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A. PRÁDANOS
Miércoles, 28 de noviembre 2007, 11:09
España quiere y debe estar «en la primera línea mundial» de combate contra el cambio climático. Para el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se trata de una «prioridad absoluta» a la que dedicará todos sus esfuerzos, dijo ayer en lo que sonó a compromiso electoral general. El jefe del Ejecutivo inauguró nuevas instalaciones solares en el complejo de la Moncloa y anunció, sin precisar, «estímulos» para que los hogares españoles se sumen a una nueva cultura energética, con menor consumo y fuentes renovables siempre que sea posible.
El cambio climático es «el desafío más grave que se cierne sobre la humanidad» en general, y sobre cada país en particular, insistió Zapatero con un enorme panel fotovoltaico de alta concentración a sus espaldas; una de las dos nuevas incorporaciones al parque energético renovable del complejo presidencial, y un claro exponente del modelo al que debe aspirar una sociedad concienciada de la gravedad de la crisis climática.
«El desafío más grave que se cierne sobre la vida en la Tierra», recalcó Zapatero, que exige «un nuevo contrato del hombre con la naturaleza» y un compromiso de poderes público y ciudadanía para cambiar el actual modelo productivo energético por uno de baja intensidad en carbono.
El presidente del Gobierno acababa de recibir el informe elaborado por quince de los principales expertos españoles en cambio climático , biólogos, físicos, geólogos, ecólogos, ingenieros... de otras tantas universidades y organismos investigadores. El documento, prometido en la anterior conferencia de presidentes autonómicos, retrata, sin novedades pero con visión de conjunto, el catálogo de efectos adversos que sufrirá España por el alza global de las temperaturas.
Subida de temperatura
La Península Ibérica es la región europea más vulnerable al calentamiento global. En el último siglo los termómetros han subido, de media, entre 1,2 y 1,5º C, más que el promedio continental, y sin reducciones drásticas en los actuales niveles mundiales de emisión de CO2, el alza continuará. Habrá más olas de calor y más de la mitad de los días de verano podrían alcanzar temperaturas máximas diarias en el interior peninsular «por encima de las que hoy se consideran excepcionalmente altas», aseguran los expertos.
El régimen de lluvias tenderá a descender, un 5% en la mitad norte y Levante, y casi del 10% en el suroeste entre 2011 y 2040. La adaptación al cambio climático en el sector de los recursos hídricos «es necesaria y urgente», añaden.
La biodiversidad se verá muy afectada y varias especies pueden quedar «al borde la extinción»; las costas, que concentran el 80% del turismo en España, experimentarán subidas «mínimas» del nivel del mar de 15 centímetros de aquí al 2050, aumentos de la altura de ola y de la cota de inundación sobre todo en la cornisa cantábrica y gallega. Éstos y otros efectos harán necesario apuntalar obras y estructuras ubicadas al borde del mar. Mayores problemas de desertificación, cambios en la agricultura, condiciones favorables a los incendios, aumento de las enfermedades subtropicales... el listado de efectos es inacabable y afectará a todos los estratos de la sociedad y sectores productivos, recuerda el documento.
Ese es el panorama y luego están las acciones para suavizar sus peores aristas, que también deja que desear, porque a pesar de los propósitos de Rodríguez Zapatero, la realidad es España es el país firmante del Protocolo de Kioto que más incumple los compromisos adquiridos. Emitimos a la atmósfera un 48% más de CO2 que en 1990, año de referencia del tratado, 33 puntos por encima de lo permitido.
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