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NIEVES FONTOVA
Sábado, 9 de febrero 2008, 01:48
El secreto consiste en alcanzar el nivel óptimo. Nivel en la calidad de las galerías, nivel en la ordenación del espacio y nivel en los coleccionistas que acuden a la feria. Lourdes Fernández (San Sebastián, 1961) afronta su segundo año en la dirección de Arco con el reto de ver cómo funciona su proyecto. Consciente de que el arte contemporáneo se gestiona en el mercado como un valor de inversión más, defiende con firmeza la libertad creadora del artista -«del artista artista», subraya-, al margen de toda presión externa. Ahora, en su opinión, el conflicto surge ante las posibilidades y dificultades que aportan las nuevas tecnologías, «que van a cambiar el mercado, aunque todavía no sé cómo», reconoce. Internet, las intervenciones directas, etc., constituyen el nuevo reto: «Es una inquietud que está ahí y los que nos dedicamos a esto no podemos ignorarlo». Sobre la polémica suscitada por la exclusión de galerías afirma estar tranquila -«con 600 solicitudes este año hay que elegir»- y confiar plenamente en la labor desarrollada por el comité de selección. Lo cierto es que la 'crisis de los no incluidos' no tiene visos de solucionarse por ahora.
-Cuando la nombraron directora de la feria anunció que para 2008 ya se verían sus cambios. ¿Cómo va a ser este Arco?
-La feria del pasado año fue de transición tanto para mí como para el resto del equipo y ésta será diferente, sobre todo por el cambio de ubicación. Pero prefiero hablar de una evolución más que de cambios. Los certámenes de arte contemporáneo han entrado por un nuevo camino y esto obliga también a Arco a adecuarse a los tiempos. Hemos intentado que la distribución sea más racional; esto no quiere decir que antes no lo fuera, pero ahora se ha segmentado el programa en dos partes: por un lado, el programa general propiamente dicho y, por otro, se ha creado un área de 54 galerías (Arco 40), que lo forman 'stands' de 40 metros cuadrados en los que las galerías sólo pueden presentar piezas de tres artistas, con obra de los tres últimos años. Al poner estas condiciones creamos ya un área específica. Creemos que esto va a ayudar tanto a las galerías como a los coleccionistas y los museos a saber qué puede ver en cada lugar
-¿Qué dificultades ha encontrado para esa reorganización? ¿Este Arco es el adecuado?
-En estos momentos, la tendencia mundial es de una feria muy específica, más pequeña, con unas características determinadas, del estilo de Freeze de Londres. Y la segmentación es la única forma de que en un certamen tan grande como Arco no se entremezcle todo. Además, continúan los programas comisariados: los Sólo Project, el Expander Box, el foro de expertos y hemos añadido una sección de performance que incluirá seis este año. El arquitecto Juan Herreros ha sido el encargado del nuevo diseño espacial, es el hombre que ha ideado la solución a las diferentes estamentos de la feria
-El fantasma de la crisis económica está de nuevo ahí. El problema de las hipotecas, la inflación española, las caídas de las bolsas... ¿Tiene miedo a una contención del mercado y que este año las ventas bajen, sobre todo porque los últimos años han sido quizá demasiado buenos?
-El año pasado se vendió muchísimo y para éste es verdad que existe esa sensación de crisis, pero creo que hay otros factores a tener en cuenta. Las subastas de arte del mes de noviembre contra todo pronóstico fueron muy bien. Por ese lado, el mercado del arte parece tranquilo, aunque siempre es muy vulnerable. Otra cosa que nos va ayudar es que Brasil sea el país invitado, una potencia emergente en todos los aspectos. Tiene un mercado del arte y de galerías muy dinámico y potente, con un coleccionismo muy activo. Otro aspecto importante es el nivel de las galerías que participan. Si tienes buenas galerías atraes coleccionistas de todo el mundo. Y este año vienen algunos galeristas muy importantes que lógicamente 'tiran' de sus artistas y sus coleccionistas.
-Antes en marcado del arte estaba en París, Londres, Nueva York Ahora está en las casas de subastas ¿Da miedo?
-No. El mercado son las galerías y las casas de subasta. Lo que pasa es que estas últimas antes tenían un papel muy secundario y ahora son las que marcan el mercado. Y, lógicamente, influyen en lo que luego sucede en las galerías. La subasta te permite pujar por teléfono o Internet; es decir, puedes tener un acceso inmediato a la pieza. La llegada de los coleccionistas chinos y rusos, sobre todo, ha cambiado las formas habituales del mercado y son ellos los que han determinado lo que sucede. Por ejemplo, un cuadro de Warhol alcanzó el récord en 2005, pero detrás de eso había dos chinos pujando por el retrato de Mao. La pregunta es ¿vale eso Warhol? Probablemente no. Pero hechos como ésto son los que potencian el mercado y las subastas son las que marcan la cotización del artista.
Mercantilismo
-¿El mercantilismo es tan intenso que la pieza de arte es lo que vale, no lo que es?
-Esto es más bien una cuestión sociológica que un problema del arte en sí mismo. Comprar arte está de moda. Los jóvenes 'brooker' ganan su primer millón de plus en su empresa y se lanzan a comparar un cuadro. También existe gente que compra por inversión, éste es un fenómeno relativamente nuevo, ya que lo habitual era el mecenas y el coleccionista en el sentido más estricto. Pero ahora el arte contemporáneo se ha posicionado en el mercado como un valor de inversión más.
