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GONZALO SELLERS
Sábado, 21 de junio 2008, 11:33
Said llegó ayer a Cantabria escapando de los 50 grados a la sombra que azotan por estas fechas el campamento de refugiados de Tinduf, su hogar. Lo hizo acompañado de 82 niños más que permanecerán en la región durante dos meses en familias de acogida, dentro del programa 'Vacaciones en paz' que desde 2003 organiza Cantabria por el Sáhara.
Las zapatillas verdes roídas de Said, las playeras desgastadas de Waara o los zapatos rotos de Buhari no aguantaron mucho puestos cuando los balones de fútbol empezaron a rodar ayer por el polideportivo Pedro Velarde de Muriedas, donde esperaron la llegada de las familias. Las costumbres, aunque sean obligadas por la miseria, se conservan a 2.458 kilómetros de distancia.
Los niños, que tienen entre siete y trece años, permanecerán en Cantabria hasta el próximo 19 de agosto. 52 de ellos repiten pasando el verano en la región.
Gabriel Herrería, coordinador de 'Vacaciones en Paz', destacó el «beneficio» que supone para estos jóvenes salir durante dos meses del Sáhara. Aquí podrán paliar el déficit alimenticio que tienen debido a la dureza de la vida en los campamentos del desierto, y serán sometidos a reconocimientos médicos. «Durante estos dos meses comerán mucho pescado, carne y fruta. Es decir, proteínas y vitaminas que no suelen tener en los campamentos de refugiados. Allí se alimentan, sobre todo, de pasta y legumbres que llegan con la ayuda humanitaria», explicó Herrería.
También tendrán la oportunidad de perfeccionar el castellano, la segunda lengua que se habla en los campamentos, ya que «muchos de sus abuelos vivieron en el antiguo Sáhara español», que fue ocupado por Marruecos en 1975, y conocerán «otra realidad distinta de la que viven durante todo el año».
Herrería también se pronunció sobre el caso de un matrimonio homosexual que acogió el pasado verano a un niño saharaui en Badajoz y que no podrá repetir la experiencia este año, ante la negativa de la familia biológica del pequeño. «En Cantabria no hay ningún caso parecido, pero entendemos la familia como un concepto amplio. Por esta razón no ponemos requisitos especiales a la gente que quiere acoger. En todo caso, si se diera una situación así, habría que consultarlo con los padres del niño», explicó.
Parque temático
Como todos los años, la labor de la organización no finaliza cuando los niños se van a casa. La lucha contra la concepción del Sáhara como un parque temático de la solidaridad es constante. «'Vacaciones en Paz' es un escaparate para denunciar ante la sociedad lo que está viviendo un pueblo que acumula 33 años en el exilio», destacó Herrería.
Dentro de dos meses, Said, Waara, Buhari y el resto de estos niños volverán a pisar la tierra de un país que no existe, el suyo. Y jugarán otra vez descalzos al fútbol, esperando que el país que los acogió en verano reconozca la bandera de un Sáhara libre.
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