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GUILLERMO BALBONA
Miércoles, 23 de septiembre 2009, 03:19
En apenas cinco años se ha asomado al panorama artístico con vitalidad creadora, lucidez crítica y comunicativa y enorme capacidad de trabajo. Es difícil recorrer las principales acciones, instalaciones, exposiciones y propuestas surgidas en este periodo en el ámbito artístico de la comunidad, sin toparse con la personalidad, implicación y participación de Zaira Rasillo (Santander, 1983): De sus premios en el Certamen 'Arte Joven' de Ambito Cultural al Proyecto Esperanza, pasando por el Certamen de Artistas Noveles; o sus muestras en ZOOM, su huella en Foconorte y Artesantander, o la reciente colectiva de la sala Naos, entre muchas otras. Las fronteras de los recursos expresivos; las posibilidades de la creación más allá de los límites físicos; el propio cuerpo como cartografía para explorar lo femenino, su redefinición, identidades e imaginarios; el espacio y la acción; y el deseo, como atmósfera y fundamento, ausencia y presencia, habitan en su obra. Este mes su último trabajo, 'Pecado impecable', vertebrado por la imagen, protagoniza el final de temporada del Observatorio del Arte en Arnuero. En octubre presentará en el foro 'Desvelarte' una instalación, 'Plaga', destinada a los Jardines de Pereda.
-¿Cuáles son las señas de identidad de 'Pecado impecable'?
-La fina línea que separa el placer del dolor y el castigo; al que juzga del juzgado; mi pecado de tu pecado.
-La realidad y el deseo. Una frontera, como en Cernuda, que usted plantea como viaje de ida y vuelta.
-El deseo es todo en mi trabajo, la cuota de pecado que se almacena en esa palabra es ilimitada.
-¿Le preocupa la mayor o menor implicación activa del visitante/espectador en la muestra, o la indiferencia también es una impostura válida?
-El visitante es parte integrante de mi obra, sin él ninguno de mis trabajos está completo. En cada pieza que realizo hay una invitación a la acción o la reflexión. El diálogo que se genera entre obra y espectador es la propia obra, y aunque esta 'magia' no siempre sucede, es maravillosa.
-¿Por qué utiliza su propio cuerpo?
-Cuando necesito hablar del cuerpo para realizar una obra, el mío es el que mejor conozco y el que siempre esta más cerca; cuando necesito hablar de la mujer yo soy a la que mejor comprendo. Es más fácil, más rápido y probablemente más real, en algunas obras es una necesidad. Sin embargo, no lo considero una seña de identidad en mi obra. Utilizo mi cuerpo cuando lo necesito. Desde mi época de estudiante mi trabajo ha estado relacionado con la instalación, con el espacio, pero en esas primeras obras siempre me faltaba la acción, el componente humano. Resolví ese problema introduciéndome dentro de mis instalaciones.
-En su trabajo, ¿qué valora más? Cierto deslumbramiento, el asombro, el impacto, cierto equilibrio formal...
-Me preocupa el resultado a largo plazo, que mis trabajos generen cierta reflexión. En mis obras no afirmo ni niego nada, solo planteo 'situaciones' en las que intento involucrar al espectador, ponerlo al descubierto.
-¿Cómo combate el exceso de iconografía que vincula mujer y arte, especialmente en el campo de la publicidad y sus tópicos?
-En 'Pecado impecable' mezclo imágenes robadas con otras realizadas por mí, un panel completo compuesto por imágenes pertenecientes a reportajes médicos, de moda, pornográficos, incluso botánicos o imágenes publicitarias. Bajo el título «prejuicio» todas las imágenes, unas junto a otras parecen tener un componente sexual, sin embargo no es así. Esa iconografía de la que habla, esos tópicos, se descubren por sí mismos en nuestra conciencia. Mientras tanto el cristal de la imagen de mayor tamaño aparece roto frente al montón de piedras (el castigo). La acción o consecuencia es lo verdaderamente relevante.
