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VUELTA DE HOJA

Entre otras cosas

MANUEL ALCÁNTARA

Viernes, 3 de abril 2009, 02:30

L es aseguro a mis pacientes lectores algo que quizá sospechen: que no me gusta darle la mañana a nadie, ni siquiera a los que leen el periódico a media tarde. A falta evidente de otros méritos, soy una de las personas menos pesadas que me ha sido dado conocer. Lo que ocurre es que así como la poesía aspira a una cierta intemporalidad -«con tres heridas yo, la de la vida, la de la muerte, la del amor», que dijo Miguel Hernández, al que mataron de una cuarta-, eso que llamamos periodismo depende de la actualidad.

Los periódicos registran lo que está pasando y, a veces se queda y no acaba de pasar. Otras se desvanece. Por eso se dice que no hay nada más antiguo que el periódico de ayer: ha cambiado el número del cupón del sorteo de los ciegos, ha cambiado el programa de la tele y ha cambiado el guarismo que aparece al norte de las volanderas hojas. Lo malo es que no ha variado el cónclave de majaderos encaramados en la dirección de los asuntos colectivos.

Debo pedir disculpas por hablar de la crisis y de sus legítimos causantes, de Obama y de sus imposibles esperanzas, de los etarras y de sus tercas manías asesinas, de los bancos y las cajas y sus enredos financieros, de la dimisionaria primavera, del incremento de parados y de la ruina que se cierne sobre nosotros. ¿De qué debemos hablar? «Yo sé que ver y oír a un triste enfada», pero además yo no soy nada triste. No porque no tenga motivos, sino porque no me da la gana serlo. Habría que glosar otras cosas, entre otras, pero ¿cuáles son? La vida española está inundada de presagios funestos. ¿Qué puede hacerse? Si alguno de ustedes tiene una buena noticia, le ruego que me la den a conocer. Tendré el tema para el artículo de mañana.

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