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GUILLERMO BALBONA
Domingo, 10 de agosto 2008, 19:53
Tiene querencia por los proyectos arriesgados; cree que tras la difusa identidad de la interpretación caben descubrimientos cotidianos y vitales. Con prudencia, pero sin dejar escapar las oportunidades, busca crecer como actor, convencido de que ése es el reflejo lógico de que también ha crecido como persona. El actor santanderino Eduardo Noriega mantiene la mirada atenta y abierta tanto ante una arriesgada ópera prima como para embarcarse en proyectos que lleven implícitos grandes producciones. Con la mente puesta ya en los entresijos de su próximo rodaje -el debut como director de Oscar Santos- apura los últimos días de descanso en su ciudad natal donde carga las baterías sentimentales frente a la bahía y reflexiona sobre ese juego iniciático que lleva consigo la interpretación. Ha cerrado su temporada más internacional en la que ha sabido extraer de la piel de Hollywood, 'En el punto de mira', lo más positivo para su carrera. Su ambición, no obstante, está hecha con los materiales de un deseo: el de un cine que le permita abrir interrogantes como actor y como persona.
-Tras estos días en Santander, ¿vuelve pronto al trabajo?
-Sí, me voy este fin de semana, porque empezamos con los ensayos y pruebas de 'El mal ajeno', película que dirige Oscar Santos, director novel, con guión de Daniel Sánchez Arévalo, a quien admiro mucho. Y además vuelvo a trabajar con Amenábar, porque es quien produce la película a alguien de su quinta, de su generación. Es un proyecto muy complicado, pero muy interesante para mí. Me parece muy difícil pero donde está la dificultad y el riesgo es donde se halla lo interesante.
-Difícil, ¿por el guión o por la historia?
-Por la historia, que posee elementos fantásticos, y por el propio personaje. Quizá sea la primera vez que voy a interpretar un personaje en la barrera de los cuarenta, con una hija adolescente, con los problemas que ello conlleva. La historia tiene un elemento fantástico muy poderoso y a la vez está muy anclada a la realidad. Creo que cuanto más lo anclemos a la realidad con más facilidad entraremos en el tiempo. Estoy muy ilusionado.
-¿Y el reparto definitivo?
-Lo integran Belén Rueda, Clara Lago... La verdad es que es un guión muy bien construido por parte de Dani. Algunas de las dificultades por ejemplo se centran en que tiene nueve personajes que necesitan nueve grandes actuaciones por los riesgos que conlleva.
- ¿Por qué cree que ahora está tan de moda el género fantástico, o al menos recurrir de modo periférico a lo insólito y a la atmósfera de terror? Vía, por cierto, que abrió Amenábar.
-Sí, no sólo Amenábar, pero es verdad que él ha encabezado una generación. También venía de Alex de la Iglesia en un periodo anterior. Ese thriller mezclado con el fantástico que le encanta, por ejemplo, a Guillermo del Toro. En general, creo que el género tiene menos dificultades para ser producido y distribuido. Los productores enseguida ven un público potencial o concreto que va a acudir a las salas. En teoría tiene más facilidad de salida a las carteleras. Creo que es un género muy agradecido y con mayor salida que producir una película menos comercial.
-Ya que comenta este rodaje inminente, ¿qué otros proyectos paralelos maneja? Ha acabado el rodaje de 'Petit indi' de Marc Recha y está pendiente el estreno de 'Transsiberian'...
-Sí, se estrena en octubre, vamos a Sitges. Hemos estado este año en Sundance, en Berlín. Se acaba de estrenar ahora en Nueva York. En España sale en otoño. Tengo muchas ganas de que se estrene aquí. Es una película española rodada en inglés y dirigida por un director norteamericano (Brad Anderson), con estrellas como Ben Kingsley o Woody Harrelson. Es un thriller muy bien construido, pieza a pieza, hasta que todas terminan por encajar. Sobre todo, lo que me gustó de esta aventura (en la que encarna a un «seductor caradura»), además de meterme en un tren que atraviesa Beijing hasta Moscú donde los personajes están encerrados y atrapados por el tren y por la nieve, es que ningún personaje es lo que aparenta ser. Igual que las matrioskas rusas, los personajes tienen muchas capas y a medida que surgen las dificultades van saliendo las diferencias y va apareciendo el verdadero ser que hay debajo. Eso nos permitía a los actores construir de verdad un personaje, aparte de trabajar con esos grandes nombres.
-¿Cómo ha sido su segunda experiencia con Marc Recha?
