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JOSÉ IBARROLA
Motivos para la designación de Madrid como capital del Reino
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Motivos para la designación de Madrid como capital del Reino

L. REGINO MATEO DEL PERAL (QUINO)

Miércoles, 25 de junio 2008, 03:48

La designación de Madrid por Felipe II como capital del Reino, en 1561, ha suscitado el interés de historiadores y cronistas, que han indagado sobre las razones que pudieran motivar a su elección por el soberano, máxime cuando en el país existían otras ciudades, de mayor relevancia con infraestructuras más adecuadas que hubieran podido optar a ese honor. ¿Por qué Felipe II escogió a Madrid para el traslado de su Corte desde la ciudad imperial (Toledo)? El hermetismo del monarca, en este sentido, ha propiciado que los investigadores hayan emitido su opinión, e hipótesis que han tratado de contrastar. En el debate de la elección de Madrid, como capital del Reino subyace la polémica de sí esos motivos fueron geográficos, sociales, estratégicos, políticos o también humanos.

Si Toledo era la sede itinerante de la corte de ese imperio y contaba con infraestructuras suficientes para asumir la capitalidad. ¿Qué razones impulsaron a Felipe II para modificar la sede de la capital y efectuar su traslado? ¿Qué méritos o factores positivos tuvo la Villa madrileña para ser elegida y desplazar a Toledo de ese privilegio, además de descartarse a otras ciudades más relevantes?

Toledo, según el cronista madrileño, José del Corral, era una ciudad por la que sentían aversión Carlos V y su hijo por sus calles estrechas y tortuosas y sus cuestas exageradamente empinadas que dificultaban el tránsito de personas y vehículos y, sobre todo, por el clima húmedo proveniente del Tajo que afectaba negativamente a la salud de la familia real que eran propicios a contraer enfermedades reumáticas. También la tercera esposa de Felipe II, Isabel de Valois (1546-1568), hija del monarca galo Enrique II y de Catalina de Médicis, de salud frágil, no se encontraba a gusto en la ciudad imperial.

Asimismo, los conflictos entre el poder temporal y espiritual eran frecuentes, en una ciudad en la que se encontraba la máxima jerarquía eclesiástica: el Arzobispo toledano, que era el Primado de España y la autoridad religiosa más poderosa y rica del país, hasta el punto que en 1559 una disputa entre el Corregidor, representante en la ciudad del monarca, y el arzobispo Carranza constituyó una de las razones fundamentales que propició, entre otras, el traslado de la Corte.

En cuanto a otras ciudades de mayor rango que Madrid que hubieran podido acceder a la capitalidad hay que tener en cuenta que Alcalá y Salamanca se descartaron por sus reivindicaciones estudiantiles. Segovia porque tenía un fuerte contingente de población de ascendencia morisca y también de tradición comunera. Valladolid por la fuerte implantación de herejes, en donde la Inquisición había tenido que intervenir. (En 1558 se produjo en la ciudad del Pisuerga y en Sevilla dos brotes luteranos que molestaron profundamente al emperador, Carlos V, según reseña Joseph Pérez, quien indicó inmediatamente a la regente, doña Juana, que adoptara medidas para atajar de inmediato esa actividad Juana fue regente por ausencia de su hermano, Felipe, de 1554 a 1559). Ávila, fue también una de Las candidatas, pero la escenificación en la ciudad abulense de una representación satírica sobre un monarca destronado fue ya motivo suficiente para que quedara descartada.

Otra ciudad que tuvo posibilidades fue Lisboa. A ello contribuiría que Felipe II fuera proclamado rey de Portugal. El cardenal Granvela le aconsejó la elección de la capital lusitana, ya que consideraba que su posición estratégica, frente al océano Atlántico propiciaría los contactos con Francia e Inglaterra, aparte de que su situación era privilegiada respecto al mar Mediterráneo y el Atlántico, pero hay que tener en cuenta que Portugal no se incorporaría a la Corona española hasta 1580 y que el objetivo prioritario de Felipe II, de acuerdo con la argumentación expuesta por Alvar Ezquerro, fue que la capital estuviera en Castilla.

