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VIOLETA SANTIAGO
Miércoles, 27 de febrero 2008, 17:30
«Estamos, claramente, en un cambio de ciclo. El nuevo liderazgo es femenino». Juan Carlos Cubeiro, economista y uno de los mayores expertos en 'coaching' (entrenamiento de personas) y gestión del conocimiento de este país, dio ayer la conferencia inaugural en la Escuela de Nuevas Políticas y Liderazgos, que se reabrió ayer con un acto en un hotel de Santander. Cubeiro señaló que las organizaciones ahora buscan «audacia e ilusión».
-Habla usted de 'Liderazgo social y felicidad'. ¿Ha elegido el tema porque su público en Santander será principalmente femenino?
-No. He elegido la felicidad porque es un concepto importante y valioso que, en general, está bastante mal entendido. Hay dos grandes tipos de felicidad. Una, apolínea -que es la más lógica, racional e individual- y otra, la dionisíaca, que tiene que ver con la pasión, el entusiasmo y el conseguir o perseguir retos. En la Universidad de Leicester (en el Reino Unido) hicieron un listado de los países más felices midiendo cuestiones como la sanidad, la educación, los servicios sociales y las infraestructuras. Esta es la felicidad racional y España quedaba en el puesto 46. España, por contra, debe quedar mucho más arriba cuando se mide el otro tipo de felicidad, la que da importancia a los amigos y a las ilusiones por conseguir un objetivo, el que sea. En un libro de Otero Novas, un gallego que fue ministro con Adolfo Suárez, se cuenta que los ciclos históricos están marcados por estas dos formas de entender la vida. Este autor mantiene que la historia es una sucesión de ciclos apolíneos y dionisíacos. Él cree que ahora estamos en uno dionisíaco y este es, claramente, el del liderazgo femenino.
-Usted ha centrado su carrera en gestionar el talento. ¿Qué tipo de talentos tienen las mujeres que no usan? ¿existe alguno del cual no sean del todo conscientes?
-Existen grandes diferencias entre la forma de liderar de una mujer y la de un hombre. Ellas, por ejemplo, tienen una gran capacidad de empatía: está demostrado que son capaces de percibir hasta el 90% de las emociones ajenas. Mientras, un hombre, sólo llega a darse cuenta del 40% (¿y me parece mucho!). Las mujeres son menos agresivas -esto se explica por la ausencia de testosterona en su organismo- y no tienen un sentido de la violencia tan acusado. Pensemos que el 92% de la población presa en España son hombres. El cerebro femenino está, además, muchísimo mejor dotado para la comunicación y el lenguaje que el de sus colegas masculinos, aunque también está claro que ellas son menos proclives a asumir riesgos. Una mujer, para actuar, lo tiene que ver mucho más claro que un hombre. Pero mantengo que se van a ir imponiendo los usos femeninos y ya lo estamos viendo con Barak Obama y Hillary Clinton: en términos de liderazgo, él es más femenino que ella. Él se crió prácticamente solo con su madre, su mujer es muy fuerte y tiene dos hijas. Que su universo es femenino se nota en que su discurso es conciliador y en que apela a lo colectivo. Este mensaje está calando -en la sociedad y las empresas- y veremos que conllevará un cambio profundo. Hillary Clinton, por contra, ha sido siempre una mujer educada en un mundo de hombres y lo transmite también continuamente. Por eso, quizá, está conectando menos.
-Recientemente leí este titular: «Las empresas con más directivas tienen mejores resultados». Pero me da la sensación de que falta algún dato
-Uno de mis profesores de Econometría decía que primero hay que usar el sentido común y, luego, la estadística. Sería aplicable a este caso. Yo no creo que una empresa que sea vetusta, que tenga una organización antigua y arcaica, vaya a ganar gran cosa poniendo en su Consejo de Administración a un puñado de mujeres. Más bien supongo que obtienen buenos resultados económicos las compañías que son modernas, ágiles y flexibles y que, por eso, hay mujeres incorporadas a sus órganos de dirección. No creo que Pepsico o Sara Lee, dos grandes multinacionales con mujeres al frente, logren buenos resultados por ser dirigidas por ellas. Más bien creo que son compañías muy competitivas y que, por serlo, la jefa es una mujer lo mismo que podía haberlo sido un hombre.
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