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NACHO GONZÁLEZ UCELAY
Miércoles, 12 de marzo 2008, 14:57
Un golpe de mar sobrevenido a las seis de la madrugada causó ayer auténticos estragos en la segunda playa de El Sardinero, convertida, en tan solo unos segundos, en lo más parecido a un escenario de guerra después de la batalla. La coincidencia sobre las aguas del fuerte oleaje, de la pleamar y de su altísimo coeficiente provocó el efecto que suele: la devastación más absoluta de todo lo que encuentra por delante.
Muros, pivotes, barandillas y pasarelas arrancadas de cuajo, árboles y farolas caídas de plano, y papeleras, basureros y contenedores hechos fosfatina colorearon la verdadera estampa del día: El coche de un cliente incrustado en el restaurante del Chiqui. Dentro. Acostado sobre una mesa. Impresionante.
Claro que la demostración del mar embravecido no terminó ahí. Los tres establecimientos hosteleros cimentados sobre la arena o a sus pies: el Cormorán, El Parque y, desde luego, el Hotel Chiqui, sufrieron cuantiosos desperfectos que sus propietarios no pudieron calcular ayer. O no se atrevieron. Porque son enormes. Y porque aún andaban pendientes del mar, que habría de gritar su última palabra con la segunda pleamar, entrada la tarde.
El estropicio fue tal que a la retirada del mar, a eso de las siete, se tuvo que presentar en la zona un enorme batallón de limpieza. Una docena de bomberos y policías, 48 miembros del servicio de Parques y Jardines, 46 del servicio de Limpieza y diez del servicio de Aguas trabajaron durante toda la mañana y toda la tarde para adecentar exteriores e interiores, mano a mano con los dueños y empleados de los establecimientos hosteleros damnificados por el golpetazo del mar.
Impactados
Impactados, como todos los demás, por la imagen del coche empalado en el restaurante del Chiqui, el alcalde, Íñigo de la Serna, y el delegado del Gobierno en Cantabria, Agustín Ibáñez, hicieron una primera valoración de las pérdidas provocadas por una situación que, afirman, es «excepcional».
Según dijo De la Serna, el mar, que levantó olas de siete metros, se llevó 80 metros de barandilla, 300 de pasarela, 50 de muro y hasta 40 árboles en el recorrido que va de Los Peligros al Hotel Chiqui. Y según dijo Ibáñez, el temporal, que afectó a la práctica totalidad de las poblaciones costeras, dañó sobremanera la playa de La Magdalena, donde va a resultar necesario reponer 35.000 metros cúbicos de arena.
A todo lo anterior se sumarían, más tarde, los daños descubiertos en un escrutinio pormenorizado de la zona, donde por la tarde falló el suministro eléctrico afectando tanto el alumbrado público como a los semáforos.
Luego, ambos subrayaron lo «excepcional» de una situación que, según apuntó el alcalde recordando su conversación con técnicos especialistas de la Universidad de Cantabria, tiene una probabilidad de repetirse una vez... cada 500 años.
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