- Sobre la fotografía y el cuerpo, de Robert Mapplethorpe a Joel Peter Witkin, ¿en qué concepción se reconoce más?
- Ciertamente en varias, la utilización de la iconografía cristiana es algo que a mí personalmente me fascina, símbolos tan arraigados en nuestra educación y cultura, que pueden evocar al mismo tiempo deseo, culpa, vergüenza.. Mi trabajo también tiene mucho del arte, con citas constantes a obras de otros artistas En el caso de Mapplethorpe no hay discusión, es un clásico de la fotografía, con una obra muy interesante, aunque la mirada fría, la distancia de la cámara, hace que no coloque su trabajo entre mis predilectos.
-¿Es fácil caer en la provocación, o considera que lo más costoso es mantener una independencia, una personalidad de lenguaje?
-Maurizio Cattelan afirma que el escándalo es un 'daño colateral del arte'. Creo que la provocación puede constituir el discurso de un artista sin que este pierda su independencia o personalidad. No considero que mi obra tenga este carácter 'provocador', pero no descarto daños colaterales.
-A la hora de plantearse su creación, ¿qué preocupaciones busca reflejar?
-Supongo que en mi trabajo hablo, sobre todo, de las convenciones sociales, las normas autoimpuestas, las cosas que son así porque hemos decidido que sean así; y al someter a la autocrítica todas esas convenciones generamos reflexión, pensamiento.
-Imagino que un reto añadido es el de hacer compatible un lenguaje fugaz y muy manipulado como el audiovisual con la reflexión...
-En mis exposiciones cada obra esta íntimamente relacionada con el resto de piezas que componen la muestra por lo que el mensaje queda ligeramente reforzado. En todo caso cada exposición requiere de un cierto esfuerzo por parte del visitante que se implique e intente enlazar las piezas.
-Son muchos los que creen que en el arte actual hay medios, preparación, pero demasiado ombliguismo. ¿Cree que hay un exceso de pose y que la autenticidad está relegada?
-Mucha gente desconoce el enorme esfuerzo y compromiso que supone dedicarse al arte. Desarrollar un discurso artístico es prácticamente un acto de fe, supone mucho trabajo, tiempo, dinero y voluntad. Cualquier persona que realmente se involucre en este mundo se merece mi respeto. Hace falta creer mucho en el arte para no rendirse.
-¿Cómo trabaja Zaira Rasillo?
-No me siento fotógrafa, a pesar de que la fotografía es el medio que más utilizo en mi trabajo y del gran respeto que siento por él. Las imágenes que realizo surgen siempre de conceptos, preparo el escenario que necesito para contextualizar ese concepto y lo retrato. Mis obras continúan siempre fuera del espacio físico de la imagen. El lugar donde expondré es especialmente importante para mí, cómo interactúan en el espacio las obras, unas con otras con el espectador, y el espacio físico que las rodea. Todo tiene significado.
-Al margen de series monográficas, ¿qué busca en cada imagen?
-En realidad la imagen es la conclusión, un pequeño símbolo del concepto. En mi trabajo no planteo afirmaciones sólo preguntas, reflexiones.
-¿Cuál es su opinión del 'circuito' artístico que presenta la ciudad?
-Creo que en Cantabria se da un fenómeno extraño. A pesar de no existir facultad de Bellas Artes varias generaciones de artistas están realizando obras con verdadero interés.En los últimos años han aparecido excelentes iniciativas que enriquecen el panorama expositivo: Foconorte, el nuevo espacio MeBAS, Desvelarte, la reapertura de la Nave Sotoliva (hoy Naos) o CotaUno en Artesantander, todas ellas necesitan fortalecerse y consolidarse, siempre se puede dar un paso más.
-¿Qué carencias aprecia y qué actuaciones considera más urgentes?
-Sin duda entre las mayores carencias de la región está la escasa oferta formativa en el campo de las artes; el año pasado se inauguró la primera escuela pública de artes plásticas y diseño, pero su oferta es aún muy limitada. Por otro lado, la creación de un Museo de Arte Contemporáneo es ya una auténtica necesidad.
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