-Bien, muy bien. De hecho he hablado ayer con el protagonista, Marc Soto, que también anda por Santander. En este proyecto me involucré hace años; recuerdo que hasta lo moví por Madrid buscando una coproducción. Es una historia que había que contar y explicar, sobre todo la visión de la vida de una familia a través de los ojos del hijo menor, de un chaval de 17 años del que soy su hermano en la ficción. No puede ser una película tan contemplativa como otras suyas. Por tanto, creo que va a conectar con un mayor número de espectadores. También estaba el reto de rodar en catalán.
- ¿Cómo en el anterior filme? ('Las manos vacías')
- Sí. La otra vez la idea era rodar en tierra de nadie porque se rodó en el sur de Francia, en una zona que los catalanes llaman Cataluña norte y Recha quería también hablar de eso. Luego, los actores franceses eran incapaces de decir bon día y se fue eliminando el catalán progresivamente. En este caso, es íntegramente en catalán y el personaje también, de una familia desestructurada, en un barrio pobre de Barcelona. La madre está en la cárcel y el chaval hace todo lo posible por sacarla. Me gusta la idea de poder combinar un cine más comercial con otro que no lo es tanto.
- Da la sensación desde fuera, desde el punto de vista profesional, que existen dos Eduardo Noriega. Uno que aprovecha las oportunidades de la industria y otro que mira siempre al cine independiente.
-Bueno hay una querencia por mi parte de arrimarme a películas como las de Recha porque es el tipo de cine que a mí me gusta. Lo cierto es que si siempre trabajara con directores de este tipo acabaría diluyéndome. La oportunidad que me brinda el cine es que soy capaz de estar en películas como 'En el punto de mira' que es una película de Hollywood, donde solamente el presupuesto que tenía para la publicidad en España es mayor que el presupuesto total de Reche; no sólo para rodar, sino para hacer copias y para publicidad. Es la paradoja del cine, pero son los dos caminos por los que circulan las películas. Creo que es interesante poder ver ambos lados. Saltar de una producción a otra tan distinta es enriquecedor por lo menos.
-Haciendo como una especie de bucle, hace aproximadamente unos 12 años le entrevisté en Santander cuando era un actor emergente. Acababa de rodar 'Tesis'. ¿Qué ha cambiado para bien y para mal en Eduardo Noriega?
-En este periodo -desde los veinte y pocos hasta los 35 que tengo ahora- espero haber crecido como persona. Estoy convencido de que un actor no deja de formarse y no deja de hacerse. Creo que para adquirir cierta madurez como actor necesitamos adquirir madurez como persona y poder volcar nuestras experiencias vitales y nuestra perspectiva de la vida a los personajes que hacemos para ir dándoles más complejidad y profundidad. Yo adivino cierta progresión en mi capacidad actoral con lo cual creo que también la hay en mí como persona. Si hay un elemento común, es que todavía no he perdido la ilusión y la curiosidad. Ahora mismo estoy en un momento de excitación porque van a comenzar los ensayos y se abre un libro en blanco. Estoy muy ilusionado con Oscar y ver cómo va a acabar esta película. Creo que es importante no perder ese motor, el saber apasionarte por las cosas que haces.
-A diferencia de muchos profesionales, Noriega se caracteriza en el cine español por seleccionar bastante a la hora de elegir proyectos, ¿ha tenido que hacer muchas concesiones también?.
-Sí, más al principio porque cuando empiezas en esto lo que quieres es trabajar, no te planteas otras cosas. Lo que buscas es trabajar y crecer y si la película no es buena ya lo será la siguiente. Luego, poco a poco, se van mirando guiones. Hay un motivo por el cual tengo que elegir y es que yo no hago muchas películas al año. Hago una o dos, o ninguna, pero no puedo acumular el trabajo, no puedo estar con dos proyectos a la vez porque intento hacer cosas distintas o dar toda mi dedicación a cada proyecto. Desgraciadamente este año sólo he podido hacer dos pero había otras películas o proyectos que me gustaría haber podido hacer. Este año me proponían una historia para rodar en Teherán y estaba como loco con el proyecto. Ni siquiera tenía un guión como tal porque era casi un experimento, sin palabras. Me entusiasmaba la historia, pero no va a poder ser por una coincidencia de fechas. Esa es la idea de lo que yo quiero hacer, ser capaz de saltar a proyectos completamente distintos y géneros distintos.
- ¿Qué rescoldo le ha dejado la experiencia de 'En el punto de mira'?
