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GUILLERMO BALBONA
Sábado, 23 de enero 2010, 01:26
¡Chaval, que no hay luz!, le espetaban al jovencito y neófito fotógrafo de 17 años cuando se asomaba a la noticia. Frente al uso y abuso del flash, César Lucas optó por primar la luz natural y cierta mirada sin artificios, aguantó acusaciones como la de «intruso» por evitar las imágenes oficialistas tan de moda y por aprehender la realidad conjugando la gramática más sencilla: «ojo, cabeza e intención». A ello le sumó la «pasión» por contar, la querencia por la imagen y su valor de comunicación.
Este histórico del fotoperiodismo español, como todos los grandes, es un comulgante de «la imagen y su poder de captación»; milita en el «oficio de mirar» con la pasión de los cazadores furtivos que hurtan horas al tiempo hasta lograr su presa; y considera esencial la mirada del otro para aportar distanciamientos y la valoración verdadera de cuál puede ser la foto mejor elegida.
Maestro, profesional de referencia, César Lucas huye de las etiquetas y remarca que él no es un artista. «Soy un fotoperiodista que ha intentado hacer fotografía con un cierto refinamiento. Lo único que he buscado es quedarme a gusto con cada imagen que me he comprometido a hacer».
Hace casi siete años la huella del paso histórico del Che Guevara por España, contada y revelada por el histórico objetivo de Lucas -fotógrafo del diario 'Pueblo', primer editor-jefe de fotografía en 'El País', ojos de Interviú, entre otros hitos de su trayectoria-, ya fue mostrada en Cantabria gracias a Adolfo Fernández Punsola y la galería El Cantil de Isabel Rábago. Ahora, la galerista, embarcada en otro proyecto que encabeza su hijo Guillermo R. Rábago, Signos 5, da cabida a otras miradas de César Lucas que, en realidad, abarcan casi medio siglo de trabajos periodísticos, hallazgos visuales, testimonios y reflejos de personajes, acontecimientos, geografías y sus gentes.
Como ya avanzó este periódico, las imágenes del fotógrafo de Avila, autor de retratos míticos de 'Interviú' como la del desnudo de Marisol (entre más de 120 portadas), de documentos sobre la Transición que hoy son iconos de toda crónica rigurosa, protagonizan la apertura del nuevo espacio expositivo de 'Signos', en el número 11 de la calle San Celedonio, en el centro de la capital cántabra, mediante la muestra bautizada como 'Uno de los nuestros. La memoria en imágenes'. Desde la huella del Che en Madrid a rodajes de Clint Eastwood; de la fotografía con pretensiones estéticas a los documentos sociales de España y sus gentes; de famosos a personas anónimas; del blanco y negro al color; del revelado en laboratorio a la fotografía digital. Una cámara que ha captado la política y la calle, artistas de Hollywood, retratos, desnudos, reportajes. «No me gustan los paisajes, me interesa la gente», afirma rotundo.
En paralelo, la firma de arte de Rábago ha puesto en marcha un nuevo proyecto artístico, Spin-off, que es fruto de la colaboración mutua entre esta nueva galería y el Relaix & Chateau San Román de Escalante.
César Lucas, en este segundo espacio del proyecto, habló ayer de su trayectoria y del significado de la fotografía en su vida: Acaba de 'jubilarse', «solo administrativamente», tras más de cincuenta años de un oficio que «he vivido con pasión y que me sigue apasionando, lo cual es un privilegio; además, ha sido medio siglo sin haber estado parado ni un solo día, lo que representa un doble privilegio».
A su juicio, algo más que un trabajo por cuanto «me ha permitido vivir cosas, acontecimientos, en primera línea; convivir aunque fuera de manera pasajera con gente muy importante e interesante y haber conocido a mitos del siglo XX...algo que de otro modo hubiera sido imposible. Y esto es impagable».
Muchas emociones
El creador de la agencia Cosmo Press en los años sesenta, asegura que en esa actividad incesante y constante «hay muchas cosas buenas y otras muy duras, recuerdos felicísimos y durísimos, que uno trata de borrar del disco duro de la memoria; pero sobre todo este es un oficio de muchas emociones, una actividad muy emocionante». Y confiesa: «si hubiera otra vida después de esta también volvería a decantarme por la fotografía».
Mientras una selección de sus imágenes se expone en Santander y Escalante, la exposición 'El oficio de mirar' y el libro del mismo título completan el actual paseo por la memoria visual a través de César Lucas. Una muestra que tras exhibirse en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, se enseña ahora en Almería y viajará a Sevilla. Lucas, que se sumergió en el oficio en 1957 con colaboraciones en Europa Press y ha concluido ahora con su vínculo a la revista 'Viajar', carece de archivo propio y sólo le ha interesado la inmediatez y hallar la foto oportuna.
De 'El País' y la Transición recuerda que fue una de las etapas más emocionantes de su vida. Frente a esas imágenes «sosas y oficialistas» apostaba por lo diferente en un periodo muy intenso. «Algo irrepetible por las circunstancias históricas y sociales». Para César Lucas la experiencia le ha dictado, y el propio oficio le ha dejado claro, que «nunca miramos la fotografía con neutralidad. Existe una implicación emocional y sentimental, una relación íntima y sentimental». Y subraya de forma metafórica: «cuando te desprendes de una imagen para elegir otra, es como si te arrancaran los brazos».
Partidario de las nuevas tecnologías y de aplicar mejoras técnicas que «faciliten y favorezcan a la fotografía», se decanta no obstante por cierto «romanticismo sin nostalgia». César Lucas, que fijó su mirada en las históricas revistas ilustradas como 'Life' o 'Paris Match', cree que en España «hemos empezado tarde muchas cosas». El primer jefe de fotografía de un periódico en España ha visto evolucionar la consideración por el fotógrafo, y el concepto y el valor dado a la fotografía: «Hasta hace poco quien hacía las fotos apenas era visto como un auxiliar de redacción; y se utilizaba la imagen sólo para aligerar la página».
Al utilizar el espejo retrovisor de la historia califica de «irrepetibles» fenómenos editoriales como el de 'Cambio 16' o 'Interviú', que «abrió la veda de las denuncias de corrupción, además de mostrar desnudos, pero no de las mujeres más bellas del mundo, sino de la vecina, como decía nuestro editor».
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