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Rafael Sánchez
Sábado, 14 de abril 2012, 13:25
Tres vecinos de Laredo ya han cumplido su primer siglo de vida con tan sólo 10 días de diferencia. Se trata de Balbina Nates Martínez, Rosario Álvarez Pazos y Manuel Ortiz Hontalvilla. A éste último, inquilino de la Residencia de Mayores, los mentores del centro en colaboración con el Ayuntamiento de Laredo, como viene ocurriendo cada vez que alguien alcanza el centenario, le organizaron este jueves, día de su cumpleaños, una pequeña fiesta. Y le acompañaron sus hijos, nietos y amigos, además del personal de la Residencia y con la presencia del alcalde, Ángel Vega, y de las concejales Pilar Santisteban y Laura Recio, Manuel Ortiz. En la cita se rememoró una larga vida en la que el homenajeado, profesionalmente, se dedicó a la carpintería, confeccionando cualquier elemento mobiliario que pudiera salir de la madera más humilde y de la más noble que durante años se apilaron en su taller. Además, Manuel junto a su tocayo Quintana formaron un tándem de éxito en los años 40 y 50 en la Batalla de Flores. Y para reconocerlo así el presidente de la Asociación de Carrocistas de Laredo, Ángel Gutiérrez, le impuso una insignia de la misma en nombre de todos los carrocistas. A destacar la misa que en su honor se celebró en la capilla del centro oficiada por el anterior párroco de Santa María, Julián García Liaño, que el sábado cumplirá sus 'Bodas de Oro como oficiante, y que mantiene una vinculación muy especial con el homenajeado, quien junto a su mujer "abrió las puertas de su hogar, allá por los años 60, a un jovencísimo cura recién destinado a la villa marinera".
Centenarias
Por lo que respecta a las otras dos centenarias que viven con sus respectivas familias: Balbina Nates Martínez y Rosario Álvarez Pazos, el Ayuntamiento también las obsequió de igual forma que a Manuel con sendos ramos de flores: Balbina vino al mundo un 31 de marzo de 1912.
Su trayectoria profesional la vincula a establecimientos hosteleros de mucha solera en la villa. De un lado, al negocio que regentase junto a su marido, un bar de la calle San Francisco donde estuvo el "Aja". De allí pasó al bar Venecia, ubicado en la calle López Seña, donde después se ubicó el Bazar Madrileño. La misma constante de dedicación al trabajo preside la andadura profesional de Rosario Álvarez Pazos. Nacida el 10 de abril de 1912 , desde muy joven trabajó en las fábricas de conservas, tal y como hicieran tantas y tantas mujeres de su generación en una villa en la que el 50% de la población estaba vinculada al sector pesquero. Con una energía envidiable, su día a día cotidiano lo invierte en hacer y deshacer chalecos que ella misma confecciona a ganchillo.
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