En tela de juicio la «avalancha» de problemas por la revacunación de la 'lengua azul'

La «avalancha de quejas» por los efectos secundarios de la revacunación contra la enfermedad de la 'lengua azul', que denunció la organización agraria UGAM-COAG, no encuentra respaldo entre el resto de sindicatos ganaderos ni refrendo por parte del Gobierno de Cantabria. Deterioro físico, pérdida de productividad lechera, abortos y hasta muertes, dicen los primeros que han sufrido «muchos» ganaderos en sus explotaciones días después de someter a sus vacas y ovejas a la revacunación. Además, desde UGAM aseguraban ayer que todo esto se dio a conocer al servicio de Sanidad Animal del para que se investigase. Pues bien, al parecer a este departamento llegaron «dos casos, con nombres y apellidos, y los dos los estamos ya analizando», dijo el subdirector de Ganadería, Luis Calderón.

La Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja) y el Sindicato Democrático de Ganaderos Montañeses (SDGM-UPA Cantabria) coinciden al poner en duda que exista tal «avalancha» y que estén relacionados los síntomas que aducen con la propia revacunación. «Hay algún caso puntual, pero para nada es alarmante, entra dentro de los niveles admisibles», decían ayer desde Asaja, donde creen que todos los casos detectados corresponden a vacunaciones anteriores en reses que podrían estar afectadas ya con el virus, pero no por culpa de la actual revacunación. En SDGM-UPA ponían en duda «los principios científicos» de tales quejas, «hace meses que se está investigando por el grave problema surgido en Castilla-León, y no se ha llegado a una conclusión clara» y, ambos, consultados a sus socios, no encontraron «más que un par» con problemas similares y creen que afecta sobre todo a ganado ovino.

Precisamente, un ganadero de La Montaña (Torrelavega), el único que se mostró dispuesto a comentar su caso, dijo que su rebaño de ovejas se vio muy afectado tras la vacuna -que no revacunación- de finales del pasado verano. «Dejé de ordeñarlas porque la producción lechera descendió un 60%, aunque no tenían 'lengua azul' se quedaron muy decaídas», explicaba ayer a este periódico, además de contar más de una veintena de muertes entre sus 365 ovejas. Admite que no luchó por conseguir la indemnización correspondiente «porque 50 euros por cada una no me soluciona el problema que tengo».