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TRIBUNA LIBRE

La alianza con Inglaterra hace dos siglos

Paulino Laguillo García-Bárcena y Federico Crespo García-Bárcena son miembros del Centro de Estudios Montañeses.

Miércoles, 28 de enero 2009, 01:15

Por estas fechas se cumplen dos siglos de que un representante de la Junta Suprema Central Gubernativa creada en Madrid ante el apresamiento de Fernando VII en Bayona por Napoleón en abril de 1808, embarcaba en Cádiz con destino a Inglaterra para conseguir ayuda económica y militar con que poder combatir al invasor, precisamente a la nación que hasta entonces había sido enemiga tradicional de la Corona de España.

Es decir, entre las paradojas que suelen darse en la vida, el aliado francés (alianza que salió en todo momento bien cara a España sobre todo por los manejos derivados del ansia de poder de Manuel Godoy) pasaba a ser enemigo desde la fecha histórica por antonomasia del 2 de Mayo de 1808; mientras que el enemigo inglés desde siglos atrás, que en esos momentos tenía bloqueado el Estrecho de Gibraltar con su potente flota marítima, tras padecer la navegación española principalmente al Reino de Indias no pocas acciones violentas de sus buques corsarios, se convertía en aliado de la terrible lucha que el pueblo español sostuvo durante cinco años contra el usurpador de Europa.

Muy pocos saben a estas alturas del siglo XXI que uno de los primeros pasos efectivos para conseguir la ayuda del Reino Unido corrió precisamente a cargo de un cántabro, entonces montañés, que desde su magnífica carrera política y patriotismo sin parangón alcanzó en aquellos momentos cruciales del levantamiento en armas del pueblo español por su independencia unos auxilios indispensables para la lucha, y que consiguió, además, hacerlos llegar a España con toda prontitud.

Este insigne personaje fue Pedro Cevallos Guerra, natural de San Felices de Buelna y descendiente de una ilustre familia de esta localidad cántabra que desde hacía siglos se habían distinguido, entre otras cosas notables de su antiquísimo linaje, por destacados servicios al Rey y a España.

Gracias a la recuperación de la historia de San Felices de Buelna por su ayuntamiento y a la publicación el día 2 de mayo de 2007 de la primera biografía de Pedro Cevallos Guerra, patrocinada por la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, hoy puede conocerse ya la vida y hechos de quien fuera primer ministro (Primer Secretario de Estado y del Despacho) de Carlos IV, de Fernando VII, y de la Junta Suprema Central Gubernativa, después de dos siglo de no haber merecido atención alguna a muchos historiadores, cuando no vilipendiado por otros este destacado personaje histórico de nuestra tierra.

A finales del mes de enero de 1809 Pedro Cavallos Guerra embarcaba en Cádiz como Embajador Extraordinario en el buque "Algeciras", capturado a los franceses al comienzo de la Guerra de la Independencia. Al mando de Miguel Gastón, dicho buque fondeaba a las tres de la tarde del día 15 de febrero en el puerto de Portsmouth. Fue recibido con altos honores y permaneció como embajador extraordinario en Londres hasta finales del verano, teniendo su domicilio en Dover Street.

Pronto consiguió el envío de uniformes y armamento, entre lo que cabe citar la contestación que por entonces daba al Conde de Maceda, quien se había dirigido a él desde Galicia, diciéndole lo siguiente: «Antes de que V.M. reciba ésta se habrán recibido en Gijón 10.000 fusiles que á mi solicitud ha remitido este gobierno para auxiliar el exército de Galicia».

En abril propuso a la Junta Suprema Central Gubernativa solicitar del gobierno británico un empréstito de sesenta millones de pesos, siendo autorizado para ello con la urgencia que requería tan importante asunto, y el día 26 de dicho mes se extendía en Londres el correspondiente oficio de la concesión del mismo, siendo remitido por el propio Cevallos con celeridad a la Secretaría de Hacienda.

El día primero de septiembre de 1808 había sacado a la luz tan distinguido cántabro la obra 'Exposición de los hechos y maquinaciones que han preparado la usurpación de la Corona de España', en la que ponía bien de manifiesto los engaños y maldad utilizados por el emperador de los franceses tanto en nuestra nación como en otros países de Europa que había doblegado. Fue traducida en varios idiomas y hasta en el propio París salió una segunda edición inmediatamente a la derrota de Napoleón por los españoles. Aún así, todavía hubo algún historiador que le tildó de afrancesado, fijándose tan solamente en el hecho de haber sido ministro de José I Bonaparte por menos de un mes, estrategia que utilizó ante la insistencia de éste para que aceptara el cargo y en la que vio la única forma de poder escapar del apresamiento que junto a Fernando VII padecía en Bayona. Apresamiento que no ocultaba se le hacía irresistible.

Por eso no es de extrañar que Cevallos reflexionara en Inglaterra acerca de su misión allí e intuyendo que sería mal visto y motivo de crítica contra él por los partidarios de Napoleón, escribía entonces: «Yo no conozco otro enemigo que el que lo es de mi Patria. Soy amigo de quien la ama, y agradecido con quien la favorece. No conozco otra política que la bienhechora y sostenida. Haré cargo á las grandes potencias de la Europa, comprehendiendo la Inglaterra, de haberla abrasado en guerras por frivolidades que condena la política amiga de los hombres; pero procuraré evitar las tibiezas, desvios y choques con una potencia que nos auxilia y favorece; por su interés, si se quiere, tanto mejor; porque estaré seguro de que durará el favor lo que dure el interés; y este, como habéis visto, no puede faltar sin que dexe de existir Buonaparte, y varíe la geografía política de la Europa».

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