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La tumba de Marx es una de las estrellas de Highgate. / I. L.
Memoria inmortal
PANORAMA - REPORTAJE

Memoria inmortal

Convertidos en lugares de peregrinación, los cementerios albergan las almas de personas célebres y anónimas. Son Historia

IRATXE LÓPEZ

Sábado, 20 de octubre 2007, 03:20

Dicen que a la estatua de Gardel, que vela su descanso eterno en el cementerio bonaerense de La Chacarita, nunca le falta un cigarro encendido; que en ese mismo lugar, tras unas cortinas de tela verde, el mausoleo de Alfonsina Storni aparece siempre acompañado de poemas escritos por sus admiradores. Cuentan que junto a la tumba de Jim Morrison, en el parisino camposanto de Père Lachaise, pueden escucharse en ocasiones los acordes de guitarras tocando sus temas; que cientos de admiradores acuden a La Almudena para visitar el panteón de la familia Flores. Y debe ser cierto, tan real como que en la lápida de Marylin Monroe -Wetswood Village Memorial Park de Los Ángeles- las huellas de carmín se convierten en prueba de los besos que sus fans continúan dándole, o que las flores llevadas al panteón de Evita por sus seguidores -en La Recoleta- confirman que muchos argentinos aún no la han olvidado.

Las altas tapias que generalmente separan el mundo de los vivos del de los difuntos ocultan tras sus lindes historias románticas y trágicas, existencias pretéritas de personas que se apasionaron por algo, que amaron y odiaron. Acceder a un cementerio significa para muchos tristeza, mientras que para otros, pasear por ellos supone la recompensa de la tranquilidad. No faltan quienes temen sus avenidas desiertas y el silencio, les asustan sus ángeles dolientes.

Lo cierto es que cada camposanto es un legado de historia, un inventario monumental y, en algunos casos además, un centro de peregrinación al que acuden miles de personas con el fin de rendir homenaje a figuras que admiraron en vida. Cantantes, escritores, deportistas, actores, científicos, políticos, filósofos, cada cual es libre de venerar a quien le apetezca. Mantener su memoria acercándose hasta su morada final parece no sólo una manera de honrarles, sino la forma de conocer la última de sus intimidades, el lugar elegido para su muerte.

PÈRE LACHAISE. PARÍS

Es, probablemente, la necrópolis más frecuentada de Europa, con dos millones de visitantes al año. Junto a la entrada pueden comprarse mapas en los que se marca la situación exacta de las sepulturas pertenecientes a personajes famosos. De hecho, son tantos los que se acercan atraídos por esta ruta de popularidad que incluso en Internet existe una web con la que se realiza una visita virtual del lugar: www.pere-lachaise.com.

Père Lachaise debe su nombre a un confesor de Luis XV. Nació según la concepción del arquitecto Alexandre Theòdore Brongniart, aunque después ha sido ampliado en cinco ocasiones. Estatuas, capillas y estelas pueblan su terreno, de hecho, existen aproximadamente unos 69.000 monumentos contabilizados entre la vegetación. Alamedas por las que pasean los gatos se jalonan en un interminable recinto mortuorio situado al este de la capital francesa, que numerosas figuras, tanto del país como internacionales, han elegido como enterramiento obnubiladas por su espíritu romántico y su belleza.

Pero no siempre tuvo tanta aceptación. Creado en el siglo XIX, los habitantes con mayor poder económico de París preferían ser sepultados en otros destinos al encontrar el barrio demasiado populoso. Claro que la tendencia cambió cuando los cuerpos de Moliére y La Fountaine fueron incorporados a su listado de usuarios.

Moradores ilustres: Jim Morrison, Oscar Wilde, Largo Caballero, Marcel Proust, Maria Callas, Fréderic Chopin, Moliére, Honoré Balzac, Georges Bizet, Colette, Yves Montand, Edith Piaf, Simone Signoret, Jean de La Fountaine, Isadora Duncan y los legendarios amantes Eloise y Abelard.

HIGHGATE. LONDRES

Dividido en dos partes, una más moderna y otra más antigua, el cementerio londinense de Highgate es especialmente visitado por dos aspectos: cuenta, en la sección este, con la tumba de Karl Marx, al que rodean otros dirigentes comunistas de diversos países, y su fracción oeste sorprende por la elegancia victoriana y gótica. Escenario, supuestamente, de cacerías de vampiros, las leyendas acerca de estos seres sobrenaturales han flotado en su ambiente como una droga para quienes deseaban creer en su existencia. Y el caso es que el camposanto se presta a este tipo de fantasías.

Ocupado por la vegetación que se extiende de manera caprichosa en el lado oeste, las lápidas, torcidas y desordenadas, parecen surgir de la nada reclamando su espacio entre panteones y estatuas, o delante de avenidas como la Egipcia, que distraen al visitante de la finalidad del lugar debido a su aspecto grandioso. Por eso es fácil imaginar a extraños individuos como Sean Manchester o David Farrant que, durante los años 60 y 70, se erigieron en cazavampiros alentando a su legión de seguidores a encontrar al 'chupasangre' de Highgate en una demente persecución en la que entraron en juego muchachas desnudas, conjuros mágicos, estacas de hierro y madera, cadáveres mutilados y profanaciones de tumbas. Pero que nadie se asuste. El lugar bien merece un paseo sosegado, similar al que le gustaba dar por allí a Charles Dickens para inspirar sus obras.

Moradores ilustres: Karl Marx, Michael Faraday, George Elliot, Douglas Adams, Edward Hodges Baily, Christina Rossetti, Herbert Spencer, Alexander Litvinenko y Claudia Vera Jones...

