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David Remartínez
Domingo, 19 de febrero 2012, 17:43
En apenas 45 días, el Gobierno de Ignacio Diego ha pasado de aprobar un presupuesto para 2012 que cuantificaba un ahorro de 34 millones y que bautizó como «austero», a anunciar un plan de ajuste económico tan urgente que casi parece un plan de rescate, pues prácticamente quintuplica la cantidad anterior: 157 millones de ahorro. Las cuentas con las que el PP planificó el inicio de legislatura se han quedado en agua de borrajas, transformándose en un sacrificio ciudadano de gran calibre, según admite el propio presidente. Si en diciembre el Ejecutivo redujo impuestos, ahora impone el céntimo sanitario y sube el canon de saneamiento. Si entonces rebajó las transferencias a los entes públicos, ahora cierra la mitad. Oposición y sindicatos están en guerra. ¿Qué ha pasado en este mes y medio?
El Parlamento cántabro aprobó el presupuesto el 29 de diciembre. Las semanas previas, el Ejecutivo fue aireando presuntos desfalcos de la anterior administración conjunta de socialistas y regionalistas. Principalmente en las empresas públicas, pero también en elServicio Cántabro de Salud, donde dijo haber descubierto una deuda farmacéutica de 261 millones. Aún así, sacó adelante unos presupuestos que proponían una reducción de 3,9 millones en gastos de personal, 10 en gastos corrientes y 20 en transferencias a entes públicos.
Al mismo tiempo, el Gobierno de Mariano Rajoy anunció una subida del IRPF y del IBI. Y también, que España iba a cerrar el ejercicio de 2011 rebasando de largo el déficit máximo permitido por Bruselas. Es decir, que, según la estrategia de La Moncloa, las administraciones públicas necesitarían recortar 35.000 millones. Una parte, en Cantabria.
Todos los argumentos se magnificaron entonces, tanto la «herencia» de PRC y PSOE, como, en el ámbito nacional, la recesión que asomaba y el alcance de la consiguiente disciplina fiscal exigida por la UE para afrontarla.
El 10 de febrero, las consejeras de Economía y Sanidad avisaron de que la comunidad autónoma estaba «en peligro» por sus números rojos. El 13 entró en vigor la nueva reforma laboral. Con esos prólogos, IgnacioDiego compareció este jueves, 16 de febrero. Anunció un plan duro e «inevitable», 32 tijeretazos que promete combinará con una segunda carpeta de medidas para recuperar la actividad económica. Pero primero hay que tragarse la pastilla amarga. El modelo es una traslación del aplicado en Castilla-La-Mancha por María Dolores Cospedal y en Madrid por Esperanza Aguirre. Sus claves y claroscuros son los siguientes.
¿Mil despidos?
La administración cántabra reducirá la cantidad de gente que emplea, y lo hará por dos vías: cerrará y fusionará empresas públicas hasta mantener sólo la mitad, y obligará a trabajar más horas a profesores, médicos y enfermeros. En ambos casos, el Ejecutivo se ha resistido por ahora a ofrecer cifras de afectados.
Los profesores de Secundaria y Enseñanzas Especiales completarán una jornada semanal de 20 horas en lugar de 18. No significa que todos vayan a dar más clases, sino que harán falta menos docentes para repartirse las mismas horas. Parte de quienes cubren suplencias, horas extra, etcétera, los que carezcan de plaza fija se convertirán en excedente. Según la federación de enseñanza de UGT, no menos de 150 personas perderán el empleo. Y lo mismo sucede con los profesionales del sector sanitario: asumirán 37,5 horas semanales en lugar de 35. En cálculos de Comisiones Obreras, 600 parados más. Las víctimas caerán entre el personal de refuerzo, los interinos.
Más directos serán los despidos en las 45 empresas y fundaciones públicas, con unos 2.000 trabajadores. Se quedarán en 22 entes, que deberán «rebajar su masa salarial en un 15%», según el rebuscado eufemismo al que ha recurrido la Consejería de Economía para informar de los despidos. Sólo ha sugerido que no superarán los 300. En cualquier caso, habrá menos gente en Cantur, el 112, la Sociedad para el Desarrollo de Cantabria... Además ninguna podrá tener pérdidas y las nóminas, en general, bajarán.
