La anécdota 'miembra'

E l maltrato a la mujer es una de las peores lacras de este planeta. Los asesinatos, la mutilación y la invisibilidad de la mujer en el mundo, hacen que hincar la rodilla en el suelo no sirva para nada. Para lamentarse y rezar ya están las propias mujeres afectadas, sus familiares y algún alma que va más allá de la caridad. Nadie le pide al señor Guerra que se arrodille, a no ser para vomitar. Porque estas situaciones crean náuseas.

Creo que soy una mujer comprometida. Mis textos y mis propias canciones tratan el tema más duro de la mujer y de algún modo me siento activista a mi manera. En todo caso soy defensora de la individualidad, de la igualdad, de la libertad y derechos de la mujer.

Me he sentido engañada por los que afirman que el maltrato a la mujer es uno de los temas más graves que hoy tenemos en el mundo y luego desvían el discurso haciendo referencias sobre si es o no es válido el vocablo 'miembra'. Habrá que recordar a estas personas, que para que las palabras vivan y se desarrollen, primero tienen que nacer. Pero no pretendo estancarme como ellos en esta dialéctica.

No quiero pensar que el discurso de nuestra nueva ministra de Igualdad se diluya por una simple palabra. No hay que perder el norte.

A una mujer amenazada de muerte, le importa bien poco, si la tratan como miembro de esta comunidad o como 'miembra' de ella. Su vida no depende de un artículo o de la terminación 'o /a' de un nombre o adjetivo. Su vida depende de un hombre castrado y castrante.

Perdemos el argumento si nos dejamos llevar por la anécdota. Discutir si una palabra debiera o no estar en la Real Academia de la Lengua, no ayuda en nada a la mujer maltratada. Cuando hay una herida lo primero que debe hacerse es desinfectarla, coserla si es profunda, mantenerla limpia y dejar que cicatrice. La estética la dejaremos para el final.

* CANTANTE Y COMPOSITORA