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DANIEL ROLDÁN
Lunes, 9 de noviembre 2009, 01:10
Empezaron a colocarse en Francia, Gran Bretaña e Italia y la reforma de la ley de Tráfico ha dado luz verde a su instalación en España. Son los radares de tramo, el último arma de la Dirección General de Tráfico (DGT) para cazar a los conductores veloces, que cada vez tendrán más complicado librarse de estos aparatos. Para empezar ya no cubrirán sólo un carril sino todo el ancho de la calzada. Como su propio nombre indica, este nuevo sistema de vigilancia consta de dos módulos, uno en cada extremo, a una distancia entre tres y cinco kilómetros.
Funcionan así: ambas cámaras leerán la matrícula y estarán conectadas vía satélite para medir la hora exacta (su capacidad llega hasta las milésimas de segundo) en que los coches pasan por esos puntos.
Además, estos nuevos radares funcionarán todo el día gracias a un dispositivo de iluminación por láser invisible al ojo humano y son impermeables a la actuación de los antirradares. Este sistema tiene en cuenta la velocidad máxima permitida y la longitud del tramo para realizar una media. Si el vehículo cumple con la normativa y no se pasa en rapidez, no tendrá ningún problema.
En el caso de que haga ese trayecto en demasiado poco tiempo (es decir que vaya más rápido de lo normal), las imágenes son enviadas al centro más cercano donde se supervisan antes de ser remitidas al centro de tramitación de denuncias de León.
Túnel de Guadarrama
La DGT tiene previsto que el primero entre en funcionamiento de en el túnel entre Guadarrama, entre Madrid y Segovia. La intención es colocar este sistema de vigilancia en los túneles más peligrosos de la red principal de carreteras. Un aspecto que ven bien las principales asociaciones automovilistas del país aunque con ciertas reservas.
El Real Automóvil Club de España (RACE) consideró que las administraciones van a ser las grandes beneficiarias en vez de los conductores. «Estos radares van a estar señalados al principio, pero nada más», apuntó Tomás Santa Cecilia, director de Seguridad Vial.
La idea de los dirigentes viales es mantener la incertidumbre y sólo marcar el principio, como se hace con los radares fijos, para no dar ventaja al conductor.
Santa Cecilia propuso a la DGT que además de establecerlos en túneles se coloquen en puntos negros o en los tramos más conflictivos, en vez de hacerlo en tramos de autovía o autopista sin ningún tipo de complicación.
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