También Sevilla era candidata a optar a la capitalidad. Tenía vías de comunicación que facilitaban el acceso al Océano Atlántico, pero la ciudad hispalense se encontraba en una zona conflictiva, próxima a la zona de las Alpujarras, en donde tendría lugar la sublevación de los moriscos granadinos, que acaudilló Aben Humeya entre 1568 y 1571. Asimismo, acaeció en 1581 otra rebelión de los moriscos sevillanos.

El historiador Manuel Fernández Álvarez desmitifica la argumentación que pudiera ser la proximidad de El Monasterio de El Escorial lo que pudo propiciar que Madrid fuera designada capital del Reino para comodidad del monarca.

Felipe II cuando ganó la batalla de San Quintín el 10 de agosto de 1557 hizo la promesa de construir un gran monasterio, como penitencia que el mismo se impuso, ya que en el conflicto se destruyó el edificio religioso de unas monjas, y también la batalla se llevó a cabo el día en el que la iglesia conmemoraba en el santoral el día de San Lorenzo, mártir español. No es que eligiera Madrid en función del Monasterio de El Escorial, sino -«a contrario sensu»- una vez que la urbe es designada capital es cuando se planifica el sitio en donde se construirá ese grandioso edificio.

¿Cuáles hubieran podido ser las virtudes y méritos para elegir a Madrid como capital?

Algunos motivos que se aducen para que el rey adoptara esa decisión se basan en: si la Villa gozaba de un clima óptimo, con aires sanos y aguas abundantes de indudable calidad, vegetación abundante y zonas de recreo y ocio para los cazaderos a la que era tan aficionado el rey; si se trataba de una ciudad poco conflictiva, en la que la Monarquía no iba a encontrar problemas y rivalidades de carácter político y religioso; si la situación de Madrid en el centro del país desde el punto de vista estratégico era idónea para esa opción, máxime cuando estaba enclavada en el corazón de Castilla, el reino que tenía que asumir los cuantiosos gastos exigidos por los monarcas como los relativos a sus campañas bélicas.

José Cepeda Adán menciona el testimonio del cronista real de la época Luis Cabrera de Córdoba (1569-1623 respecto a la intención del monarca que «...juzgando la incapaz habitación de Toledo... determinó poner en Madrid su real asiento y gobierno de su Monarquía... bien proveída de mantenimientos por su comarca abundante, buenas aguas, admirable constelación, aires saludables, alegre cielo y muchas cualidades naturales...».

¿Cuáles hubieran podido ser otros motivos para escoger a Madrid como capital del reino?

Fernández Álvarez analiza cómo se puede explicar que una pequeña urbe frente a otras de mayor enjundia y tradición fueran descartadas, acontecimiento difícil de descifrar. Puede que el rey quisiera una pequeña capital no conflictiva que pudiera configurar a su manera y que no objetara sus decisiones. Ya en diversas misivas de Felipe II que Fernández Álvarez puso consultar en el Archivo Imperial de Viena, pudo constatar en esas cartas, de 1554, enviadas a su hermana María y a su cuñado Maximiliano, las intenciones del monarca:

«Ayer vine aquí, a Toro, a donde me pienso holgar ocho o diez días, para irme después a trabajar a Madrid».

Asimismo, Geoffrey Parker hace referencia al comentario de Fray José Sigüenza (1544-1606), asesor del monarca, sobre el hecho de que el rey escogiera Madrid como Corte y Sigüenza motiva esa elección cuando manifiesta: «... que comenzó a poner los ojos en donde asentaría su Corte, entendiendo cuan importante es la quietud del príncipe, y estar en lugar para allí proveerlo todo, y darle vida, pues es el corazón del cuerpo grande de España. Conténtole sobre todo la Villa y comarca de Madrid, porque es el medio y centro de España, donde con más comodidad pueden acudir a todas partes».

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