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N. CAVIA
Viernes, 18 de diciembre 2009, 01:28
El Padre Antolín González Fuente reconoce que ha tenido la suerte de cara en la vida. Lo hace desde su retiro en el convento de Las Caldas de Besaya. Celebra hoy en privado sus bodas de oro como sacerdote, en el mismo altar en el que hace 50 años celebró su primera misa. Estará acompañado por su familia y los otros cuatro dominicos que habitan el convento, uno de ellos el Padre Alberto, su hermano, que sobrepasa ya esos 50 años como fraile.
-¿Se siente un hombre feliz, no?
-Sí, me precio de haber tenido una vida completa y feliz.
-La vocación le llegó pronto.
-Era una cuestión de proximidad. Tenía a siete kilómetros el Convento de Montesclaros, mi hermano era dominico, como mi tío, y mi madre terciaria dominica. Aunque sobre todo yo a los 10 años ya tenía muy claro que quería ser fraile.
-Ahí comenzó todo.
-Sí, me fui a cursar estudios sacerdotales a Asturias, hasta 1950. Con 14 años comencé el noviciado en Palencia. Al año siguiente inicié los estudios de Filosofía en Las Caldas y a los dos años y medio Teología en Salamanca. Al terminar, en 1959 me ordené sacerdote.
-En Las Caldas.
-El 27 de diciembre de 1959 celebré mi primera misa, aunque me ordené el 19 de diciembre de aquel año.
-Tras ordenarse se va a Roma.
-En 1960 llego a Roma, sí, como estudiante. Estuve cinco años, el primero en la Universidad de Santo Tomás y luego tuve la suerte de estudiar Liturgia en los Benedictinos de San Anselmo, una magnífica experiencia. Acababan de abrir un instituto pontificio para el estudio de la Liturgia. Fui uno de los primeros doctorados en Teología y Liturgia.
-Y tras un breve regreso a su tierra, vuelve a Roma.
-Después de seis años en Madrid me proponen ser profesor de Liturgia en Roma. Era mi ilusión. Allí pasé 33 años, hasta la jubilación a los 70 años.
-También fue consultor de las causas de los Santos.
-Fui Consultor de la Sagrada Congregación de los Santos durante 15 años, uno de los encargados de la criba de la información sobre posibles beatos. Entre 60 consultores, ocho éramos teólogos, un último y pequeño tribunal encabezado por el que se conocía como el Abogado del Diablo, hoy el Defensor de la Fe. Participé en causas muy importantes, entre ellas la de los mártires de Las Caldas y Montesclaros, beatificados en 2007.
-¿La curia romana es tan poderosa como parece?
-Sí, ya lo creo. Sus componentes son hombres y como tal tienen sus simpatías y sus fobias.
-¿Ha conocido a algunos papas?
-Cuando estudiaba viví la muerte de Juan XXIII, después la de Juan Pablo I y la de Juan Pablo II, a quien conocí personalmente. Trasmitía una santidad evidente. En cuanto a Benedicto XVI, reconozco que tenía una idea un poco negativa de él, idea que cambió al reconocer su luminosidad, su categoría humana e intelectual inmensa.
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