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El petrolero 'Bonifaz', de la naviera Castilla en una imagen tomada por un tripulante. El buque tenía 29 tanques. / FOTO CEDIDA POR SAN EMETERIO
La resurrección del 'Bonifaz'
DOMINGO - I

La resurrección del 'Bonifaz'

Los familiares de las víctimas del petrolero les rendirán homenaje el 12 julio en Muros. La tragedía de la que se cumple el 44 aniversario se saldó con 20 desaparecidos y 5 muertos

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Domingo, 18 de mayo 2008, 13:22

Al menos once cántabros, de ellos dos mujeres, descansan en el fondo del mar, a nueve millas al Este de Cabo Finisterre. Desaparecieron en el incendio y posterior hundimiento del petrolero 'Bonifaz' el 3 de julio de 1964. Han pasado casi 44 años de aquella fatídica fecha en la que este periódico abría su primera página poniendo un nudo en el corazón de Cantabria: «Cinco muertos y veinte desaparecidos en el naufragio del petrolero Bonifaz. Entre la dotación-víctimas y salvados-figuran numerosos montañeses». La negra crónica que se saldó con la muerte en Vigo de otros cinco tripulantes que fueron rescatados del agua completamente abrasados, resucita ahora porque se les va a rendir un homenaje.

El naufragio del 'Bonifaz' consternó a la sociedad española -dejó seis viudas y diecinueve niños huérfanos- y mucho dolor y muchas lágrimas. Si ahora vuelve a ser noticia es gracias al tesón de la familia de Gregorio Pereda, engrasador del barco y uno de los desaparecidos junto a su mujer Ángela Muñoz. Por esas cosas del azar conocieron a través de Internet a un pescador gallego, Manuel Caamaño. Por él supieron que los hombres de la mar que faenan en esas latitudes, respetan las aguas donde se encuentra el pecio del 'Bonifaz' para no interferir con las redes en el descanso de sus deudos.

Esa sencilla y profunda razón fue determinante para un llamamiento por parte de los Pereda a los supervivientes y descendientes de las víctimas de ese suceso para ir juntos a Finisterre el próximo mes de Julio, donde el día 12, en la villa coruñesa de Muros, de la que eran vecinos cuatro miembros de la tripulación desaparecidos, se honrará la memoria de todos ellos con una misa, una comida de confraternización y el lanzamiento a la mar de una ofrenda floral.

La noche de la tragedia el tercer oficial, José Manuel Azofra estaba de guardia. Desde su hogar en Santoña recuerda la colisión con el petrolero francés 'Fabiola', cuando en lastre y en noche cerrada de niebla sufrieron el accidente. «Cogió a nuestro barco de la peor forma, sin crudo. Habíamos descargado en La Coruña, pero el buque estaba lleno de gas. Al embestirnos el 'Fabiola', que navegaba para el puerto de El Havre, saltaron chispas y fueron explotando los tanques con el fuego. Si hubiera ido cargado se hubiera incendiado pero no se hubieran producido las explosiones».

Heróes

Azofra siguió navegando en petroleros hasta el año 1972, fecha en la que entró en Astander como capitán de dique. Él resalta el comportamiento de algunos miembros de la tripulación que perdieron su vida al intentar salvar la de otros. Uno de esos heróes fue el castreño Jaime Díez Cantero. Era el jefe de máquinas. Según el testimonio recogido por escrito en una gacetilla de un entonces clandestino sindicato de capitanes mercantes «bajó por los pasillos interiores de estribor golpeando las puertas de los camarotes y gritando que todos abandonasen el buque, luego siguió hasta la máquina y ordenó que abandonase ésta al personal de guardia, formado por el cuarto maquinista, José Rey, de 26 años, casado; el alumno de máquinas, Manuel González, de 21 años; el engrasador Gregorio Pereda y el fogonero, Jose Oria».

El jefe de máquinas, sigue diciendo ese texto, «podía muy bien haberse salvado, pero después de mostrar el camino al personal de guardia, él salió al pasillo de babor, tratando de auxiliar al personal atrapado en los camarotes de aquel costado y que gritaban en medio del tremendo incendio».

