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JUAN CARLOS FLORES-GISPERT
Martes, 27 de noviembre 2007, 10:09
El veterano Mercado de La Esperanza, de Santander, el más grande de Cantabria y uno de los más interesantes de España por su sala de pescado en la que hay nada menos que 47 puestos, será restaurado y mejorado, conservando su personalidad histórica pero dotándole de todos los elementos que mejoren la calidad de trabajo de los propios comerciantes y la entrada y circulación de los compradores.
Es un ambicioso plan de la Concejalía de Mercados de Santander, que costará unos 15 millones de euros y supondrá unos dos años de trabajo. Al tratarse de una renovación integral de todo el edificio, desde la consolidación de cimientos a la restauración del techo de hierro, el mercado deberá se desalojado, instalando a los comerciantes en un lugar apropiado. Son 105 puestos, de ellos 47 de pescado (planta baja) y 58 dedicados a otras actividades (verduras, carne, embutidos, pollo, frutas o legumbres). Ese es uno de los problemas que la actuación plantea: donde ubicar durante dos años, como mínimo, a los comerciantes. La Concejalía estudia con detenimiento el tema «porque sabemos que no es nada fácil», reconoce el concejal de Mercados, Ramón Sáiz Bustillo. Por eso no hay fecha de inicio de los trabajos de reforma.
Las reformas han sido diseñadas por los técnicos de la empresa Mercasa y establece mejores accesos para el público, eliminación de todo tipo de barreras arquitectónicas y dotarle de comunicación interior (ahora inexistente) entre las dos plantas gracias a ascensores y escaleras mecánicas, éstas en el punto central de las plantas. Gracias a esta nueva conexión entre las dos plantas se mejoraría la circulación de clientes, ofreciéndoles más comodidad para comprar, sin tener, como hasta ahora, que salir a la calle para pasar de una a otra.
Los puestos serían reagrupados en isletas por tipo de mercancía y en medio de la primera planta se ubicaría un pequeño café-bar. También se prevé la creación de una pequeña entreplanta-mirador en la zona de fachada de la calle Isabel II. En ella se ubicaría un bar-restaurante y desde él se divisaría toda la planta de mercado, los puestos y su distribución, y se podrían ver de cerca los elementos de hierro del techo del edificio. Esta entreplanta tendría una superficie de unos 250 metros cuadrados.
En cuanto a los puestos, el proyecto estima que debe homogeneizarse su diseño, la cartelería, los cierres y las separaciones y que es importante ocultar a la vista del cliente la maquinaria frigorífica. Los nuevos puestos estarían realizados en materiales de primera calidad, eliminando la sensación de parcheo que, con el tiempo, todo edificio de solera adquiere por intervenciones unitarias de los comerciantes y de las mejoras que se han ido realizando.
A la creación de isletas de comercios agrupados por especialidades se uniría la eliminación de obstáculos visuales. Y aumento de iluminación artificial en la planta baja del pescado. En esta planta se apuesta por conservar su techo de pequeñas bóvedas, que le confiere cierta entidad y tipismo pero con un saneamiento integral que le mejore.
Otra intervención que establece el informe de Mercasa es excavar en la calle El Mercado (entre el Ayuntamiento y el mercado) para que, por debajo de la calzada, discurra el tráfico de vehículos de servicio de mercaderías, accediendo los camiones a los almacenes y frigoríficos, con lo que se eliminaría su estacionamiento actual, en la propia calle. Por superficie seguiría la circulación de turismos, pero de manera restringida y se ampliaría la zona peatonal.
Se actuará también sobre los residuos que se generan en el mercado, tratándolos de manera adecuada con la instalación de montacargas, compactadoras para reducir el volumen y poder ser almacenado en menos espacio y mejorar el traslado hasta los vertederos. También se crearán nuevos espacios refrigerados comunes y nuevos almacenes compartimentados en jaulas para garantizar la seguridad de las mercancías. También se crearía una nueva zona de oficinas, consigna frigorífica y vestuarios.
Edificio monumental
El Mercado de La Esperanza constituye uno de los edificios más importantes de Santander. Fue proyectado y construido en 1897 por los arquitectos Eduardo Reynals y Juan de Moya e inaugurado en 1904. Puede ser clasificado como un ejemplo de arquitectura funcionalista-racionalista y, en su tiempo, constituyó un ejemplo de modernidad por su concepción para mercado. No ha perdido su configuración original, el estado de conservación es aceptable y las intervenciones que ha sufrido han sido, en general, respetuosas con él. El Mercado de La Esperanza es un importante ejemplo de edificio de piedra, hierro y cristal, con un estupenda iluminación natural, con estructura interior de hierro ligera, que le hace diáfano. Dispone de chaflanes (algo no muy habitual en la arquitectura santanderina) un lucernario central y grandes ventanales. La Esperanza es monumental por sus dimensiones: 71 metros de largo y 25 de ancho.
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