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Lunes, 18 de enero 2010, 10:56
La pasión fotográfica y el testimonio encuentran ahora un reflejo esencial para recuperar la memoria, reconstruir los procesos de transformación de una geografía, el valle del Nansa, y preservar los fragmentos que ha dejado en el camino el paso del tiempo. El objetivo: «Conservar y dar utilidad pública a una rica documentación iconográfica» que refleje un territorio con sus gentes y costumbres y el propio proceso de lenta transformación del valle cántabro.
La Fundación Marcelino Botín tras la adquisición del material, inició un proceso destinado a catalogar, digitalizar y conservar parte de la colección de fotografías de Manuel de Cos de la Borbolla. La crónica visual, el álbum documental, la memoria recobrada y el viaje gráfico se funden en los fondos de la colección sobre el Nansa. El itinerario geográfico, humano, paisajístico, costumbrista permite reivindicar el valor de testimonio de la fotografía y su integración en un proyecto mayor en el que el patrimonio, la memoria, la sociología y el desarrollo rural encuentran un espejo fragmentado en el que reflejar evolución, procesos sociales y vitales y ese pulso de la vida cotidiana en su continua transformación. La documentación iconográfica que desde hace apenas un mes maneja el equipo del CDIS permite también fundir la labor y los objetivos de dos entidades de muy diverso signo sobre un mismo terreno: Un Programa cultural y social de patrimonio, el de la Fundación Marcelino Botín, y un trabajo de recuperación y conservación de archivos, colecciones y fondos visuales como el que aborda el Centro de Documentación de la Imagen.
Aunque son varias las colecciones y fondos donados o adquiridos por el CDIS-Ayuntamiento de Santander desde su puesta en marcha, la peculiaridad de las imágenes de Manuel de Cos reside en su elevado valor de estudio del patrimonio de un territorio muy singular de Cantabria; en lo ingente de sus fondos y en su valiosa integración en un programa que, pese a ser ajeno en el tiempo a la actividad del fotógrafo, resulta coherente con el espíritu y los objetivos de potenciación del territorio con los que trabaja la fundación santanderina.
La institución ha confiado al CDIS los trabajos de dirección científica y custodia del fondo fotográfico Manuel de Cos, en función de la trayectoria y el rigor con el que el Centro viene trabajando desde hace ocho años a través del apoyo de Samuel Ruiz, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Santander. En realidad es la única institución que existe en Cantabria especializada en la recuperación, preservación, digitalización, catalogación, difusión y gestión de patrimonio fotográfico histórico. Aunque el fondo fotográfico de Cos queda en depósito en el CDIS, la Fundación Marcelino Botín seguirá conservando los derechos de explotación. Además, para realizar las labores de intervención en este fondo, se ha contratado un técnico especialista en el tratamiento de fotografía histórica, digitalización y documentación.
Querencia por la imagen
Manuel de Cos Borbolla (1919), fotógrafo aficionado, vecino de Rábago afincado en Madrid, comenzó a tomar fotografías en la década de los años 40 y a sus 90 años aún mantiene intacta esta querencia por la imagen.
Buena parte de su trabajo como fotógrafo se centró en reflejar los acontecimientos que tuvieron lugar tras la Guerra Civil y no sólo en Cantabria, desde movimientos sociales a huelgas y manifestaciones. Esa documentación gráfica forma parte ya de los fondos que custodia el Archivo Histórico de la Biblioteca Nacional desde hace años.
Sin embargo, el resto de sus imágenes son prácticamente inéditas, y así sucede en concreto con el fondo al que la Fundación Marcelino Botín interesó en esta década. El CDIS comenzó a trabajar en la colección hace apenas un mes y se centra en las fotografías tomadas en el Valle Saja Nansa.
El recorrido por la colección permite recomponer un auténtico álbum etnográfico, patrimonial, social y humano. Retratos, paisajes, costumbres, actividades cotidianas, curiosidades de carácter social, económico, antropológico, perfiles o detalles de zonas ya completamente transformadas, gentes y detalles de la vida diaria durante décadas tienen su reflejo en la colección.
