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TRIBUNA LIBRE

Elogio de La Vidriera

PPLL

Viernes, 12 de junio 2009, 02:17

De manera festiva, se celebran estos días los 20 años de vida y, por tanto, de servicio a los ciudadanos, del Centro Cultural "La Vidriera", de Camargo. Y bien merecido que se lo tiene. Por muchas razones. Por ser feliz expresión de una determinada forma de hacer política. Por tanto como ha aportado a los ciudadanos. Y por cuanto ha contribuido a la vida en común como lugar de encuentro de las gentes del valle. Algo así como un ágora o gran plaza que se ha revelado fundamental para crear ciudadanía.

Ni que decir tiene, en consecuencia, que fue enormemente acertada su creación. Una obra que, por lo demás, revela que la cultura se puede impulsar, cómo no, desde el ámbito público. Y con mayor eficacia, si cabe, desde el más cercano y, por esto mismo, considerado más propio: el Ayuntamiento. Que es lo que hizo en 1989 el de Camargo, de la mano de un alcalde persuadido de todo ello. De Angel Duque. Personaje fundamental de la vida reciente del municipio, y que podría haberlo sido de la región de no mediar el egoísmo necio y burdo de unos mandatarios socialistas más empeñados en encerrarse en su organización y permanecer allí que en proyectarla en la vida política y social de Cantabria. Y así les ha ido. Ahí les tienen: de comparsas del regionalismo para sonrojo de la izquierda y sus valores.

Por fortuna para los camargueses, su alcalde en poco se parecía a todos éstos. No era como ellos. El sí que representaba de manera nítida un proyecto socialista que, entre sus señas de identidad, figuraban la educación y la cultura en lugar preferente. Afortunadas herramientas con las que facilitar el desarrollo de la personalidad de los individuos, así como afianzar la difusión de aquellos valores tan queridos para el socialismo como la igualdad y la libertad. No es un simple lugar común eso de que la cultura nos hace libres; tiene muchos de verdad. De ahí que no sea de extrañar que fuera precisamente él quien se lanzara a una empresa de tanta envergadura como la fundación de este centro integrado en el que la cultura y sus diversas expresiones conviven con el deporte, en especial a través de una piscina convertida ya en referencia municipal. En fin, una producto cultural que no ha tenido parangón en Cantabria ni por su calidad ni por su amplitud.

Porque, efectivamente, así es. Con la finalidad de promover el desarrollo de las capacidades creativas -todo eso que, parafraseando a Martín Garzo, nos permite vivir con más intensidad- de todos los vecinos y de proporcionar una amplia oferta de manifestaciones culturales, se va dotando al centro de las instalaciones y de los recursos más apropiados. Y así, junto a una Biblioteca como pocas o a la programación de uno de los pocos cines municipales que hay en Cantabria, se ponen en marcha desde un primer momento toda una serie de talleres de muy variada naturaleza, y que pronto contarían con la aceptación de los vecinos. Aquellos primeros talleres que acercaron a tanta gente a actividades que avivaron su imaginación o su talento, y que van desde el dibujo y la pintura hasta el lenguaje musical o su expresión más popular en el folklore, pasando por la cerámica o la fotografía. En fin, una propuesta diaria que enriquecería al pueblo. Y fue tanta la aceptación que tuvieron, que pronto sería necesario ampliar las ofertas culturales con otras disciplinas; en especial, con aquellas que fueran dando oportuna respuesta a las nuevas necesidades y demandas. Que es lo que ocurriría, por cierto, con el diseño asistido por ordenador y con otras muchas.

Si a esto le unimos una variada programación de concursos literarios, exposiciones, conferencias, congresos o recitales, se comprenderá la entidad de una instalación de esta naturaleza. Un amplísimo recinto cultural que dignifica sin lugar a dudas tanto a quien impulsó su creación como a quien viene dirigiéndolo -inevitable referencia a la extraordinaria labor de Ana Bolado-, y que enriquece a la comunidad a la que va dirigida. Porque así es; "La Vidriera" de Camargo se ha convertido definitivamente en un lugar de vida y enriquecimiento para el valle: no sólo por favorecer el encuentro de la gente o el fomento del deporte, sino también por proporcionar cultura o el desarrollo en los individuos de las capacidades creativas, esto es, de todo aquello que, al decir de Dietrich Schwanitz, permite construir nuevos mundos y plantear nuevos problemas. Casi nada. En definitiva, se ha revelado como espacio afortunado para hacer personas y ciudadanos, que también los poderes públicos puedan contribuir a ello, por qué no.

No me digan que no es suficiente motivo para reconocerlo; para que tanto los que promovieron la creación de este centro cultural, como todos aquellos que se han venido sirviendo de él celebren el vigésimo aniversario. Recuerden con agrado su fundación y lo muestren como paradigma para otros muchas instancias públicas. Resulta imprescindible. Y es que, en una clase política tan obsesionada con el urbanismo y la construcción -por cierto, preocupante corrupción de los gobiernos locales al decir del reciente informe elaborado por la Fundación Alternativas sobre "La democracia en España en 2.009"-, bien merece la pena anotar aquí la actuación de unos regidores municipales que en su día actuaron orientados por un proyecto más amplio, en el que se situaba la cultura y la educación entre sus prioridades. No es cualquier cosa. Como reafirmaran ya los ilustrados, permiten hacer feliz al individuo y progresar a la sociedad en su conjunto. Y a esto viene contribuyendo "La Vidriera" desde hace veinte años.

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