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EFE
Domingo, 27 de julio 2008, 02:38
Oscar Freire (Torrelavega, 32 años), tres veces campeón del mundo de fondo en carretera, sacó brillo a su amplio historial con la consecución del maillot verde del Tour de Francia, lo que le convirtió en el primer español que logra esta prenda que premia la regularidad a lo largo de toda la prueba.
El ciclista cántabro, ganador de la decimocuarta etapa en Digne les Bains, aseguró la camiseta verde al sumar 244 puntos, por delante del alemán Erik Zabel, por lo que sucede al belga Tom Boonen y pone su nombre en una lista en la que el propio Zabel cuenta con el récord de camisetas verdes, con seis.
Un premio que aporta una nueva experiencia a uno de los deportistas españoles más laureados de la historia merced a sus tres títulos mundiales, aunque en su rico palmarés figuran 60 victorias, entre ellas dos en la Milán San Remo, uno de los grandes monumentos del ciclismo.
Casado con Laura y con un hijo, Marcos, Freire es un corredor de enorme carisma en el pelotón, respetado en su vertiente deportiva y personal. El cántabro se metió al pelotón en el bolsillo desde su primer Mundial en Verona'99, incluidos a sus rivales, pues su humildad, su carácter sencillo y su timidez se unen a su clase como ciclista. Un año antes de su explosión profesional se había presentado en sociedad con la medalla de plata en el Mundial sub'23 de San Sebastián.
Freire debutó en profesionales en 1998 con el equipo Vitalicio, dirigido por Javier Mínguez, que le contrató por dos temporadas a razón de tres y cuatro millones de pesetas cada una. Con el segundo de los sueldos, Freire pasó a la historia por ser el campeón del Mundo más 'pobre', pero su vida cambió radicalmente con el maillot arco iris.
Desde su debut como profesional el ciclista de Torrelavega ha combinado su condición de campeón con la de paciente, ya que sus lesiones han sido frecuentes. No obstante, con la misma facilidad que tiene contratiempos físicos, se recupera de ellos. El año 1998 fue muy sombrío para Oscar Freire .
En agosto de 1999 se echó a la carretera con un futuro más oscuro que despejado. Pero es entonces cuando llegó el principio del fin del ostracismo: con solo 11 días de competición fue convocado por el seleccionador, Francisco Antequera, para el Mundial de Verona. En la ciudad italiana ganó el oro por delante del suizo Markus Zberg y del francés Jean Cyril Robin. Con el maillot arco iris se acabaron los contratos de principiantes. Fichó por el Mapei italiano, a razón de 100 millones (de pesetas) por temporada y se empezó a valorar las virtudes de un fenómeno del pedal con olfato de clasicómano y nada obsesionado con el Tour.
Oscar Freire pertenece a una tierra con denominación de origen en materia ciclista. Pero la carrera profesional de Freire no hubiera sido posible si no hubiera salvado a los 3 años una enfermedad que a punto estuvo de costarle una pierna. Ingresado en el Hospital Universitario del Marques de Valdecilla de Santander, los doctores no encontraban solución para una cojera que padecía y los especialistas decidieron enviar las pruebas a diversos centros de todo el mundo. Desde Caracas llegó la solución: se trataba de una tuberculosis ósea. El tratamiento para esa enfermedad dio resultado y salvó la pierna. Actualmente el tobillo de Freire tiene déficit de tendones, huesos y cartílagos.
Freire no es un campeón cualquiera. Es un ejemplar único en el ciclismo mundial. Los Juegos Olímpicos de Pekín y el Mundial de Varese serán sus próximas citas. Una medalla sobrevuela sobre el equipo español.
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