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TELEVISION

Santiago Carrillo

J. JAVIER ESPARZA

Lunes, 10 de noviembre 2008, 01:30

Esta gente de 'La Noria' nunca dejará de sorprendernos. La otra noche nos anunciaron el retorno de Roldán. Roldán! La cabeza de turco de la corrupción felipista, en televisión! Cuando estamos viviendo bochornosos episodios de corrupción en Cataluña, Galicia, Baleares y Andalucía, van y nos resucitan a Roldán.

¿Será para conjurar cualquier nostalgia? No creo, porque, para nostalgias, las del invitado estrella de esa misma noche: Santiago Carrillo, que iba allí a hablar de su libro. Carrillo ha gozado hasta ahora de un estatuto singular. Nadie ignora que es el principal responsable de las matanzas de Paracuellos en 1936, pero eso había sido dejado de lado en nombre de la reconciliación.

Y por encima de la vieja mancha negra del pasado, en 'Don Santiago' se subrayó su indudable servicio al proyecto democrático común cuando, en 1977, aceptó el statu quo de la transición, lo cual permitió la legalización del PCE. Para unos, fue un sacrificio del viejo comunista en provecho de la paz colectiva; para otros, fue lo único que Carrillo podía hacer si quería seguir pintando algo. Sea una cosa o la otra, el valor del gesto es incuestionable.

Ahora bien, ese estatuto singular de Carrillo ha variado sustancialmente en los últimos años a raíz de las iniciativas gubernamentales sobre la «memoria histórica», que han vuelto a potenciar la imagen del personaje como líder comunista de la II República. En este nuevo contexto, la pregunta decisiva no era más que una: ¿quién dio la orden de ejecutar las matanzas de Paracuellos? Nadie se la hizo en 'La Noria'; al menos, hasta las doce y media pasadas, que es cuando este escriba, agotado, se fue a dormir.

Es verdad que 'La Noria' hizo una especie de amago al recuperar aquellas imágenes de hace un par de años en las que Carrillo era increpado como «asesino» en un acto público. Era el momento de preguntar: «Y bien, ¿qué pasó?». Pero no hubo opción, porque mi amigo Verstrynge intervino para expresar su consternación por el hundimiento del bloque soviético. Qué esperpento.

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