Si damos por buenas las aproximaciones tanto del Gobierno como de los sindicatos, las dos vías suman unos mil despidos: 150, 600 y 300. ¿Empeorará eso la sanidad, la oferta turística, la educación, la atención de las emergencias? Según el Gobierno, no. Primero, porque las empresas privadas eran un foco de «derroche» y de enchufados. Y después, porque los médicos y maestros pueden hacer un esfuerzo sin bajar la calidad.Según los sindicatos, todo lo contrario.
Sueldos y subvenciones
El PP cifra en 48 millones de euros el reporte de estas fusiones y liquidaciones de empresas. Sin embargo, la segunda estrategia de ahorro no está traducida en millones en el documento que presentó IgnacioDiego el jueves. Pero su contenido da una idea de la severidad que implica. El Gobierno establecerá «topes retributivos» para los empleados de la administración. O dicho en román paladino, bajará sueldos. Además de la nómina, cobrarán menos por la baja y por la reducción de jornada, y tendrán menos liberados sindicales. Hasta trabajarán en menos sedes porque se pretende eliminar alquileres y costes inmobiliarios.
Y si Cantabria será un patrón más riguroso con su plantilla, también se volverá más tacaña y desconfiada con aquellos a los que subvenciona. Rebajará el contrato programa de la Universidad, las subvenciones ciudadanas en general (desde las deportivas hasta las vecinales) y suspenderá algunos órganos consultivos, como el Consejo Económico y Social (CES), el Consejo de la Mujer y el Consejo de la Juventud.
¿Problemas? La Universidad es la que ha de liderar la modernización empresarial.Las subvenciones generan actividad y consumo. Algunos de esos órganos suspendidos, además de asesorar, también controlan que el Ejecutivo no rebase límites en su acción de gobierno.El CES dictamina cada año si los presupuestos incumplen alguna norma.
En su afán por repensar cada euro antes de gastarlo, el Ejecutivo endurecerá los requisitos para conceder la Ayuda a Domicilio y las revisiones de las ayudas a la Dependencia, avisos que han cabreado sobremanera a los sindicatos por su alcance entre los más desfavorecidos.
Impuestos y bancos
Todo este ahorro, los 157 millones estimados, no se convertirá en inversión pública, sino que se destinará a pagar la deuda farmacéutica, que no aparece siquiera en los presupuestos porque el PRC y el PSOE «la ocultaron», según interpreta el PP.
Al incorporar los 261 millones al balance, dispararán el déficit público, ese baremo por el que la Unión Europea ha decidido evaluar la contabilidad de sus miembros para que no caben ahogados como Grecia. El control es tan rígido que bajar sueldos, despedir empleados y controlar cada euro gastado no bastan ya. Además, hay que obtener dinero: pidiendo a los bancos, recaudando en impuestos, o ambas fórmulas a la vez.
En diciembre, el PP decidió rebajar el Impuesto de Sucesiones, el de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, y también los que gravan el juego en bingos y casinos. Ahora, mes y medio transcurrido, introducirá el céntimo sanitario, el recargo por los carburantes por el que espera ingresar unos 23 millones al año.
Inconvenientes: el céntimo se añade a la subida del tramo nacional del IRPF, a una reforma laboral que facilita los despidos y que probablemente conlleve una rebaja general de salarios.Es decir, contribuirá a retraer el consumo.Políticamente, al PP cántabro le ha costado una colleja de sindicatos y oposición, pues implanta un gravamen que paga todo el mundo por igual, ricos y desempleados, y a la par elimina las cargas fiscales para las herencias superiores a los 300.000 euros en el Impuesto de Sucesiones.
Además, Diego ha tenido que aumentar el canon de saneamiento, que tanto censuró estando en la oposición y que ya aumentó un 3% en diciembre, y también la tasa por el tratamiento de residuos sólidos urbanos, que se encarece un 30%.
Y aun con todo, deberá recurrir al préstamo bancario, en un importe que no ha cuantificado aún. Cantabria se endeudará más para salvar un erario amenazado por las deudas que ha generado. La esperanza es que, al final, el ahorro, los sacrificios, la actividad, la Unión Europea o lo que sea rompan esta espiral viciosa en la que la economía parece haberse enterrado.
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