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J. C. CARABIAS
Sábado, 20 de octubre 2007, 03:19
Antes de que la marea de histeria consume su invasión sobre Interlagos conviene decir que Lewis Hamilton marcó el mejor tiempo de los entrenamientos libres de ayer (1.12:767) y que Fernando Alonso le pisó los talones unas milésimas por detrás (1.12:889).
Lo que en circunstancias normales podría ser admitido como un versículo más de la intrascendencia de los viernes, de la habitual componenda sobre reglajes, ajustes de neumáticos, etc, etc, adquiere en Brasil otra dimensión. Aquello pasa a segundo plano y la parroquia está pendiente del asunto nuclear, ¿quién conduce más rápido, Alonso, Hamilton o el tercer hombre, Raikkonen?
Mucha tensión se mastica por el angosto 'paddock' de Interlagos, donde hay más gente que en la estación central de Tokio. Chocan cuerpos y ruedas, carretillas y mesas, platos y válvulas. Y chocan los mundos en McLaren, punto neurálgico de la atención.
La jornada, que empezó con un movimiento atroz, desmentidos, reuniones, más campaña de imagen de Ron Dennis, terminó con una nueva investigación de la Federación Internacional (FIA) a Lewis Hamilton. Como es la costumbre en los últimos tiempos.
Los tres últimos grandes premios han acabado con una indagación sobre las maniobras del líder del Mundial. En Japón tuvo que explicar ante los comisarios los frenazos que dio detrás del coche de seguridad que provocaron el accidente de Vettel y Webber. En China se reunió con los tres jueces de la FIA, más Vettel y Webber, para dar su versión con el vídeo del aficionado colgado de YouTube admitido como prueba. Y ayer, en Sao Paulo, tercera visita a las dependencias del 'sheriff' Charlie Whitling.
Después de las deliberaciones, testimonios y demás, Hamilton volvió a salir indemne con su flor intocable. Tiene más vidas que un gato. La FIA le sancionó con 10.500 euros y la prohibición de un juego de neumáticos para el fin de semana.
El planeta de las normas de la Fórmula 1. Inacabable, pertinaz, siempre presente para desnivelar cualquier resultado. Cuentan los veteranos del mundillo que antes no sucedían estas cosas, que las carreras o los entrenamientos terminaban con el banderazo a cuadros. Que esta temporada los árbitros de la F1 han sacado el asunto de los límites razonables. El tema deportivo sólo acaba cuando la FIA da su última palabra.
Con la entrada de Bridgestone, desde mayo ingresó en la FIA una nueva regla que se unió a las cientos de millones ya existentes. Sólo se pueden utilizar un juego de neumáticos de lluvia en cada una de las dos rondas de entrenamientos libres de los viernes. El artículo 25.3 del reglamento deportivo así lo estipula: «Ningún piloto podrá usar más de un juego de ruedas para lluvia en las dos primeras sesiones de entrenamientos libres».
Hamilton, como Button y Sato, utilizó dos en la primera tanda de las diez de la mañana. Por ahí se buscó un nuevo problema que añadir a su prolífico historial de incidentes en el año de su debut. La grúa de Nurburgring, la protesta de Mónaco, el cisma de insultos y encontronazos con Dennis y Alonso en Hungría, los frenazos con el coche de seguridad en Japón, la salida de pista en China y ahora, este fallo con la normativa que no es atribuible a él, sino a su equipo.
Así lo reconocieron los pilotos españoles de McLaren. De la Rosa aseguró que no conocía esta nueva regla y Fernando Alonso dijo lo mismo: «Si hubiera salido a pista me habría pasado lo mismo, porque no estaba al tanto de cuántos neumáticos podíamos utilizar». Alonso se reservó en el garaje durante la tanda de ensayos libres de las diez de la mañana. Escogió conservar sus siete juegos de neumáticos de agua para el fin de semana. «Es la gran final y necesito que todo vaya perfecto. Necesito hacer la pole y ganar la carrera. Puede que a Hamilton le esté afectando la presión estresante que se vive. Yo ya lo he pasado dos veces y por eso estoy más tranquilo».
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