningún comentario serio al respecto.
-¿Le oyó hablar sobre los nazis o sobre Hitler?
-Sí, pero para negar que alguien en su familia hubiera tenido algo que ver con el III Reich. Sólo al final de su vida empezó a admitir que su padre había estado «algo involucrado». Pero tampoco me pareció que eso le incomodara demasiado. Es que él vivió una vida de lujo y derroche en mitad de la Segunda Guerra Mundia. Se la pasaron comiendo caviar y bebiendo champán. El único inconveniente para ellos, según me contó una vez, era que habían cortado la carretera a Saint Moritz. De hecho, supo que la guerra había terminado porque pudieron volver a Saint Moritz.
-Heinrich, el padre de Heini, y su hermano, Fritz, ¿fueron amigos de Goering?
-Lo fueron, y amigos bastante cercanos. Ambos apoyaron a Hitler, eso ya forma parte de la Historia. Financiaron su ascenso al poder. Fritz, el tío de Heini, militó en el partido nazi, porque realmente creía en ello.
-Por lo que cuenta, da la impresión de que la colección Thyssen está de algún modo teñida de sangre inocente...
-Personalmente, pienso que sí. No sé en qué medida. Pero es evidente que el lugar de dónde viene el dinero no tiene nada de inocente, ya que implicó el sufrimiento de muchas personas.
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