Idioma, voluntad... ¿política?

Hace algún tiempo se organizó un revuelo más que considerable cuando la ministra de igualdad tuvo la ocurrencia de decir aquello de 'miembra'. Destacados académicos, escritores y políticos la pusieron a caldo. Son los Pérez Reverte y Marías de turno empeñados en remarcar que en el español el plural masculino abarca el femenino.

¿Claro! Y en la legislación española de no hace mucho una mujer no podía obtener el pasaporte ni solicitar un crédito sin el permiso de su marido. Lo masculino todo lo abarca.

Y el señor Guerra, don Alfonso, diciendo con mucha ironía aquello de: ¿tendremos que decir portavoza? Cuando yo suponía que Don Alfonso sabría que 'voz' es femenino y la cuestión está entre 'el' o 'la' portavoz.

Si la sociedad ha sido y es machista el idioma no es neutral.

Tantos tan pijoteros con la ministra y se callan como muertos ante esa repelente costumbre de añadir al término 'voluntad' la calificación de 'política'. Pues hoy no me callo yo.

Se dice: si el alcalde (o el ministro o la ministra) tuviese 'voluntad política' el problema se resolvería muy pronto.

¿Que memez! ¿Qué es eso de la voluntad política? ¿Es un político con voluntad, un político voluntario o la voluntad del político?

Si la voluntad admite la especificidad de ser política tendríamos que aceptar que, además, podría ser voluntad social, voluntad económica, voluntad medioambiental, voluntad sanitaria, voluntad rural, voluntad urbana, voluntad urbanística, voluntad empresarial, voluntad sindical, voluntad marítima, voluntad aérea terrestre, municipal, regional, autonómica, nacional, internacional y así hasta que la memez alcance dimensiones cósmicas.

¿Ay, las formas de decir !

El idioma es el reflejo de la sociedad que lo crea, lo alimenta o lo maltrata.Señores (y señoras) míos: voluntad a secas. El diccionario la define como 'gana o deseo de hacer algo'. Pues eso ganas de hacer las cosas y hacerlas pronto y bien.

Se lo pide mi voluntad cachonda.

* EXPERTO EN MARKETING