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J. V. MUÑOZ-LACUNA
Lunes, 7 de diciembre 2009, 13:14
Un río del que abastecerse, una montaña en la que refugiarse o la abundancia de recursos naturales han ido marcando a lo largo de la historia el origen de pueblos y ciudades cuando sus primeros pobladores decidían asentarse de forma permanente. Sin embargo, en el caso de Consolación o Villanueva de Franco (Ciudad Real) un sencillo comentario motivó su fundación. Se cumplen ahora 60 años de su creación.
A finales de la década de los 40 del siglo pasado unas pocas palabras de Francisco Franco determinaron el nacimiento de un nuevo pueblo. Muy aficionado a la caza, solía viajar a la zona de Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real) para probar su puntería con conejos, liebres, perdices, codornices y tórtolas. En uno de estos desplazamientos comentó en voz alta un pensamiento que lo había asaltado más de una vez: en los 27 kilómetros que separan Manzanares de Valdepeñas «esto está sin pueblos».
Su comentario no se lo llevó el viento sino que desde entonces ocupó un lugar preferente en las prioridades y preocupaciones del gobernador civil de Ciudad Real. Éste, con el fin de agradar al Generalísimo, eligió un paraje a medio camino entre Manzanares y Valdepeñas para que el Instituto Nacional de la Vivienda levantara uno de los pueblos de 'colonización' que se fundaron por entonces.
Lo proyectó Arturo Roldán Palomo, arquitecto de la Diputación de Ciudad Real y se denominó Villanueva de Franco aunque con la llegada de la Democracia se impuso el nombre de Consolación en referencia a una ermita de la zona dedicada a la Virgen de la Consolación . Así consta en los paneles informativos de la autovía A-4 (Madrid-Cádiz) que pasa junto a Villanueva de Franco.
El casino del Ayuntamiento
Esta explicación del origen de este pueblo la corroboran Vicente Sánchez, profesor de la UNED que ha investigado el asunto y los vecinos de más edad de este curioso poblado de algo más de 200 habitantes. En poco tiempo se construyeron la iglesia, el cuartel de la Guardia Civil y el edificio del Ayuntamiento, que no llegó a funcionar como tal y que acabó convertido en el casino donde los hombres echaban la partida de cartas o dominó mientras se tomaban unos chatos del generoso vino de Valdepeñas.
También se desarrollaron los regadíos y en sus mejores tiempos se instalaron granjas avícolas que llegaron a producir el 2% de los huevos que se consumían en España. Décadas más tarde, Villanueva de Franco o Consolación entró en decadencia y hasta albergó un vertedero incontrolado de neumáticos. Hoy forma parte del municipio de Valdepeñas como un barrio más. A un pueblo -hoy barrio- con origen tan peregrino no podían faltarle leyendas urbanas. La más extendida es la que asegura que durante la edificación del pueblo «se extraviaban» materiales de construcción con demasiada frecuencia porque uno de los arquitectos o ingenieros del proyecto era familiar de doña Carmen Polo, esposa de Franco. Según esta leyenda, estas pérdidas de materiales nunca se investigaron pues se optó por hacer la vista gorda.
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