Murió a bordo del buque holandés 'Setas' cuando era trasladado a Vigo, pero antes tuvo la alegría de conocer que se había salvado el capitán con quien mantenía una amistad entrañable «y cinco años de convivir juntos en el mismo buque, que juntos estrenaron y juntos le vieron hundirse para siempre». También el engrasador Gregorio Pereda se puso salvar, pero el amor pudo más que el miedo a traspasar el fuego para ir a rescatar a su mujer al camarote.

El tercer oficial del 'Bonifaz' evoca con admiración y cariño al que fuera su superior, el capitán José Miguel Amézaga Bilbao, vecino de Plencia, (42 años, casado y con tres hijos) que vive jubilado en su localidad natal. El fuego sobre cubierta y las explosiones de los tanques habían dejado incomunicadas las zonas de popa y centro del buque. Y el capitán mandó abandonar el buque. Azofra cuenta que su superior era una persona muy querida por sus hombres. Como marcan los cánones, fue el último en abandonar el 'Bonifaz' y lo hizo cuando el agua le llegó al cuello, junto al radiotelegrafista, Daniel Gómez, otro valiente en esa jornada, y el timonel, Gabriel Torriente. Este último, recuerda el tercer oficial del petrolero, tras embarcar en el bote salvavidas, saltó de nuevo al 'Bonifaz' para estar junto a su mando. «Yo me ahogo con el capitán', dijo.

Asimismo explica que el presidente de la Naviera Castilla, Fernando María Pereda, les ofreció colocarles en otros barcos que no fueran petróleros para superar el trauma «pero los tres oficiales decidimos seguir en petroleros». Un ofrecimiento que cree se extendió a toda la tripulación superviviente.

EL DIARIO recogía en su edición del 10 de julio las primeras declaraciones del capitán, José Miguel Amézaga tras su llegada a Santander: «Una vez que le ví completamente rasgado y reventados todos sus mamparos por las explosiones, con el fuego a bordo enseñoreándose en minutos como si hubiera sido invadido por numerosos lanzallamas, me dí cuenta de lo inevitable de la tragedia».

Fúneral

El sábado 11 de julio, a la una de la tarde, se celebró un solemne funeral en Santa Lucía por el alma de las víctimas. Lo presidieron las autoridades provinciales. Una coral interpretó la misa de Requien de Perosi. El templo estuvo abarrotado por familiares, supervivientes y dirección y personal de la naviera Castilla. Su presidente y su hijo mayor, Luis Pereda, acudieron rapidamente a Vigo tras enterarse del siniestro.

El primer oficial, el santanderino Julián García Viadero falleció en 2006. Este marino relató así lo acontecido, según recogió el periodista Julio Poo en este medio: «Me encontraba en mi camarote y oí dos pitadas muy próximas e inmediatamente un choque violentísimo que hizo estremecerse al buque entero. Subí con toda rapidez al puente de mando y me percaté al momento de la magnitud de la catástrofe: todo el castillo de popa y su parte central ardían en pompa».

Hubo quien se salvó porque estaba de vacaciones. Eleofredo San Emeterio, alias 'Pitis', fue uno de ellos. Le tocaba reincorporarse de nuevo el barco en Cartagena. «En mi puesto iba Julio Santamaría, el chaval del Pesquero, que hacía su primera travesía y fue uno de los desaparecidos». Elofredo navegaba en ese barco desde su entrada en servicio, cinco años antes. «Era gemelo del Piélagos y vaya si me enteré de la tragedia. La primera llamada fue de una hermana desde Torrelavega». Pitis había navegado anteriormente en otros dos barcos santanderinos, el 'Río Miera' y el 'Río Besaya'. «El 'Bonifaz' era mucho más moderno, tenía hasta una pequeña piscina. El capitán era una gran persona. Había compañerismo. Eramos una familia y a bordo hacíamos concursos y juegos y hasta reparto de premios».

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