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Jesús Alberto Pérez Castaños inauguró en el faro esta semana su proyecto 'Límites'. / ROBERTO RUIZ
«La cultura en Cantabria es una especie en vías de extinción»
JESÚS ALBERTO PÉREZ CASTAÑOS PINTOR, DISEÑADOR, COMISARIO DE EXPOSICIONES

«La cultura en Cantabria es una especie en vías de extinción»

El autor de proyectos como 'La imagen explorada' y 'Límites' cree que «el tejido cultural no existe y las entidades públicas se dedican a restar en lugar de sumar»

GUILLERMO BALBONA

Domingo, 6 de abril 2008, 02:44

Pintor, diseñador y comisario de exposiciones, Jesús Alberto Pérez Castaños es uno de esos creadores que traslada sus inquietudes a un lado y al otro de la barrera cultural y artística cotidianas. Siempre atento a los cambios y tendencias es un observador crítico y analítico y un 'agitador cultural', como gusta definirse, convencido de que la profusión y pluralidad de creadores en Cantabria es notoria y destaca por encima de la media nacional. En apenas tres años ha impulsado, comisariado y realizado proyectos colectivos expositivos en los que ha implicado a decenas de artistas de la región. En este primer tramo de 2008 conviven en la comunidad dos actuaciones bajo su coordinación: 'Límites', de la Autoridad Portuaria, y 'La Imagen Explorada', en San Vicente y Unquera, a través de la Consejería de Medioambiente y Mancomunidad de Valle de San Vicente. Entre sus proyectos inminentes destaca el 'Primer Concurso nacional destinado a Pintores Emigrantes'; 'Arte y Contaminación, el Besaya, una cuenca fluvial recuperable'; 'Norte y Sur, de la cal a la calima' (intercambio de artistas andaluces en Santander y cántabros en Granada), y la 'Celebración cultural cántabra de Pintura, Fotografía, Poesía y Música', en el Instituto Cervantes de Londres.

-Le gustan los proyectos plurales. ¿Cuál es el sello que imprime en general a los iniciativas con el arte como elemento aglutinador?

-Me interesan mucho los proyectos culturales que consiguen un resultado de trabajo 'colectivo'. Esta es una concepción organizativa muy poco en vigor, creo que ya no está de moda; pero la interpretación estética de un grupo de creadores en torno a una idea resulta esperanzador, sobre todo al comprobar, cuanto de compromiso y disciplina hay en ello, lejos de la visión narcisista del arte que potencia el mercado, el consumo y su visión reduccionista del comercio especulativo.

- Tras las etiquetas de activista cultural, comisario..¿cómo se define usted mismo en el universo cultural?

-Prefiero la denominación romántica de 'agitador cultural', es más contundente y asusta. Lo de 'activista' me resulta un término impreciso, a veces creo que me confunden con la organización de disciplinas gimnásticas o festivas. Desde una visión irónica, lo de comisario me suena a 'manos arriba' y el carnet en la boca.

-Plantee con precisión, ¿qué es o debe ser una exposición en el siglo XXI?

-Habría que diferenciar muchos aspectos, pero en síntesis creo que debe otorgarse a los artistas todos los medios de producción disponibles para llevar a término la exposición. Me interesa muchísimo la capacidad de movilizar al público, creando expectativas desde la comunicación.

-¿Qué nos enseña el arte?

-La interrogación permanente, el placer, la contestación, la responsabilidad de elaborar un discurso propio hacia la trascendencia, la auténtica libertad. Un territorio donde se encuentran desde el enfermo mental hasta la genialidad.

-¿Qué posos quedan del Pérez Castaños artista tras una sucesión de proyectos en los que parece quedar a la sombra, o situarse en segundo planos?

-Harto de padecer el aislamiento y la exclusión desde los poderes mediáticos que parecen dominar nuestro Comunidad Autónoma, decidí que existían muchos creadores a mi alrededor que estaban realizando obras (desde el anonimato más absoluto), verdaderamente interesantes. Yo suelo ir a casi todo y conocer a casi todos. Me preocupo por observar el trabajo que realizan los demás artistas, sigo su obra y me extraño (no sin cierto estupor) de la absoluta indiferencia que existe por parte de aquellos que debieran estar al tanto, por la posición que ocupan en organismos e instituciones de carácter público. Partiendo de este principio, me veo en la obligación de hacer todo lo que esté en mi voluntad por mostrar cuanto de interesante se hace entre los que me rodean.

-¿Qué opinión le merece la vida cultural en Cantabria?, y ¿qué aplicaría con urgencia?

-La cultura en Cantabria es el símil del todos contra todos, siempre restar en lugar de sumar. Las entidades públicas compiten por mantenerse alejadas unas de otras, incluso de realizar contraprogramaciones paralelas. Existen ocasiones en que resulta muy difícil acudir a algunos eventos ya que son coincidentes en día y hora. Luego está la indolencia y desinterés que se muestran entre sus respectivas exposiciones; raro es ver a los responsables de políticas culturales en eventos que no sean los organizados por ellos mismos. La urgencia más inmediata, es confeccionar una auténtica política cultural que enfatice y apoye el trabajo creativo realizado en Cantabria. Que sea capaz de vertebrar subvenciones capaces de estimular un consumo cultural pobre y abandonado.

-La arquitectura, el urbanismo y el diseño parecen sombras en el Santander cotidiano. ¿A qué achaca la falta de debate y esa anestesia que parece cubrir la cultura diaria?

