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Martes, 15 de julio 2008, 02:59
'Náufragos de la Mar'. Ese será el nombre de la asociación sin ánimo de lucro que van a constituir en Cantabria los familiares de las víctimas del petrolero 'Bonifaz' para que su recuerdo no se pierda en el olvido y pasar el testigo a otros. En aquel siniestro sucedido el 3 de julio de 1964 a nueve millas al este del cabo Finisterre perdieron la vida veinticinco personas. De los veinte que se hundieron con el buque para siempre once eran cántabros y de ellas dos mujeres, las esposas de dos tripulantes. Todos ellos serán nombrados socios de honor de 'Náufragos del Mar'. Una idea que surgió el pasado viernes en Finisterre, cuando sus familiares contemplaron por primera vez el lugar donde están sepultados y les lloraron largamente.
Un pescador de la localidad coruñesa de Muros, Manuel Caamaño, hizo posible el milagro del encuentro de hijas, hermanos, sobrinos, tíos y supervivientes del barco con el cementerio marino de sus mayores. Hubo en ese momento un silencio sólo roto por el llanto y el abrazo entre cántabros y gallegos, porque cuatro muredanos duermen también para siempre en el pecio.
«El sol se estaba poniendo en el horizonte y los rayos se hundían en la mar señalando el cementerio donde están nuestros padres y nuestros hermanos», aseguraron alalimón Piedad Pereda y Victoria Campo. La primera perdió a sus padres y la segunda a su hermano y cuñada.
El sábado en que se celebraba el acto oficial de homenaje a las víctimas del Bonifaz, Muros amaneció de luto. Dos jóvenes habían perdido de madrugada la vida en un trágico accidente de tráfico. Se suspendieron las fiestas pero no el homenaje a las víctimas del 'Bonifaz'. La solidaridad demostrada por esos gallegos tocó la fibra de los cántabros «sólo tenían ganas de llorar y nos sonreían». Hasta la Casa de la Cultura de Muros llegó la voz del presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, diciéndoles en nombre de todos los habitantes de esta región: «No estáis solos en vuestro recuerdo. Vuestra pérdida es también la nuestra y vuestra historia, un capítulo amargo que compartimos como cántabros y también, como españoles». El párroco de Güemes, Enrique Bustio, uno de los capellanes que tuvo el barco en algunas travesías fue uno de los concelebrantes de la misa funeral celebrada en la parroquia de Muros. Allí estaba el capitán del Bonifaz, José Miguel Amézaga, quien nunca se recuperó de aquelgolpe y el segundo y tercer oficial, Pedro Cagigas y José Manuel Azofra. La familia del naviero Pereda estuvo representada por su hija Pilar que trató a todos con cariño y afecto. A la vuelta a Cantabria y a la rutina, sólo tienen una palabra para Galicia: gracias.
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