Secciones
Servicios
Destacamos
PPLL
Viernes, 20 de marzo 2009, 01:32
Todos los puentes implican una cierta revolución. Alteran los recorridos, desvían los flujos comerciales y, en ocasiones, hasta dan lugar a la formación de asentamientos humanos. Ocurrió así en Londres, por citar un caso extremo. La capital británica se formó como ciudad en el punto exacto en el que las legiones romanas pudieron trazar técnicamente su primer puente sobre las aguas del Támesis. Fue durante la ocupación de Britania, en tiempos del emperador Claudio, y ese lugar pasó a denominarse para siempre 'London Bridge', aunque luego se erigieran sobre el viejo puente nuevas versiones del original.
En Treto (Bárcena de Cicero), la construcción de la estructura metálica sobre las aguas del Asón no tuvo tantas repercusiones como en el caso británico, pero sí generó transformaciones importantes en aquella comarca. Curiosamente, el efecto fue mayor en las poblaciones de la margen derecha de la ría, como Colindres o Limpias, que en el propio Treto.
Centenario. Fue construido entre los años 1897 y 1905, de acuerdo con las novedosas técnicas de la época. Lo diseñaron ingenieros de la escuela del francés Eiffel, con una estética muy extendida en aquellos años que dio como resultado 'joyas' de la ingeniería civil tales como el Puente de Vizcaya o los puentes sobre el Duero, en Oporto (Portugal), y sobre el Forth, en Edimburgo (Escocia).
Poco antes había entrado en servicio la línea ferroviaria Santander-Bilbao, pero ésta salvaba el cauce del Asón río arriba, a la altura de Udalla (Ampuero). Por Treto, el ferrocarril no se asomaría al Asón, sino que cruzaría tan sólo la Ría de Rada (Voto). Con el nuevo puente, se trataba de introducir otra mejora sustancial en las comunicaciones entre las capitales cántabra y vizcaína, como la que había supuesto, unos años antes, el tendido ferroviario. Cruzar el Asón a la altura de Treto y Colindres implicaba una reducción importante en las distancia a recorrer entre ambas capitales.
Para ejecutar esta obra fue preciso salvar 1.270 metros de cauce de agua. El puente en sí tiene una longitud aproximada de 200 metros, pero fue necesario construir una nueva carretera de más de un kilómetro para llegar a él desde Colindres. La estructura voladiza consta de tres tramos. Dos de ellos -los más próximos a Treto- son bien visibles debido a los arcos metálicos que lucen al aire. El tercero tiene como elemento principal su carácter giratorio. El mecanismo quedó averiado durante la Guerra Civil (1936-1939), pero hasta entonces se desprendía de la estructura principal y giraba trazando un ángulo de 90 grados. Fue concebido así para facilitar el tráfico marítimo hacia el puerto fluvial de Limpias, que, sin embargo, terminó por quedar abandonado con el paso de los años.
Nuevos espacios. La entrada en servicio del puente y el tramo de carretera abrió nuevos espacios. Por un lado, el desarrollo urbano de Colindres se volcó hacia esta zona a partir del núcleo de población original, situado en la zona alta del municipio. Por otro, surgieron nuevas actividades económicas, cuando los armadores de algunas embarcaciones de pesca laredanas comenzaron a utilizar el fondeadero que describía la propia carretera. Un siglo más tarde, Colindres dispone de una de las flotas pesqueras más poderosa del Cantábrico.
Pero el progreso también se cobró una víctima: la vieja 'Barca de Treto', que dejó de cruzar la ría de un lado al otro. No pudo sobrevivir ni al progreso, ni al puente.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.