En un primer momento, hacia noviembre de 2007, se consultaron en Rábago las copias positivas en papel, dado que el autor conservaba los negativos y diapositivas originales en Madrid. Hasta la consulta de éstos en la sede de la Fundación santanderina, ya en septiembre de 2008, no se pudo valorar el estado de la colección: el informe llegó a la conclusión de que el conjunto de copias positivas presentaba escaso valor y difícil utilización, pero lo verdaderamente importante eran los negativos y diapositivas originales, cuyo volumen se cifra en una colección de 9.296 objetos, considerados de "gran interés etnográfico y documental".
Hasta el momento de la adquisición, ese fondo había permanecido guardado en tres cajas de cartón en Madrid y, en general, se hallaba en estado de conservación aceptable al presentar los deterioros propios del uso para el que fueron concebidos los objetos fotográficos, caso de arañazos leves. Sin embargo, la utilización de adhesivos de diferentes tipos hace mucho más difícil las tareas de limpieza y preservación, según apunta Manuela Alonso, responsable del CDIS.
Tanto los negativos como las diapositivas originales (vintage) presentan diferentes tamaños y formatos normalizados: 35 mm, 6x6 y panorámicos de 6x17 cm., principalmente.
El equipo técnico señala que las imágenes son de producción desigual aunque correcta desde un punto de vista técnico. En general, no poseen pretensiones artísticas. Poseen un carácter documental con tratamiento estudiado de la luz o la composición y destaca su preocupación por captar los paisajes, las costumbres y los rostros propios de la zona. Por lo tanto, el contenido iconográfico, novedoso, dado que no se conoce hasta el momento otra colección con similares características, confiere a las imágenes "sobrado interés, ya que se trata de una valiosa documentación que supone una crónica gráfica del Valle del Nansa de las últimas décadas, zona sobre la que se ha producido una profunda transformación".
Protocolo de intervención
En primer lugar, el CDIS está llevando a cabo una limpieza general de la totalidad del fondo para eliminar el polvo y la suciedad general de las imágenes. Uno de los trabajos esenciales consiste en la eliminación de los sistemas de 'protección' actuales, desde cajas de cartón, carpetas de negativos, sobres de plástico,..., que se sustituyen por materiales de preservación directa específicos y adecuados, de manera técnica se trata de papeles de PH neutro o mylar, según el caso, y cajas de cartón específicas de preservación, que hayan superado el de nominado Photographic Activity Test. Además, esta preservación se está realizando, teniendo en cuenta el tipo de soporte, formato y procedimiento fotográfico. Con ello, se asegura un mejor control del material y se evitará la aparición de deterioros.
Una segunda labor consiste en la digitalización de la totalidad del fondo, pues la reproducción de las fotografías en otros materiales y soportes más estables es una de las medidas más eficaces de preservación a largo plazo, destaca Manuela Alonso.
En tercer lugar, se reubicará el material en una habitación específica (o silo) en la que las condiciones arquitectónicas y medioambientales sean adecuadas. Dado que casi el 90% de la colección es color, para el caso de estos negativos, «no se puede hablar de una temperatura ideal, pero es necesario hablar de temperaturas frigoríficas. Basta un descenso de 5º C en la temperatura de un archivo para duplicar el tiempo de vida una fotografía en color». Para realizar un seguimiento más detallado, el CDIS cuenta con los llamados termohigrómetros digitales que analizan las variaciones ambientales que se puedan producir.
Para completar la actuación sobre el fondo cedido por la Fundación, se realizará una descripción según una normativa internacional que garantiza el acceso rápido al 100% de su contenido informativo, de personas, lugares, años...).
La colección ofrece también, por su ámbito cronológico, una buena oportunidad para realizar un estudio de las películas fotográficas, especialmente de color así como la evolución del trabajo de los laboratorios fotográficos que frecuentó Manuel de Cos, caso especial de Dinasa, de Madrid, del que existe abundante material.
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