-La verdad es que yo tenía ganas de probarme. He hecho una película en Hollywood, y tenía que saber si era capaz de hacer esa película. No llamo la atención, nadie va a decir en ese película, ¡qué horror, está el españolito! No. La verdad es que para mí ha sido una muy buena experiencia. En cuanto a equipo técnico y rodaje no hay grandes diferencias. Un técnico español podría estar allí perfectamente, pero ante la magnitud del proyecto y la cantidad de gente y maquinaria, se pierde el tú a tú y el codo con codo que tenemos aquí. En el cine español estás encima de cada secuencia, proponemos un millón de cosas, muchas de las cuales no son aceptadas. En cambio allí, yo notaba una distancia enorme con el director, apenas había diálogo con el actor. En Europa o en España es mucho más artesano, allí es muy profesional pero no hay esta relación humana. Una anécdota. En esta película cuando en el guión se incluye una escena en la que me ponen una pistola en la garganta me hacen decir '¿vete al infierno!; y yo le comento al director que es irlandés, buscando la complicidad europea, que a alguien cuando le amenazan no dice 'vete al infierno', sino 'qué hijo de puta' y él me contesta que no se puede porque catalogarían la película para mayores de 18. Resulta que hay 27 muertos en esta película y no podemos decir un 'fuck you' porque cambia el criterio moral. En ese sentido, es enriquecedor también tener que acoplarte a las distintas maneras de rodar. Cuando dicen acción estás igual de solo y tienes los mismos miedos cuando haces una superproducción, otra película o un corto. Pero, bueno, puedo darme el gustazo de haber rodado con estrellas que admiraba desde niño. Además estoy asombrado de la capacidad de producción de los americanos. La película se estrenó a la vez en 60 países. Y desde que leí el guión me pareció una película con cierta dosis novedosa, con una estructura compleja de guión...
- Cuando dice que Hollywood le da pereza, ¿qué significa?
-Tengo 35 años, me encanta mi trabajo y mi profesión, sobre todo hacer una película de bajo presupuesto donde hay que arrimar el hombro. Todavía tengo toda la fuerza y energía para hacerlo. Los Angeles, sin embargo, es una ciudad que no me gusta nada, no hay contacto humano, no hay gente en la calle. Si quieres hacer carrera en Hollywood, tienes que irte allí, instalarte allí, hacer publicidad, salir en las revistas, aparecer en todas las series de televisión. Igual me pillan con 20 años y me voy. Ahora no. Mi premisa: es si no lo hago aquí, por qué lo voy a hacer allí.
- Al margen de las cuestiones puntuales, ¿qué criterio o querencia le lleva a eligir un determinado proyecto?
-Tiene que ver con algo intuitivo, instintivo incluso. Comienzo a leer una historia y primero me la tengo que creer, meterme en ella e imaginarme a mí mismo en ella. Si te llama Amenábar, creo que va a ser difícil decirle que no. Por supuesto, puede que te equivoques porque nunca sabemos cómo va a quedar una película. El guión es la estructura fundamental, luego intervienen tantos elementos humanos y técnicos que nunca sabes el resultado final. Por eso, no conviene pensar mucho ni darle muchas vueltas a la cabeza.
- ¿Qué lugar puede llegar a ocupar el teatro en su carrera?
-Llevo tiempo persiguiendo una pieza, sigo buscando textos y estoy convencido que llegará algo interesante. Es difícil bajarse de la dinámica cinematográfica porque tengo en perspectiva algo posible para finales de 2009, otro para finales de 2010. De todos modos, sigo esperando porque parte de la maduración de un actor pasa por el escenario de un teatro. Mi formación además fue teatral.
- ¿Y la televisión?
- La televisión me interesa menos, pero tampoco la descarto. Si la suelo dejar a un lado normalmente es porque la dinámica de grabación de televisión es muy rápida, te dan el guión por la mañana y al final no se mima tanto como el cine. Y me da mucho miedo esa exposición pública que conlleva el estar a diario en la pantalla de televisión. En cine no pasa eso, la gente te entra con mucho respeto, te miran y no saben bien si te conocen o no; con la televisión es apabullante.
-¿Sigue las críticas de sus interpretaciones?
- Sí, y la verdad no puedo evitar que me afecten; sobre todo cuando hay algún crítico despiadado. Pienso, 'pero yo le debo dinero a este hombre; tiene algo contra mí'. Incluso, hasta podría estar de acuerdo con lo que está diciendo si eliminamos ese tono que parece de venganza. Con el tiempo asumes que en el momento que te pones en el escaparate tienes que aceptar todo tipo de críticas. A veces lo que me molesta es el poder que tiene. Hay que reponerse de las críticas. Cómo se consigue: pues trabajando.
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