Escudos y lanzas

R esulta que no tenemos escudos antimisiles para protegernos de los tenaces bombardeos de la crisis económica. Los que había están abollados y no podemos imitar a Obama, que ha decidido poner fin a las alianzas militares acordadas por el nefasto Bush, que ahora está tan tranquilo, allá en su rancho grande. La realidad es siempre respetable, aunque la mayoría de las veces sea desagradable, pero si no nos acoplamos a ella y obedecemos sus dictámenes, se venga de nosotros. Es muy rencorosa. Para intentar limar asperezas lo primero que es necesario es tener una buena lima, pero cuando se carece de esa herramienta, tan apreciada por los presos, hay que resignarse a seguir en cautividad y España se ha convertido en una población de reclusos económicos. Quienes no están preocupados por pagar sus deudas son únicamente los que no piensan pagarlas.

La ministra y vicepresidenta económica Elena Salgado, a la que le ha caído una buena, ha confesado que no confía en recaudar los 15.00 millones que hacen falta con urgencia. La tremebunda subida de impuestos anunciada será insuficiente, que es un calificativo que cada vez más españoles le dan al actual Gobierno. En vista de eso y de que nadie ve otra solución, hay que esmerarse en los pactos. Se están haciendo muchos. Se ha aceptado suavizar la Ley de Extranjería, que es dura incluso para los nativos.

Por otra parte, el Consejo de Estado avala por unanimidad el proyecto de la ley del aborto y el Congreso aprueba la TDT de pago, por procedimiento de urgencia, ya que lo que más nos urge es ver a Cristiano Ronaldo y a Messi en el estadio vertical de la llamada pequeña pantalla, que cada vez es más grande. Todo por no tener escudos. Y porque nuestras lanzas ni pinchan ni cortan.