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NACHO CAVIA |
Lunes, 27 de octubre 2008, 19:36
A las 11,10 de la mañana un varón llamó a la oficina de Caja Cantabria alertando de la colocación de un explosivo. Afirmó que estallaría en 40 minutos. De forma inmediata el director de la oficina se puso en contacto con la Guardia Civil. A las 11,15 llegaban al lugar los efectivos del cuartel de Los Corrales de Buelna y ponían en marcha el dispositivo habitual en esos casos. Se desalojó la oficina y el edificio de Los Arcos, en el que está situada esa oficina. A partir de ahí, la Guardia Civil acordonó la Avenida Cantabria, vía principal de Los Corrales de Buelna, a lo largo de unos 500 metros. A las 11,25 comenzaron a llegar agentes de la Guardia Civil de otros cuarteles para acordonar todo el casco urbano, calles transversales, la plaza de la Constitución y el entorno del Teatro Municipal, muy cercano a la oficina amenazada. A cuantos vecinos observaban desde edificios próximos se les recomendó cerrar ventanas y balcones. También los comercios cerraron sus puertas. Y los niños de Educación Infantil de un colegio próximo fueron trasladados a otro edificio de ese mismo colegio, más apartado del centro del pueblo. En torno a las 12 del mediodía el despliegue de cuerpos de seguridad en el centro de Los Corrales de Buelna era espectacular. Además de la Guardia Civil, que hasta ese momento se había ocupado de proteger el entorno de una oficina que permanecía cerrada y con las luces apagadas, llegaba la Policía Local y Protección Civil de Los Corrales, efectivos del 112 y del 061. Junto a ellos el concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna, Serviliano González, en contacto permanente con la alcaldesa, Mercedes Toribio. La alcaldesa hablaba sobre el mediodía con la Delegación del Gobierno: en principio, se trataba de una falsa alarma. Sobre las 12,40 llegaba el cuerpo del Tedax con dos perrros. Examinaron vehículos próximos y el interior de la oficina. A las 12,55 se daba por terminado el operativo y se levantaba el acordonamiento de la Avenida Cantabria. Aún así, la normalidad tardó en llegar a un pueblo conmocionado durante dos horas por la noticia. De hecho fueron muchos los vecinos que se acercaron a la zona. La preocupación se palpaba entre todos. Pero hubo final feliz.
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