-Los nuevos soportes y creaciones, hacen el arte más perecedero que nunca. ¿Qué encaje tiene en una feria, cómo se vende y cuál es su futuro?
-Esa es la pregunta del millón. Hemos incorporado las performances porque creemos que son una forma de expresión que vuelve. Proviene de los años 70, pero ahora la Bienal de la Performance de Nueva York y la creciente participación del propio artista han propiciado que esta forma de expresión vuelva. Algo se está moviendo en el mundo de la creación y Arco tiene que abrir esa vía de trabajo para estar al tanto de las tendencias. Respecto a las nuevas tecnologías, estoy convencida de que van a cambiar las formas del mercado, aunque todavía no sé cómo. La entrada del vídeo y la fotografía supuso un revulsivo y ahora con las nuevas tecnologías se entra en otro mundo. Ya hay vídeos de artistas que se están tratando como los de música, con lo que hacen miles de copias. Un museo de Nueva York, por ejemplo, está vendiendo un set con vídeos de gente como Bill Viola a precios más que asequibles. ¿Qué pasa? Hace unos años un vídeo de Viola se pagaba a 25 millones de pesetas. Con las nuevas tecnologías, se plantea el tema del arte efímero, del copyrigth, la copia, etc. Tanto el mercado como el propio arte tendrán que adaptarse.
-Arco se dirige al coleccionismo y en la actualidad sólo las empresas o las grandes instituciones pueden permitirse el lujo de coleccionar y las obras se convierten en invisibles...
- El sistema es así. Arco lo que quiere es vender, luego que esas colecciones sean visibles o no es otra cuestión. Aunque hay casos como el de Helga de Alvear, que va a mostrar ahora su colección, o Fernando Meana, que ya la ha enseñado en Málaga. El arte no está hecho para que todo el mundo lo vea sino para transmitir una emoción y contar una realidad. Desde el Renacimiento el arte es muy privativo tanto por su carestía como por su ubicación.
-Dice que el objetivo de Arco, como toda feria, es vender. ¿Aspira también a marcar tendencias?
-En la medida que te dedicas al arte más emergente estás creando tendencia. Pero no crea que las ferias son comparables. Basilea-Suiza es sin duda la referencia. Miami es más comercial y Freeze ha marcado su propia línea, ya que sólo admite a galerías y artistas muy concretos. Arco, en este sentido, es mucho más amplio, ya que acoge tanto a una galería con obra de los años ochenta como a otras con piezas de lo más contemporáneo. En las grandes ferias tener una personalidad marcada es difícil. El prestigio te lo da el tipo de galería que venga.
-¿Resulta difícil mantener la independencia y por tanto una postura crítica dentro de ese complejo entramado que es la cultura?
-Hay que tener muy claro qué eres y qué quieres hacer. Arco es ante todo una feria de mercado y hay que tenerlo muy presente; entonces marcas tu independencia. Una amiga que vive en Londres me dijo una vez que en el mundo del arte en España casi nadie está su sitio. Me parece una definición genial. Nosotros, al tener perfectamente definido nuestro trabajo, con ello nos posicionamos.
-Parece que existe un desencuentro permanente entre la feria y las galerías españolas. Este año también ha habido polémica y cruce de palabras. ¿Qué sucede? ¿Han subido ustedes el listón o han bajado ellas el nivel?
-Como tienes una feria de selección, has de cumplir unos baremos. Si en Selectividad no tienes un 9 no puedes estudiar Ingeniería, por ejemplo. Aquí es lo mismo. Desde el momento en que seleccionas, inevitablemente se produce un conflicto porque no pueden estar todos los que quieren estar. Este año hemos tenido 594 solicitudes, entre las que teníamos que elegir a 226 y eso es muy duro. Yo pongo la mano en el fuego por el comité de selección, que ha trabajado con lupa. Los criterios del arte contemporáneo son vulnerables, no son iguales para todo el mundo. También entiendo que para una galería de la periferia es peor no estar en Arco que para una de Madrid; que si la feria va bien de alguna manera le beneficia, pero si eres de Donosti y no estás, nadie se acuerda de ti.
-¿Cómo ve la competencia, esa feria paralela que ha surgido en Madrid?
-Lo mejor siempre es sumar. Arco es la excelencia, pero tiene que haber mercado para todos y para todos los gustos. -¿Compra obras de arte?
-Muy poco. Ahora me acabo de comprar una cosa de un brasileño. Tengo la suerte de que como he estado cinco años en Marlborough y diez en DV los artistas me han regalado bastante obra. Aunque ya sé que les sienta fatal que lo diga. No tengo una gran colección, como a mí me gustaría, pero tengo cosas interesantes. Todo arte contemporáneo, aunque no me importaría tener un Velázquez en casa.
-Cuando sea mayor ¿qué prefiere dirigir: Basilea, Miami o un museo?
-Ya soy mayor, y Arco es mi gran reto. Si conseguimos en los próximos años colocar a esta feria donde yo creo que tiene y puede estar me doy por satisfecha
-¿Cómo concilia la vida familiar con un trabajo tan absorbente como este?
-Cada vez me resulta es más difícil, más duro. Es una factura que tengo de pagar. Tengo un hijo de 14 años y una hija de 10, pero ellos están muy bien en San Sebastián, allí tienen su vida y sus amigos. Creo que los echo yo más de menos que ellos a mí.
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