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LETICIA MENA
Martes, 29 de julio 2008, 10:21
Paquita bien podría ser la protagonista de un cuento, sólo que su casuca, en lugar de estar en medio del bosque, está a ras de carretera en el pueblo de La Hermida. Ha conseguido reducir su vida a 18 metros cuadrados en pleno Desfiladero porque dice que «no le hace falta mucho espacio para sus cosas». Se describe como una mujer «muy limpia y ordenada», y no quiere dejar pasar por alto que «así he enseñado a mis hijas que hay que ser».
A Paquita le sorprende que su casa despierte curiosidad pero le gusta tenerla perfecta por lo que pueda pasar. Es asturiana, de Siejo -un pequeño pueblo que está al otro lado del puente de Panes-, y hace gala de ello con una imagen de la Virgen de Covadonga en el dintel de la puerta de entrada. A la izquierda está la cocina, que enseña orgullosa. «Tengo de todo, tele, nevera, vitrocerámica, un perrín (Trufa está debajo de una mesa) ¿Qué mas se puede pedir)», pregunta colocando uno de los muchos imanes que tiene pegados por todos sitios. «Aquí está el baño -dice corriendo una puerta de fuelle-. La ducha es nueva. Hace poco hice obras y cambié el baño, puse doble cristal en las ventanas, arreglé el tejado Ahora lo tengo todo precioso». Paquita está encantada con su hogar.
«Y ahí está la suite nupcial». Una cama de 'noventa' llena de peluches, un armario, una mesita y varios adornos hacen de su habitación un rincón muy acogedor. «¿El truco? Tenerlo todo muy ordenado. Como la casa es pequeña puede parecer que termino las labores en seguida pero tardo un buen rato en poner cada cosa en su sitio porque soy muy exigente». Pese a tener que hacer 'tetris' a diario, Paquita es «inmensamente feliz». «Me siento aquí fuera a ver pasar los coches -que ninguno pasa a 25 kilómetros por hora, que es la velocidad a la que hay que ir-; contemplo todo este negocio de los prados -dice señalando las montañas de alrededor-; y me doy unos paseos ¿Alguien me ofrece algo mejor? Lo dudo».
Dos terrazas y geranios
Y el no va a más está en las dos terrazas que flanquean su casa y que tiene llenas de geranios. En una tiene una mesita y una silla en la que pasa horas contemplando el transcurrir de los días de La Hermida. Y en la otra ha instalado una caseta de resina en la que tiene la lavadora, un arcón congelador y un montón de cajas. Fuera hay una mesa con sillas. «Nadie puede quedarse a dormir porque no cabemos pero sí a comer», apunta para recordar que cuando vienen sus dos hijas a verla se reúnen ahí.
El 'seto' que separa su terraza del asfalto es el propio quitamiedos de la carretera. «¿Miedo? Ninguno. Aquí nunca ha habido ningún accidente», responde al preguntarle si alguna vez se ha llevado algún susto por culpa de algún conductor despistado. Y al otro lado de la carretera, en la propia roca de la peña, su cuñado le construyó una pequeña fresquera a la que se accede corriendo una cortina mosquitera y en la que guarda patatas, aceite «Lo típico de una despensa».
Tele, rezos y paseos
Sus días pasan despacio pero lo tiene todo programado al dedillo: «Me levanto sobre las nueve, nueve y media. Sin madrugar, que eso ya lo hice durante muchos años. Desayuno dos kiwis y hago las labores de casa mientras veo el programa de Ana Rosa. Después saco un rato a la perrina y luego me acerco hasta aquella portilla a rezar un poco a la Virgen de la Luz. Soy creyente pero no voy a misa. A mí eso de tomar la hostia, tragarla y ser malo en la calle no me va. No me gusta la gente que hace eso. Pero yo rezo a la Virgen. Sé que sólo hay una pero la mía, con respeto a la de La Luz, es la de Covadonga porque soy asturiana».
Paquita comenta su agenda del día con vehemencia. «Seguidamente voy al bar de Marisa y allí leo las esquelas Lo demás lo paso rápido porque yo de política no entiendo. Y ahí, en las esquelas, me entero de la gente que se va muriendo de mi barrio de Santander -vivió en el barrio San Roque muchos años-, y a veces me cojo unos disgustos », comenta emocionada al recordar la pérdida de alguna vecina. «Después de leer las esquelas vuelvo a casa a comer y veo la 'fea' pero, como ahora no está la 'fea', ya no veo la serie. Cuando acaba me acerco adonde aquella señora que vive allí arriba a pasar la tarde y vuelvo a cenar. Los viernes y los sábados me toca dormir poco porque veo '¿Dónde estás corazón?' y 'La noria' ».
Casi sin tomar aire, Paquita comenta que «los programas de cotilleo me encantan, sobre todo Belén Esteban. A veces riño con los que se meten con ella en la tele y les llamo de todo. Todo el día contra Belén Esteban Que si esto, que si lo otro Eso no puede estar permitido. Que la dejen en paz que no ha hecho daño a nadie. A mí me gusta. Digo lo que siento porque no soy hipócrita. Yo no gusto a todos y ella tampoco, pero que no la machaquen». Después de defender con uñas y dientes a la ex de Jesulín, Paquita se justifica: «Es que me acelero cuando se habla de ella».
Buenos tiempos
Pero Paquita vuelve en sí cuando echa la vista atrás y recuerda que «durante doce años trabajé en una casa de Santander en la que me enseñaron todo lo que sé. El piso tenía 300 metros cuadrados y la señora era alérgica al polvo, así que tenía que limpiar el suelo de toda la casa de rodillas a diario», comenta mientras enseña las cicatrices que le han quedado. También limpié en la Caja Rural ». Durante años de mucho esfuerzo, Paquita fue ahorrando como una 'hormiguita' para poder acondicionar la casa en la que hoy vive feliz. Podría ser la protagonista de un cuento, pero tiene 72 años y dice que para cuentos, lo que dicen en la tele de 'La Esteban'.
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