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ROBERTO RUIZ
Domingo, 24 de agosto 2008, 02:36
La vieja aspiración de los vecinos de Pitres -un pequeño pueblo situado a 1.200 metros de altura en plena sierra alpujarreña- de convertirse en puerto de mar sigue hoy más viva que nunca: su Ayuntamiento quiere que su especial dársena se reconozca oficialmente por Puertos del Estado. Ésa es la pretensión de María del Rosario Fernández, alcaldesa de La Tahá, municipio al que pertenece, a cuyos lugareños se les conoce como 'bárbaros' desde que hace ya décadas pidieran a un gobernante local la concesión de un puerto marítimo, obviando que el litoral quedaba bien lejos.
Lo que pudo hacerse entonces como burla a un político que, por prometer, hasta prometió al pueblo lo imposible, pretende ahora impulsarse como un reclamo y atractivo turístico más de la zona.
Para ello el Consistorio está estudiando la fórmula para poder solicitar a Puertos del Estado que, al menos de forma simbólica, reconozca a Pitres como puerto marítimo y lo incluya en su catálogo oficial. «Aunque a la gente le parezca una barbaridad. Somos un pueblo de los menos conocidos de la Alpujarra y queremos atraer un poco de turismo», explica Fernández, quien añade que la leyenda «sigue estando viva» en el pueblo.
Las gestiones municipales no se han hecho esperar y, de hecho, ya se ha contactado con varios puertos españoles, incluido el granadino de Motril, con el que Pitres aspira a hermanarse. Las pretensiones de los lugareños se desataron hace ahora diez años, puesto que se ha cumplido una década desde que fue inaugurado el no menos curioso 'paseo marítimo' de la localidad, en cuyas inmediaciones también fue colocada un gran ancla y un barco pesquero.
'La sardina resucitá'
Pero las referencias típicamente costeras de este pueblo serrano no quedan ahí, puesto que «los bárbaros de Pitres» cuentan incluso con una cofradía de pescadores conocida como 'La sardina resucitá', pescado que también es degustado por sus habitantes con motivo de las fiestas en honor a San Roque.
De hecho, en los festejos del pueblo los vecinos han llegado en alguna ocasión a 'plantar' sardinas en sus tierras, que eran regadas para que pudieran crecer así «gordas y jugosas», haciendo así irónica gala de su condición de «bárbaros».
Años antes, con motivo del quinto centenario del descubrimiento de América, en 1992, el particular puerto pitreño llegó a acoger la llegada de una de las carabelas colombinas, cedida temporalmente por el Ayuntamiento de Lanjarón.
La leyenda de este puerto ha quedado plasmada en canciones tradicionales y en dichos populares que evocan el compromiso de aquel gobernante local: «¿Bárbaros de Pitres , qué queréis?», preguntó el político. «Puerto de mar», le respondieron, a lo que éste concluyó: «Concedío lo tenéis».
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