LA ALMUDENA. MADRID

Ostenta el título de mayor cementerio de Europa con sus 120 hectáreas de extensión. Ya en el siglo XVIII Carlos III pretendió trasladar los cementerios a las afueras de las ciudades, pero su propósito chocó frontalmente con la Iglesia. Al final sería José Bonaparte quien, a principios del XIX, decidiera moverlos extramuros. Por entonces la ciudad de Madrid crecía, y con ella su población y sus muertos. Por eso en 1860 surgió la idea de construir dos grandes camposantos, el del Este y el del Oeste, del que sólo llegó a hacerse realidad el primero. Los arquitectos Fernando Arbós y Tremanti y José Urioste presentaron el proyecto ganador para realizar un monumental trazado que se ajustaba a la topografía del terreno, pero la urgente necesidad de alojar a los afectados por la epidemia de cólera de 1884 y 1885 provocó la temprana apertura de la nueva necrópolis. Años más tarde, en 1955 fue ampliada por falta de espacio.

El paso de los siglos y de la historia española ha hecho que convivan en ella edificios modernistas junto a otros más clásicos; monumentos a los héroes de la guerra de Cuba y la de Filipinas junto a víctimas del teatro Novedades, que ardió en 1928 dejando un saldo de 67 cadáveres; y otros dedicados a los caídos de la División Azul y la Legión Cóndor junto al que se alza por Las Treces Rosas, nombre dado a trece muchachas pertenecientes a las Juventudes Socialistas Unificadas, fusiladas con otros 43 compañeros tras el fin de la Guerra Civil Española por orden de un Tribunal Militar. Sucedió en la tapia del cementerio, donde al menos 2.663 españoles fueron asesinados entre los años 1939 y 1945.

Moradores ilustres: Lola Flores, Antonio Flores, Antonio González 'El Pescaílla', Aurora Redondo, Benito Pérez Galdós, Carmen Laforet, Cecilia, Dámaso Alonso, Enrique Tierno Galván, Estrellita Castro, Fernando Martín, Antonio Molina, Enrique Urquijo, Francisco Pi y Margall, Irene Gutiérrez Caba, Juan Carlos Onetti, Niceto Alcalá-Zamora, Santiago Ramón y Cajal, Vicente Aleixandre, Dolores Ibarruri, Francisco Umbral, José Luis Cantero 'El Fary'...

FOREST LAWN. LOS ÁNGELES

El adjetivo enorme definiría perfectamente esta necrópolis. Mucho más aséptica que las europeas, es necesario recorrerla en automóvil, por lo que encontrar mausoleos concretos no resulta tarea fácil. Además, por si fuera poca la dificultad de su extensión, los cuidadores no parecen dispuestos a facilitar esta labor ya que no proporcionan información ni mapas sobre dónde se ubican los nombres reconocidos más buscados. De hecho, algunos de ellos, como Humphry Bogart, escogieron jardines privados con vallas que los protegen y a los que no se puede acceder para no ser molestados.

Entre lagos, verdes campos y edificios cuyo contenido lo convierten casi en una galería de arte, cae el mito de la crionización de Walt Disney. Aquí descansan sus cenizas, en una urna a dos metros de profundidad. Lo asegura su certificado de defunción. Puede que, como afirman algunos, sólo congelaran su cabeza, o puede también que toda la leyenda sobre su muerte germinara a partir de una treta publicitaria lanzada para mantener vivo el mito. Sea como fuere, lo cierto es que su nombre aparece entre los del resto de difuntos de un cementerio tan glamouroso que, hasta hace unos años, prohibía poner flores de plástico como ornamento.

Moradores ilustres: Sammy Davis Jr., Robert Taylor, Walt Disney, Nat King Cole, Chico Marx, Errol Flynn, Spencer Tracy, James Stewart, Jean Harlow, Clark Gable, Carole Lombard, Frank Sinatra, Humphry Bogart, Robert Young, Sam Cooke, Larry Fine, Dan Daily, Ed Wynn, Jack Carson, Norma Shearer, Dick Powell, Marie Dressler...

WESTWOOD VILLAGE. LOS ÁNGELES

Más reducido que el anterior, es el segundo con mayor número de estrellas sobresalientes del cine, y su personal no parece tan restrictivo. Quizá sea por estas dos razones la mejor opción para una visita de este tipo en Los Ángeles. Personas que en vida trabajaron en los mismos proyectos partieron desde aquí hacia su último viaje. No muy lejos de la tumba de Jack Lemon puede verse la de Walter Mathau, con quien compartió protagonismo en 'La extraña pareja', o la de Billy Wilder, que le dirigió en 'Con faldas y a lo loco' junto a la moradora más frecuentada del lugar, la divina Marilyn Monroe.

Casualidades que tiene la muerte, también comparten terreno dos actrices a quienes unieron primero los fantasmas y después la leyenda negra. Se trata de Heather O'Rourke, jovencísima protagonista de 'Poltergeist', y Dominique Dunne, su hermana mayor en la pantalla. Desaparecidas a los 13 años, la primera, y a los 23, la segunda, su temprano y violento fallecimiento -Dominique Dunne fue asesinada por su novio- provocaron especulaciones sobre una especie de venganza por la grabación del filme venida del más allá, que no tolera burlas. Para que a nadie pase desapercibida, la lápida de la pequeña Heather O'Rourke reza: «Fue Caroll Anne en la película Poltergeist I, II y III».

Moradores ilustres: Marilyn Monroe, Donna Reed, Dean Martin, Natalie Wood, Roy Orbison, Jack Lemon, Peggy Lee, Walter Matthau, Don Knotts, George Walter C. Scott, Burt Lancaster, Eve Arden, Carl Wilson, Truman Capote...

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