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NACHO GONZÁLEZ UCELAY
Domingo, 9 de noviembre 2008, 09:33
Cien soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME), cincuenta efectivos del equipo de Espeleosocorro del Gobierno regional y diez agentes del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña de la Guardia Civil participaron ayer en un espectacular simulacro de rescate efectuado en pleno corazón del 'territorio Soplao' con la colaboración de numerosos voluntarios de Protección Civil llegados de Santander, Colindres, Arredondo y Rionansa y bomberos venidos de Castilla y León y Asturias. Tan sólo ese despliegue -sin precedentes- hizo del ejercicio todo un espectáculo a contemplar con la boca abierta.
Supervisado por el capitán Javier Trevín, responsable del Batallón de Intervención en Emergencias 'Biem V', y Martín González, coordinador técnico del Espeleosocorro Cántabro, el simulacro consistía en rescatar a una persona accidentada e inmovilizada en el interior de una cavidad alejada de cualquier núcleo urbano.
El acceso al lugar, sus características y la situación del herido (a 450 metros de la superficie), hicieron precisa la instalación de un puesto de mando desde el que los dos coordinadores de la maniobra siguieron el devenir del rescate trabajando con la información transmitida a tiempo real desde el interior de la cueva gracias a los equipos de telecomunicaciones desplegados por la UME.
Iniciado a las nueve de la mañana, el ejercicio se prolongó durante todo el día y concluyó hacia las nueve de la noche.
En todo ese tiempo, doce horas, Trevín y González fueron enviando a las profundidades de la cueva a un total de nueve grupos integrados, cada uno, por una decena de especialistas que accedieron a la cavidad por cualquiera de las dos entradas existentes -La Cuerre (abajo) y Boca Clara (arriba)- y que fueron encontrándose escalonadamente junto al accidentado. A mediodía, seis equipos estaban dentro. A las tres lo estaban todos. Un centenar de hombres y mujeres preparados para sacar al herido de allí.
«36 grados de inclinación, por momentos más vertical, con caída de piedras y agua»... Las referencias que los espeleosocorristas iban ofreciendo al puesto de mando sobre las condiciones de la cavidad, a siete grados de temperatura y con una humedad del 95%, y las condiciones en que hallaron al herido («politraumatizado») sirvieron a los coordinadores del simulacro para conocer la situación real del terreno y del accidentado y trazar un plan de evacuación que se prolongó hasta pasadas las nueve de la noche.
Y que transcurrió tal y como estaba previsto aunque con un ligero retraso (de apenas una hora), porque la camilla con el accidentado debía llegar a superficie a eso de las ocho y no lo hizo hasta pasadas las nueve. A esa hora, cuando los tres últimos equipos alcanzaron la superficie con el herido, concluía una maniobra espectacular que sirvió a la Unidad Militar de Emergencias, al equipo de Espeleosocorro del Gobierno cántabro, a la Guardia Civil y a Protección Civil para poner a punto su coordinación frente a una eventual situación de emergencia. Que de eso se trataba.
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