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ABEL VERANO
Domingo, 6 de abril 2008, 12:13
Muchas son las historias que todos conocemos a través de los medios de comunicación sobre esos inmigrantes que se juegan su vida en un cayuco en el intento de alcanzar un futuro mejor en nuestro país. Algunas de esas historias, lamentablemente, acaban con un desenlace fatídico, pero otras se pueden contar. Es el caso de los seis inmigrantes que se encuentran en la actualidad instalados en el centro de primera acogida de emergencia, que la Cruz Roja de Castro Urdiales tiene ubicado en el barrio de Talledo (Ontón).
Trasladados en su mayoría de las costas canarias, estos seis jóvenes reciben en Castro una primera acogida en la que se les proporciona clases de alfabetización, de español, Internet, etc. El objetivo: que en un periodo de tres meses -plazo máximo que pueden permanecer en el albergue- manejen todas la herramientas necesarias de integración en nuestro país, para tener autonomía propia y buscarse esa vida que anhelan.
Tres meses
Sandra González, educadora del albergue de Talledo, comenta que durante esos tres meses de estancia en centro «tienen que aprender recursos, habilidades sociales, y sobre todo, tienen que integrarse en la sociedad». «Estas herramientas les facilitará en parte, el poder conseguir un trabajo y un lugar digno en el que puedan vivir».
Con respecto a las nacionalidades que convergen en en este albergue, Sandra asegura que hay de todo: Senegal, Nigeria, Burquina Faso, India, República de Liberia. No obstante, en la actualidad los seis jóvenes que han sido acogidos por la Cruz Roja en Talledo proceden sobre todo de Gambia y Costa de Marfil. Y es que el albergue acoge a grupos que se van rotando continuamente.
Tareas
A pesar de las atenciones de las que disponen estos inmigrantes en el centro de acogida castreño, su tarea por integrarse en la sociedad no es un camino de rosas ni mucho menos. Cada día recorren a pie unos cinco kilómetros -otros tantos de vuelta- desde Talledo a Otañes para coger el autobús. Y es que durante su estancia en Castro también bajan hasta la ciudad para recibir clases de español en la Escuela de Adultos, además de practicar deporte, sobre todo fútbol sala en uno de los polideportivos municipales.
Tal es su pretensión por integrarse en la sociedad que durante la Pasión Viviente de Castro Urdiales, declarada Fiesta de Interés Turística Regional, varios inmigrantes participaron como personal preventivo de la Cruz Roja. Su educadora lo tiene muy claro: «se integran muy rápido con la gente del pueblo, hacen amigos con facilidad y no tienen demasiados problemas».
Una jornada
Desde primeras horas de la mañana, estos seis jóvenes comienzan su actividad. A las 8,30 horas se levantan, hacen sus cama, se asean. Una hora más tarde desayunan y después realizan tareas de limpieza en la cocina, el salón, la habitación, el baño...En torno a las 11 de la mañana llevan a cabo las tareas programadas durante la semana, los cursos de alfabetización, y sobre todo las clases de español que son las que le facilitarán un trabajo.
A las 13, 30 horas, es el turno para comer. Aunque cuentan con un catering, ellos mismo se encargan de preparar la comida.
Ya por la tarde, entorno a las 15,30 horas, estos jóvenes retoman las actividades programadas: taller de cocina, taller de periódico, etc. y por la noche, cena, limpieza de cocina, ver la televisión y a dormir.
Una jornada rutinaria durante tres meses, que los seis inmigrantes deben aprovechar al máximo, porque de ese periodo formativo depende el que consigan un trabajo digno, que asu vez les permita disponer de los famosos 'papeles' y por tanto poder, aspirar a tener una vivienda.
Todas las ilusiones y aspiraciones de estos jóvenes inmigrantes hacen que este albergue sea el de la esperanza.
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