España se aleja de las medallas

La mayor o menor claridad de los conceptos defensivos tiene un valor vital en la concepción del balonmano de elite. España, que nunca ha tenido una idea defensiva clara ni continuada, apuesta ahora por un 5-1 muy poco trabajado en esta ocasión y que cualquier ataque bien organizado lo puede romper. Suecia, esté quién esté en el banquillo, sigue haciendo del 6-0 una religión y no le importa el rival que tiene enfrente. Y se notó en el 34-30 final a favor de Suecia, resultado maquillado por los españoles en la fase final del choque. La apertura de la línea zaguera española y la distancia habida entre los jugadores sobre la línea continua permitió a Kallman romper el encuentro en los primeros siete minutos, anotando cuatro de los seis goles que llevaba Suecia en ese momento (6-3).

Se mostró imparable y lleno de recursos: dos tantos desde su extremo natural, uno desde el lateral y otro desde el extremo contrario.

Cuando la defensa española consiguió defender bien al jugador del Ciudad Real surgió Doder. En el intermedio entre uno y otro, España consiguió empatar el encuentro (8-8, m. 12). Pero en ese instante, Doder rompió la igualdad y bajo su dirección Suecia se paseó obteniendo un 11-3 de parcial, con siete goles suyos, que sirvieron para el 19-11 con el que se llegó al descanso. Se le permitió recibir en carrera y con espacio y ahí fue letal. Por contra, el 6-0 defensivo sueco rompió el ataque español. Desesperó a Entrerríos, anuló a Ruesga, acabó con el juego del pivote donde Garabaya no se pudo mover con la facilidad de otras tardes y dejó sin espacios a los extremos, letales ante kuwaitíes y cubanos, contra quienes pudieron jugar con velocidad, pero con números muy pobres este lunes. Y cuando no era la defensa, era Sjostrand quien frenaba el ataque español firmando 22 paradas.

Valero lo intentó todo: cambió de portero (Barrufet por Hombrados), a los laterales (Víctor Hugo y Viran Morros, por Alberto Entrerríos y Ruesga), intercambió continuamente a los extremos... pero nada. En estos casos hay que jugar a la heróica y el seleccionador español dio ese papel al jugador Iker Romero. Incluso, se acercaron a dos goles en la segunda mitad, pero se había cedido mucho terreno antes. Además de fallos imperdonables como en los penaltis (se fallaron cuatro) o en hasta seis mano a mano contra el meta sueco.