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MAXI DE LA PEÑA
Domingo, 24 de agosto 2008, 14:47
La Escuela de Folclore de Colindres incluye clases de dulzaina desde hace unos años La dulzaina es un instrumento de viento de lengüeta doble de la familia del oboe (es el equivalente de la bombarda bretona). Tiene forma cónica y unos treinta centímetros de longitud. Castilla y León, La Mancha, Aragón, Navarra o La Rioja, donde se conoce como 'gaita', son regiones donde está extendido este instrumento. Pero la dulzaina se enraizó en la comarca oriental de Cantabria y en el siglo pasado era más popular por aquella zona que el pito y el tambor. Al pito que se le conoce más como clarinete en estos pueblos. Y Seña, una localidad del municipio de Limpias y próxima a Laredo, ha dado la dinastía más importante de dulzaineros de Cantabria: la familia Nazábal. El patriarca, Leandro, fue toda una institución. Su bisnieto Javier Marcos prosigue la tradición y pretende además que no pierda este instrumento para el folclore regional.
-Dulzaineros en Cantabria. No vea lo complicado que ha sido dar con usted.
-¿Por qué?
-Porque apenas quedan y el más afamado era su difunto bisabuelo Leandro Nazábal.
-En Seña siempre se ha tocado la dulzaina. A mi bisabuelo Leandro no le llegué a conocer porque falleció en 1983. Es cierto que era una leyenda en la comarca oriental. Formó pareja artística con su hijo Emilio, o sea mi abuelo paterno, que tocaba la caja desde los seis años.
-¿Todavía vive Emilio?
-Sí, tiene 88 años, pero está fastidiado. Cosas de la edad.
-¿Cuándo empezaron?
-En la década de los treinta. Por aquella época había también un personaje muy popular que se llamaba Lin y tocaba el silbu con el tamboril.
-¿Ese instrumento es como el txistu vasco?
-Realmente así es. Es una pequeña flauta con tres agujeros. En el valle de Liendo queda un señor que se llama Vidal Isequilla, pero ya está retirado desde hace tiempo.
-Hay mucha influencia vasca en la música tradicional por esta zona.
-Es normal, porque hay municipios que son limítrofes. Hay canciones que se tocan en un lado y en otro. Me imagino que ocurrirá lo mismo cuando te acercas a Asturias y Castilla.
-¿La dulzaina era el instrumento rey en Seña?
-Claro que lo era. No había fiestas y romerías sin que se escuchara la música de este instrumento. Los dulzaineros eran muy populares en aquella época.
-¿Y usted cómo aprendió a tocar esta joya del folclore?
-Aprendí a los 19 años y nadie me enseñó. Mi bisabuelo tenía una dulzaina vieja en la que no existían notas y había que tapar los agujeros como se hace con la flauta. Un artesano castellano, Lorenzo Sancho, vino a buscar la dulzaina para sacar el mismo sonido en las que él estaba construyendo en su taller.
-¿No me diga que se la regalaron?
-Pues sí. Mi familia, y en particular mi abuelo Emilio, decidió regalársela y en agradecimiento nos hizo dos copias exactas. Es a raíz de ese momento cuando yo empecé a tocar la dulzaina con un amigo del pueblo, y también en el grupo Ni tanto ni tan dellu, donde me dedicaba más a la percusión.
-Hay unas grabaciones impagables de su bisabuelo Leandro.
-Leandro y mi abuelo Emilio grabaron como diez canciones en una cassette en los años 60. De esa cinta se extrajo un fragmento de 'Mambrú' y se integró en una recopilación de folclore cántabro realizada por Radio Nacional.
-¿Es cierto que la famosa dulzaina fue construida en Cuba?
-La hicieron en Cuba, es rigurosamente cierto. La hizo una persona que tenía vínculos con Seña y Colindres.
-¿Qué repertorio se puede interpretar?
