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G. S.
Martes, 8 de abril 2008, 02:54
Lo suyo son la escultura y la pintura. Explora ese mundo creativo en Barcelona, junto a un escultor de renombre... Y lo suyo también es Cantabria, el amor que siente por su tierra chica. Se llama Borja Fernández Díez (25 años) y es natural de Reinosa. Un 'emprendedor' que quiere progresar en el mundo del arte -«difícil y caro, por la maquinaria y los materiales, básicos para hacerlo bien»- y que como maná para crecer y vivir en el barrio Sant Andreu ha optado por convertirse en el embajador gastronómico de las delicatessen cántabras.
Con ese espíritu desde menos de un mes ha tomado vida en esa barriada peatonal barcelonesa una pequeña tienda de no más de 30 metros cuadrados llamada 'La Casuca'. Decorada con motivos cántabros -con bandera cántabra, dos reproducciones de jatas, albarcas...-, la tienda/apuesta de Borja tuvo origen sencillo: «Cuando regresaba a Sant Andreu tras haber pasado unos días en Cantabria, siempre traía cosas para los amigos. Les encantaba. Así que decidí que iba a ser el suministrador de todos esos productos cántabros, de mi tierra, para el barrio».
Dicho y hecho y además con éxito. Los primeros días de la tienda han sido un ir y venir de clientes. Incluso el fin de semana, el pan de Orzales -llega puntualmente todos los viernes a la tienda- se convirtió en el gran protagonista: «A la gente le encanta y hasta se formó una buena cola».
Borja revela que sus nuevos clientes han recibido con entusiasmo su 'casuca' cántabra en Barcelona. «Son productos únicos, excelentes, los mejores. He ido haciendo la selección que he querido: quesos de Cantabria, anchoas de dos proveedores de Santoña, pantortillas y hojaldre de Reinosa, productos elaborados por la monjas de Villaverde de Pontones (pastelitos-pastas), sobaos y quesadas, orujos... y el pan de Orzales». Esa 'cantabricidad' sólo queda rota por un buen jamón de jabugo y algún producto navarro.
Entusiasmado con haber creado un rincón cántabro en Cataluña, Borja ya habla de su intención futura de «abrir nuevas tiendas, vía franquicia». Y de su madre, Rosa, -que vive en Santander pero que se ha trasladado hasta Barcelona para echar una mano en el arranque- y de sus amigos, algunos convertidos en improvisados y útiles distribuidores, porque junto a los habituales canales de reparto de los productos, Borja 'tira' de los amigos y aprovecha sus viajes Santander-Barcelona para cargarles con viandas; da igual latas, que «unos sacos de pan».
El joven reinosano no se para ante nada. Ha comprado unas 'albarcas' de las de verdad y un cuévano -una «joya pasiega» de unos vecinos de Carriedo, obtenida por mediación del propio Presidente Miguel Ángel Revilla- y ahora quiere colgar en la tienda fotografías de su Cantabria natal. Y hay más. Ha contactado con los responsables de la Casa de Cantabria en Barcelona y ya hay un primer proyecto en marcha: exponer parte de su obra en la sede de la entidad y, al tiempo, hacer degustaciones de productos típicos de su tierruca. ¿Más patria chica? Sí. El logotipo de la tienda fue creado por una joven cántabra y «para hacer las obras me traje hasta los albañiles de Cantabria», explica riendo Borja, que tampoco muestra reparos a la hora de confesar el sueño de lograr que un día llegue a visitar su tienda Miguel Ángel Revilla, aprovechando su estancia en Barcelona para participar en el programa de Buenafuente. Pero eso es una ilusión. Mientras, una casuca toma cuerpo en Barcelona.
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