-Resultan patéticos los cambios ocasionados sobre edificios proyectados y pagados, ni el peor de los gestores puede ocasionar tales desencuentros y están hechos con el dinero de nuestros impuestos. Ello no parece interesar a nadie. Santander como ciudad es una auténtica catástrofe urbanística, los sucesivos dislates que los alcaldes consecutivos fueron realizando dan una respuesta de cuál es el modelo de ciudad que se pretende: un entorno urbano desapacible, desorientado y sobre todo carente de contexto, visual, urbanístico, arquitectónico y humano. La prueba está en lo sucedido en el Cabildo de Arriba, hasta que no ha habido muertos, nadie, absolutamente nadie, ha realizado nada, salvo la especulación urbanística. Todo ello es señal de nuestro futuro.

-¿Qué soluciones puede aportar el creador sin perder independencia?

- El concepto de independencia personal me da mucho respeto y a la vez desconfianza. Prefiero apostar y equivocarme, suscitar un diálogo, una polémica, confrontar juicios. Creo que debe hacerse una reflexión profunda sobre cuál es el papel de las instituciones como impulsor y motor de cambios que sean realmente necesarios. El tejido cultural de nuestra región está destruido o no existe, solo aparece un iceberg mediático y convulso, lleno de faraónicos proyectos destinados al lucimiento personal y carente de cualquier perspectiva de la realidad. Lo triste y penoso es que hay en éste momento tal número de creadores en Cantabria en todos los aspectos y áreas, que en pocos lugares del Estado se congregan de esta manera tan abundante y cualitativa como ocurre en nuestra tierra. A poco que se preocuparan quienes deben hacerlo, Cantabria se constituiría en un foco de atención artística de primer orden y con ello la enorme rentabilidad económica que traería. Recientemente he visitado diversas capitales españolas y he notado esa gran diferencia. Con un poco de atención, vivir aquí constituiría una celebración de los sentidos.

-Cantabria está envuelta en proyectos como el del museo de arte contemporáneo que parecen de ida y vuelta y nunca cuajan. ¿Entiende la situación?

-Lo que está sucediendo es una metáfora ridícula de la atención que se presta a la cultura en Cantabria. Un completo despropósito son los cambios que se van sucediendo en aquellas construcciones destinadas a ofrecer lo más singular del arte que se adquiere y colecciona. Del despilfarro económico, del dinero que sale de nuestros bolsillos nadie parece sentirse responsable por ello. Es necesaria una mesa de la cultura, donde la representación institucional esté acompañado por un contexto plural, que llegue a un pacto de obligaciones y necesidades y se cumplan a rajatabla. El respeto por las decisiones del otro y el compartir acuerdos, sólo nos traerá buenos frutos. En el pasado, sugería que el Museo debiera haberse realizado tomando como principio una estructura ya realizada: el maravilloso edificio de Artes y Oficios de Santa Clara, a él se le hubiera añadido el antiguo Cine Coliseum. Todo este ingenio, extraordinariamente céntrico y capaz hubiera sido el lugar idóneo, para elevar un gran Centro Cultural que dinamizaría la ciudad entera. Sin embargo, se planeó un edificio nuevo, en medio de una marisma, con objetivos y definición poco claros, para abandonarse tal propósito y apostar por una nueva 'milla de oro de la cultura' en un lugar poco creíble.

-¿Son precisos más apoyos institucionales a los artistas?; o, más bien, ¿un replanteamiento general ?

- La cultura en Cantabria es una especie en vías de extinción a la cual hay que proteger como el Urogallo o el Lince Ibérico. El papanatismo de unos, la prepotencia de otros y el desinterés del resto, muestran un panorama desolador. Estamos inmersos en iniciativas recurrentes que sólo sirven para llevarse el dinero de Cantabria, que nos ilumina con fuegos de artificio y no fecundan nada. Por el contrario, hay apoyos institucionales muy meritorios y muy necesarios, a pesar de no ser ésta la misión específica a las cuales están obligados. Se sienten corresponsables por estimular, ayudar y participar en actos culturales. Estas iniciativas no sólo les encumbran desde lo social, sino que justifican plenamente su sensibilidad por unas actividades tan desprotegidas como son la cultura y el arte.

-¿No cree que se mira con desconfianza, recelo y temor al creador?

-No creo que exista ni recelo ni desconfianza, es desinterés en general. No recuerdo haber visto a ningún gestor cultural visitando galerías, librerías, conciertos, exposiciones en general u otros actos de carácter privado. Casi siempre vamos los mismos. En respuesta a ello, resulta pintoresco que hay una actitud no pactada entre los usuarios de la cultura, para no ir a determinados eventos e inauguraciones, algo así como una protesta en cubierta: 'el ellos se lo guisan, pues que ellos se lo coman'.

-Dígame tres hechos culturales en la comunidad durante la última década que le hayan causado una impresión esperanzadora y otras tantas que le hayan producido desolación.

-Positivos apuntaré: La presencia en el Palacio de Jordi Savall en un concierto memorable. La maravillosa exposición sobre Paul Klee en la Fundación Botín, y desde luego resaltar una actividad tan relevante como la de la Filmoteca (¿qué incomprensible y absurdo cierre tuvo que soportar!). Me causaron desasosiego y extrañeza: la ridícula polémica sobre la medalla a un extraordinario poeta como es Alvaro Pombo. Los fastos desmesurados del Jubileo y la ajena actitud de la Universidad de Cantabria por implicarse de una manera más capital en el desarrollo de la cultura, así como por su extraño silencio en la creación de estudios de naturaleza artística para nuestra región.

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