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Jesús Aja Barquín
Miércoles, 8 de julio 2009, 02:32
Si alguien con cordura y sensatez no lo impide, Matienzo, el segundo poljé mayor de Europa habitado, y uno de los últimos paraísos naturales que aun se conservan, quedará destrozado. El impacto de los generadores eólicos que se proyectan en su entorno es tan brutal, que el deterioro ambiental y de imagen será irreversible.
Siendo conscientes de nuestras necesidades de energía limpia, nada habría que objetar a un «Plan Eólico» que fuese racional y respetuoso con la Naturaleza y el medio ambiente, pero lo que se pretende, ni mas ni menos, es la desaparición de un patrimonio natural que debe de ser sagrado para todos los Cántabros, incluidos nuestros gobernantes. Si hasta ahora hemos «vendido» naturaleza, como uno de nuestros potenciales mas preciados, ¿Qué extraños intereses animan a los que nos gobiernan para querer cargarse de un tajo algo que ha costado tanto desarrollar?.
El tema merece una reflexión seria y conjugar en profundidad todos los intereses, antes de cometer un desaguisado de consecuencias imprevisibles. Hay que evitar las actuaciones ligeras para no cometer males irreparables. Si en estos momentos nos permitimos el lujo por un plato de lentejas, de destruir un entorno de incalculable belleza natural como es el poljé de Matienzo, el juicio de la historia será inapelable: Habremos destruido, en meses, lo que la Naturaleza tardó siglos en construir. Los intereses de las Compañías Eléctricas, que son avasalladores están por medio. Encomendémonos a todos los dioses.
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