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L. Regino Mateo del Peral (Quino) historiador y autor del libro editado por el Ayuntamiento de Madrid: «Madrid y San Isidro»
Viernes, 15 de mayo 2009, 03:29
Aunque la celebración de la festividad de San Isidro Labrador, el día 15 de mayo, tiene como escenario principal a Madrid, hay que considerar que su conmemoración tiene una dimensión universal, cobrando especial relevancia esta efemérides en España y Latinoamérica, En Cantabria, entre otras localidades y municipios, se festeja ese día con diversas manifestaciones religiosas y lúdicas, como las de Bárcena de Cudón, Galizano, Guriezo, Liendo, Limpias, Mazcuerras, Novales (Alfoz de Lloredo), Orejo y Rubayo (Marina de Cudeyo), Ribamontán al Monte, San Martín de Toranzo, Santiurde de Toranzo, Soba, Suances, Polientes, Tama , Villaverde de Pontones y Voto.
Antes que fuera beatificado por el Papa Paulo V y canonizado por Gregorio XV, en 1619 y 1622, respectivamente, era ya considerado Santo por aclamación popular. Tuvo la virtud de granjearse la admiración y veneración de todos los estamentos sociales desde la realeza hasta los más modestos campesinos. Ha sido tanta su popularidad en el discurrir de los tiempos que como reconocimiento a su fama, el pontífice Juan XXIII, mediante la bula 'Agri Culturam', eL 16 de diciembre de 1960, declaró a San Isidro, Patrón de todos los labradores españoles.
Aún recuerdo con nostalgia aquella copla que, con tono monótono y al unísono, cantábamos cuando éramos niños, en Puertochico, en Santander, : "San Isidro Labrador/ muerto le llevan en un serón /el serón era de paja/ muerto le llevan en una caja. // La caja era de pino/ muerto lo llevan en un pepino./". Esta copla la entonábamos los que participábamos en ese juego infantil de la dola o pídola,- que tiene su precedente en la actividad recreativa ancestral, inmortalizada, en los lienzos de Pieter Brueghel: "Salto de la Pídola", en 1560 y en Goya: "Juego del Paso", en 1781- manifestación lúdica en la que guardábamos fila para saltar unos sobre otros que hacían de asno. El que perdía el equilibrio al saltar tenía que situarse encorvado al término de dicha fila.
San Isidro tuvo la cualidad de tener el don de la simpatía y el hecho de su humilde condición, al ser un cualificado zahorí (pocero) y posteriormente labrador, al servicio de Iván de Vargas, no impidió que fuera un santo venerado por todos los estamentos sociales, como lo acredita que la Plaza Mayor de Madrid fuera el escenario del primer acto público, consistente en festejar, el 15 de mayo de 1620, la beatificación de San Isidro . Felipe III encomendó en 1617 al arquitecto real, Juan Gómez de Mora el proyecto para la nueva Plaza Mayor, cuya construcción se efectuó en dos años, que supuso para el erario público una cantidad de 200.000 ducados. El 19 de junio de 1622 los festejos de su canonización tuvieron lugar en el mismo marco, conjuntamente con los de los Santos: Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Teresa de Jesús y Felipe Neri.
El documento más verosímil para conocer la biografía del Santo Patrón es el códice de Juan Diácono, redactado en lengua latina, del siglo XIII. Lope de Vega tradujo al castellano esa biografía en su obra, publicada en el año 1602, ensalzando con entusiasmo la figura de San Isidro, como indica Francisco Moreno. La veneración de Lope por aquel propició que conscientemente modificara la traducción del original, reflejando a Isidro como el personaje perfecto, merecedor de las mayores loas.
Esa atracción por el Santo motivó que Ramón Gómez de la Serna reseñara que: "San Isidro es el santo campechano por excelencia, el santo sin tribulaciones que sólo tuvo la tristeza de morir". Consideró a San Isidro tan relevante que lo denominó: "el segundo Santiago"
Asimismo, el edificio de mayor importancia y que aporta más datos sobre su figura es el Museo de San Isidro, situado en el casco histórico del Madrid Medieval, en un palacio que perteneció a la familia de los Vargas, los Lujanes y los Condes de Paredes.
San Isidro conoció a Santa María de la Cabeza, su esposa, en Torrelaguna, al refugiarse en esta localidad, en torno al año 1109, al sitiar a Madrid, Alí Ibn Yusuf, soberano de los almorávides. Como dice la copla,: "San Isidro Labrador/se casó en Torrelaguna/porque allí encontró una moza/más hermosa que la luna".
Madrid fue fundada en el año 852 por el emir Mohamed I, como fortaleza islámica para preservar a Toledo de las incursiones cristianas que hostigaban a los musulmanes por medio de los pasos de Fuenfría y Guadarrama . Alfonso VI logró conquistar Madrid entre 1083 y 1085. Isidro de Merlo y Quintana, nació en Madrid en el año 1082. Vivió 90 años- un caso insólito de longevidad para aquella época- y falleció en 1172.
Diversos escritores y artistas han descrito la Romería de San Isidro en Madrid y, entre ellos, con su leguaje crudo e incisivo, nuestro escritor y pintor de ascendencia cántabra: José Gutiérrez Solana relata: ". Ya de madrugada entre dos luces se preparan los romeros para ir a la pradera.En la Puerta del Sol vocean los mozos de los ómnibus y tartanas:¡Al santo, al Santo, por dos reales¡. «sube la familia de los 'isidros' en una galera con las cestas de la comida, preparada de antemano, chorizos de cagalar, morcillas de Candelaria, tortillas y pollos asados, y la bota de vino. Los pobres forman fila.Se valen de tretas para inspirar caridad.». Al final, según Solana, los que simulan ser cojos, mancos, mudos y tontos se distribuyen el dinero que han recaudado y «hablan y se despabilan, bailando alrededor de una bota y una gran torta, con buenas tajadas que se jaman».
Goya nos dejó un testimonio inolvidable de la romería, en un excelente óleo titulado: «La Pradera de San Isidro» (1788), en el que plasma con gran detalle y precisión el peregrinaje de los romeros a la Pradera, así como multitud de personajes y escenas de aquella y sus alrededores, lienzo en el que aparecen en la lejanía La Basílica de San Francisco y el Palacio Real. El pintor aragonés. Otro lienzo posterior de Goya (1821-1823), de características muy distintas al anterior, es el que figura en su colección de 'pinturas negras': «La Romería de San Isidro». Óleo realizado en su Quinta del Sordo, en el que aparece un colectivo de personajes esperpénticos que caminan hacia la pradera.
Pedro de Répide hace referencia a cómo llegaban los peregrinos a la Ermita, que en sus aledaños se encontraba repleta de puestos, en los que abundaban los pitos y los cacharros de barro, así como hermosos objetos de artesanía popular, especialmente el botijo. Alude a algunos "devotos" que llegaron la víspera de la festividad del día 15 de mayo, con el objetivo de beber esa "agua milagrosa", pero prefirieron optar por el vino. Se conoce que les resultó más tentadora la juerga y olvidaron sus piadosas intenciones. Mesonero Romanos describe la celebración de la romería con cierta agudeza. Hace referencia al continuo movimiento de personas y vehículos que efectuaban el itinerario de ida y vuelta a la Pradera. Los romeros del trayecto de ida contemplaban como algunos de los que volvían, que habían ingerido con exceso diversas bebidas alcohólicas, se encontraban "tocados", ya que aquellas habían hecho estragos en su cuerpo y en su mente.
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