Pasión por los caracoles… de carreras

Y como en todas las carreras, los vencedores son agasajados. Aunque a ellos poco les importe. En realidad, para ellos la carrera es puro instinto y la velocidad una quimera. Aún así, unas 500 personas asistieron a la séptima edición de la carrera de caracoles de San Mateo, celebrada en la cancha cubierta próxima a la sede del colectivo organizador, la peña Rebujas. La primera manga clasificatoria reunió en cada una de las siete pistas circulares a 25 participantes. Dos rondas para determinar los semifinalistas. Y de ahí a una pista especial, de mayor radio, para la final.

Los caracoles, conscientes de su responsabilidad, no se hicieron esperar en ninguna de las tandas. En poco menos de una hora concluyeron las semifinales y la final, ante el asombro de las más de 500 personas que asistieron a la carrera. No parecía que les pesara la concha, ni que les asustara el público presente. Ni siquiera se puede decir que fueran lentos, haciendo honor a su especie. No. Había que estar pendientes de la llegada porque todo resultaba muy rápido. La carrera tenía lugar sobre un circuito en el que se marcaron dos circunferencias. Una en el centro, la de la expectación, desde la que los caracoles tomaron la salida. La otra, la meta, la del éxito, en el extremo de ese circuito, todo el bien húmedo para facilitar la carrera.

A ojo vista, el ganador final no tenía nada especial, si no fuera porque había ganado sus tres carreras. Era, pues eso, un caracol, ni muy grande ni muy pequeño. Pero hizo feliz a su dueño. Y eso era lo importante. Se lo había ganado, porque, como todo en la vida, esto también tiene su técnica. Hay que mantener al caracol en pañales, mejor dicho, en lechuga fresca, para que no entre en su concha y afronte la carrera en las mejores de las condiciones. Con prisa para volver a su lecho reconfortante. No hubo apuestas, ni se batieron record, quizás de participación, pero la expectación fue la misma que en cualquier prueba de renombre.

Hace siete años se celebró al primera carrera. Entonces participaron 30 caracoles. A mitad de recorrido, en la cuarta edición, se inscribieron 170. Y ayer 333. Si sigue así el ascenso de participantes la organización tendrá que plantearse nuevos retos. Aunque en la peña Rebujas se desborda imaginación para eso y mucho más. La peña y el pueblo de San Mateo de Buelna, una localidad que siempre demuestra que la originalidad es su principal aliciente.

Y Al final, una jovencita de Los Corrales de Buelna, María Ortiz, consiguió que su rápido molusco se proclamara vencedor. El Fernando Alonso de los caracoles.