¡Adelante, doctor!

L os designios de la ciencia son inescrutables. ¿Quién le iba a decir al benemérito investigador Bernat Soria que iba a ser Obama el que viniera a echarle una mano? El nuevo presidente de los Estados Unidos se dispone a financiar la investigación con células madre, en la que lleva empeñado mucho tiempo nuestro ministro de Sanidad y Consumo. Gracias a Dios sean dadas por permitir que la racionalidad se imponga. Algunos padres de la Iglesia y demás parientes no se muestran partidarios de las células madre. Quizá algún día, no demasiado lejano, ya que ahora el tiempo va más deprisa, se avergüencen de su actitud. También hubo una época en la que prohibieron desviar el curso de los ríos, ya que consideraban cualquier obra hidráulica como un intento de «modificar la obra de Dios».

El admirable doctor Bernat Soria, que lleva años en esta lucha, nos ha preguntado si hay algo más bonito que ver nacer a un hijo que viene a salvar a su hermano. Al parecer hay obispos que al carecer de la experiencia de la paternidad creen que sí, que hay cosas mucho más gratas, como combatir la sequía mediante la oración o certificar angelitos al cielo. ¿Será imposible que a las célebres y tremendas dos Españas no se les pueda añadir una tercera, menos extremosa y menos fanática? Son numerosos ya los conciudadanos que huyen de la desmesura y del reproche constante a quienes no comulgan con sus ideas ni con ruedas de molino. Españoles que sólo repudian la estupidez y la crueldad y no desean ni ser héroes, ni ser bestias, ni ser mártires, como aquel desventurado y grandioso Manuel Chávez Nogales, al que en la Guerra Civil querían fusilar los dos bandos y tuvo que irse de su patria. Sólo porque estaba convencido de que los revolucionarios son tan perniciosos como los reaccionarios.