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N. CAVIA
Domingo, 16 de noviembre 2008, 14:20
El Parador Gil Blas de Santillana del Mar se convertirá el próximo fin de semana en un enclave singular, a caballo entre la Edad Media que lo rodea y los tiempos, mucho más lejanos, en los que el pueblo cántabro habitaba a sus anchas en el norte de España. La persona que hará posible ese milagro se llama Miguel Cuevas, escultor residente en Los Corrales de Buelna, empeñado en recrear en bronce muchos de los vestigios de aquella época. Cuevas expondrá en Santillana del Mar piezas únicas relativas a Cantabria y Roma, aras votivas, un lábaro, estelas.
- Será algo más que una exposición al uso...
- Sí, será más bien un encuentro familiar en el que se aprovecha un entorno perfecto para una serie de actividades que también incluyen una cena primitiva y la exaltación a los dioses cántabros, un tanto relegados en la historia de Cantabria, mientras los dioses romanos han tenido más relevancia. Junto a la exposición, en el exterior del Parador, se reconocerá la importancia de la Diosa Cantabria, por cierto pronto recrearé un ara votiva de esa diosa sobre un texto hallado en Yugoslavia, o la Diosa Madre Deva. Habrá trajes para la familia y repartiremos galletas que llamamos 'labarucas'.
- Se recreará algo así como una jornada de un clan cántabro...
- Sí, seremos los Centiocos, los habitantes de los castros Pico Toro y Peña Mantilla, en el macizo del Dobra.
- Su trayectoria artística está centrada en la transformación del bronce...
- Llevo más de 25 años trabajando el bronce, haciendo modelos para una posterior fundición. El bronce, después de los metales preciosos, es el material más aprovechable, con colores y brillos realmente especiales, únicos.
-¿El proceso es complicado?
- Puede ser. Se basa principalmente en la ejecución de bajorrelieves, para lo que se requiere un conocimiento profundo de todas las técnicas de modelos, moldeo y fusión del bronce. En el proceso, primero se dibuja a escala el bajorrelieve o pieza a realizar, ejecutándose a continuación sobre madera, pastas, resinas, etc. Es importante dejar el modelo muy bien rematado, pues de ello dependerá que su moldeo con arenas especiales y posterior fusión sean su fiel reflejo.
- Y cada pieza es única...
- Cada obra tiene su importancia porque es única, ninguna pieza que resulta de la fundición es igual a otra. Aunque se hagan en serie, siempre resultarán piezas únicas. Hay muchos factores que influyen y ofrece un resultado diferente.
- Usted vende las piezas que hace...
- Sí, aunque hay que reconocer que se venden mal, porque son caras. Por ejemplo, un escudo heráldico se pone a la venta en unos 180 euros.
- Una obra ceñida a la heráldica...
- Ciertamente mi obra tiene mucho que ver con la heráldica. Desde la simbología de las 12 Tribus de Israel a órdenes militares, religiosas y, desde luego, una parte notable ligada a la cultura celta de nuestros antepasados, representada en las más importantes estelas.
- De su buen hacer hay constancia dentro y fuera de nuestras fronteras...
- Tengo el honor de que entre las personas a las que ha llegado mi obra se encuentran desde el Papa Juan Pablo II, a quien se entregó el escudo de los antiguos alumnos de La Salle, al Rey Juan Carlos I, que recibió la estela de Barros, o el presidente Adolfo Suárez, al que se entregó el escudo de armas suyo y de su esposa.
- ¿Hay algunas obras que destaquen?
- Todas tienen gran valor para mí, aunque no deja de ser especial la reproducción de la Última Cena, un trabajo de mucho tiempo, de muchos retoques. O la primera pieza que hice que fue una estela de lombera y, como no, la espada de mi tribu de cántabros.
En cuanto a su actual trabajo, al preguntarle se ríe y no dice nada, y es que está metido en la reproducción de cientos de escudos de pueblos de España.
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