-Jotas, pasacalles, pasodobles y valses.
-¿Qué diferencia existe entre un clarinete (pito montañés) y la dulzaina?
-El clarinete es un instrumento con más notas y más escalas. Tiene unas clavijas de hierro por fuera, mientras que la dulzaina es más corta de longitud y sería como la madera del clarinete. Éste tiene un sonido mucho más agudo. La boquilla de la dulzaina es de caña por los dos lados, mientras que el pito posee una caña plana en la parte donde se sopla. Mi abuelo Emilio dice que los clarinetes 'jodieron' a la dulzaina.
-¿Alguna razón?
-Se empezó a extender por comarcas donde nunca se había tocado.
-La dulzaina es más de la zona oriental.
-Sí, porque en Laredo y en Guriezo había dulzaineros como en mi pueblo, en Seña. En el País Vasco y en Navarra también se toca y en La Rioja lo llaman 'gaita'.
-¿Toca también la caja?
-La caja y el tambor. Las jotas 'a lo pesao' requieren un ritmo más redoblante cuando acompañas a la dulzaina, a diferencia del clarinete.
-¿Cómo se involucró en un proyecto de música folk?
-A mí me gusta la música en general. Los componentes de Ni tanto ni tan dellu, que son de Laredo, me conocieron en Seña, que está muy cerca, y me vieron acompañando con la caja a un señor que tocaba el requinto. Le gustó como lo hacía y de eso fue hace como cinco años. Éramos una banda en la que tocaban tres gaitas, un tambor, una pandereta, una darbuka, bombos, dos silbus y una flauta travesera.
-Ya no está en el grupo.
-Lo dejé por diferencias artísticas y personales. No me gusta hablar mucho de ello.
-¿La Escuela de Folclore de Colindres está impulsando mucho la afición por el folclore regional?
-Está haciendo una buena labor. Y el festival Sauga, también. El folclore estaba muerto en esta comarca. Raúl Molleda, que ahora está en Gatu Malu, tocó la dulzaina con mi abuelo Emilio. Eso ocurrió en 1997, cuando estaba en Luétiga. Cuando interpretaron juntos se grabaron las canciones. Al escuchar la cinta las aprendí.
-Usted forma pareja artística con Felipe San Miguel.
-Tocamos en las fiestas de Seña y en otros pueblos de la comarca, pero más como un 'hobbie'. Cuando toco la dulzaina salen todas las mujeres a bailar la jota. Me dicen ¿Toca Javi, toca Javi! La verdad es que resulta muy emocionante.
-¿Se considera el sucesor de su bisabuelo Leandro?
-Sí que me considero el sucesor. Me dicen que toco parecido a mi bisabuelo y eso me produce un 'subidón' de autoestima.
-¿Con qué músicos ha coincidido de la música tradicional?
-Con Miguel Cadavieco, que es un tío estupendo, con Luis Santander, que es cantador y mi jefe en el taller mecánico de Beranga y con los Gaiteros del Faro, que también son buena gente y hacen una música que está muy bien.
-¿La gente joven sigue teniendo prejuicios con el folclore?
-Yo creo que la gente de mi edad, tengo 24 años, y los que vienen detrás de mí respetan el folclore. Hay un resurgimiento, pero no eso no quiere decir que todo el mundo se dedique a lo tradicional.
-¿Cómo ahora usted?
-Sí, ahora estoy en un proyecto de música rock, pero me gustaría compaginarlo con el folclore. En mis manos está que perviva la dulzaina porque tiene un sonido precioso, dulce y más melódico que el clarinete o pito como le llaman en la Cantabria más interior. Se podría introducir la dulzaina como la gaita dentro del rock.
-¿Es verdad que tiene el mismo volumen que la gaita?
-Sí que lo tiene. Es muy habitual hacer pasacalles con este instrumento. En Seña la gente del pueblo se lo pasa fenomenal cuando se hace el recorrido.
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