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TRIBUNA LIBRE

Los inocentes de Greyco

JAVIER CASTILLO CORTIGUERA

Viernes, 14 de marzo 2008, 02:16

Hace más de cuatro años, a finales de 2003, los accionistas privados y directivos del grupo industrial Greyco, de San Felices de Buelna, nos vimos en la nunca agradable obligación de tener que salir a los medios de comunicación a defendernos. No nos quedó más remedio, porque a unas personas que teníamos allí invertido nuestro patrimonio y que allí teníamos nuestros puestos de trabajo se nos sometió a una gran presión por parte de los sindicatos (hasta cierto límite comprensible, porque los problemas de liquidez afectaban al cobro de los sueldos) y por parte de nuestro socio Sodercan, esto es, del Gobierno de Cantabria que es su accionista mayoritario. Esto último ya no era tan comprensible.

Nos vimos en la necesidad de negociar como gato panza arriba y al final llegamos a la conclusión de vender nuestras acciones en el grupo Greyco y perder nuestros empleos con una salida pactada. Dicho de otro modo: el Gobierno, que había entrado en tu empresa para ayudarte con un plan de viabilidad, acaba llevándote a venderle tus acciones y salir de tu propia empresa (quiero recordar que yo trabajaba en Greyco desde 1979, y era su director desde 1985, por lo que ese grupo de empresas era toda mi vida profesional de veinticinco años).

Esta insólita situación, sin embargo, no terminó en marzo de 2004 con la transmisión de la propiedad. A renglón seguido, Sodercan, y ésta a su vez a través de sociedades controladas, se lanzó en pos nuestro en los juzgados de Santander. Por un lado, se nos acusaba de haber cobrado por las acciones más de lo que valían. O sea, que éramos unos aprovechados. Y por otro lado, se nos reclamaba la responsabilidad como anteriores administradores de Greyco, culpabilizándonos de la situación de la empresa.

Estas iniciativas legales trascendieron a los medios de comunicación, con resultados negativos para nuestra imagen, ya que se nos acusaba de cosas que están muy feas en un gestor empresarial. Las personas que lideraron desde la Administración todo este proceso pertenecían al equipo dependiente políticamente del PSOE. Ignoro si la señora Dolores Gorostiaga impulsó estas actitudes o simplemente las avaló después de producidas. Lo que está claro es que no corrigió a sus subordinados.

¿Resultado de la actitud del Gobierno? Que Sodercan y sus interpuestas han visto cómo los jueces desestiman todas sus demandas y les imponen las costas judiciales. Nosotros ni cobramos por nuestras acciones más de lo que señaló el auditor independiente, elegido por ambas partes para valorar la empresa, ni fuimos culpables de las dificultades que encontró Greyco en la coyuntura de un mercado tan competitivo como el de componentes del automóvil.

Así que ni somos unos aprovechados, ni unos destructores de empresas. Ha quedado rotundo y claro en los juzgados de Santander y en la Audiencia Provincial. Es evidente que ahora nos costará bastante recuperar nuestra verdadera imagen para contrarrestar lo que se dio a entender de nosotros en aquellas fechas. Mientras tanto, el mismo Gobierno regional que en otoño de 2003 no quiso echarnos una pequeña mano para salvar problemas puntuales, después ha tenido que meter un fortunón para mantener Greyco a flote durante un tiempo (el consejero de Economía habló en su momento de más de 8 millones de euros, ¿dónde habrán ido? ¿Buena pregunta!), más los gastos de los juicios contra nosotros. Y finalmente, la viabilidad de Greyco sigue comprometida, ya que ha entrado en liquidación. ¿Qué gran gestión industrial del PSOE!

Esperamos que las autoridades políticas regionales, o algunas de ellas, aprendan la lección: no es positivo acometer al empresario privado, ni exigirle responsabilidades con poco fundamento legal. Así no se fomentan ni la economía de mercado ni los comportamientos democráticos. Y también esperamos que aquellas personas (sean quienes sean) que hayan sido responsables de las decisiones políticas que nos afectaron tengan al menos el coraje de admitir públicamente que se equivocaron. Los que nos criticaban no han gestionado la situación de Greyco mejor que nosotros (a la vista está).

Y las acusaciones a nuestra gestión han sido desestimadas de pleno por la Justicia: somos inocentes de todos los cargos. ¿No creen que alguien le debe una buena disculpa a los inocentes sufridores de esta pésima política industrial que se viene haciendo en Cantabria?

Salir de una empresa a la que había dedicado veinticinco años de mi vida fue moralmente muy duro. Sólo espero y deseo que Greyco, o lo que quede de Greyco después una gestión política tan ineficaz, pueda encontrar alguna manera de pervivir y de seguir creando empleo y riqueza en el valle de Buelna, como siempre hizo. Para nosotros y para nuestras familias, la satisfacción de ver cómo la Justicia ha rechazado las acusaciones que se nos dirigían es la noticia más importante.

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