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ALVARO MACHÍN
Domingo, 1 de febrero 2009, 01:43
Encontrar el rebaño de camellas en esta época del año permite descubrir todos los tonos del desierto. El marrón de la tierra, el negro de la piedra, el ondulado por las dunas, el plano del horizonte infinito, los espejismos líquidos y hasta el rosado que el indescriptible atardecer en el Sáhara pinta sobre el escenario. Y es que las camellas -y, con ellas, los pastores y sus familias- buscan los escasos pastos a día de hoy en los territorios liberados, a unos 200 kilómetros de los campamentos. Un largo viaje por caminos que no existen.
La compra de camellas es uno de los proyectos más destacados en los que participa el Gobierno de Cantabria, bien a través de la financiación directa o por la vía de sufragar los proyectos de una ONG (Cantabria por el Sáhara en su mayoría). La leche y la carne de este animal superviviente es un alimento indispensable en la dieta de los saharauis. La producción de las camellas 'cántabras' va destinada a las personas en situación vulnerable (ancianos, niños, enfermos, mujeres embarazadas...). No es el único proyecto dedicado a la alimentación. En el último año se han destinado 122.000 euros a la compra de pienso para una granja avícola. Su trabajo sirve para dotar de proteinas la canasta de alimentación. Dos huevos por persona en un reparto controlado y organizado a través de las delegadas de los barrios, que acuden al punto de entrega y cuentan, uno por uno, los huevos que corresponden a cada familia.
En un lugar como éste, resulta curioso acercarse a una escuela y descubrir que lleva por nombre 'Cantabria'. Y hay dos. Los niños pronuncian perfectamente el nombre de su colegio... Más llamativo aún es el caso de un centro de educación especial para jóvenes discapacitados. Una chica ciega trabaja en un telar y explica cómo aprendió los mecanismos para desarrollar su tarea. Es sólo uno de los casos de un centro que lleva por nombre José Félix García Calleja, en memoria del fallecido ex director de Asuntos Europeos y Cooperación al Desarrollo. Este lugar está lleno de historias. Cómo la del coche que traslada a los críos, un viejo Nissan Patrol cedido por el Ayuntamiento de Polanco. Ya no da para más y en cada traslado muestra sus achaques.
Y hablar de críos supone referirse al programa 'Vacaciones en Paz', a través del cual los niños saharauis llegan a Cantabria. En total, 82 lo harán este verano para iniciar un vínculo irrompible pese a la distancia.
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