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Gonzalo Sellers
Viernes, 15 de junio 2012, 15:03
Las pinturas rupestres de Altamira y El Castillo son mucho más antiguas de lo que se pensaba. Las manos en negativo y los discos rojos que decoran las paredes de las cuevas cántabras fueron pintados, como mínimo, hace 40.000 años, cuando hasta ahora todos los estudios las situaban en un periodo entre 18.000 y 15.000 años. El nuevo método utilizado por un grupo de once científicos británicos y españoles para calcular su origen, midiendo el uranio en lugar del carbono, permite etiquetar al arte rupestre cántabro como el más antiguo de la historia de la humanidad. Hasta ahora, las muestras más antiguas conocidas de arte rupestre se encontraban en Francia y Portugal, con una edad de entre 25.000 y 30.000 años. Hemos abierto un horizonte inesperado. Esto supone un cambio de paradigma en el origen del arte prehistórico y de la naturaleza del juego, aseguró ayer Joao Zilhao, uno de los investigadores que hoy publica este estudio realizado en once cuevas de Cantabria y Asturias en la revista 'Science', considerada la 'biblia de la ciencia'.
Este grupo de científicos, entre los que se encuentran César González Sáinz, de la Universidad de Cantabria, y Carmen de las Heras, José Antonio Lasheras y Ramón Montes, del Museo Altamira, ha recogido más de doscientas muestras en las dos cuevas cántabras y en la de Tito Bustillo (Asturias), desde que en 2008 arrancara este proyecto . Cincuenta de ellas son las que han pasado por el laboratorio y las que han demostrado, según este estudio, la antigüedad de las pinturas del Norte de España.
En el artículo de Science se centran en diez. Dos de Altamira, seis de El Castillo y tres de Tito Bustillo. De la cueva de Santillana del Mar se habla del caballo rojo situado en el techo policromado y en los trazos de doble curva y paralelos que ocupan el centro de la bóveda. Fue al menos hace 37.000 años cuando se dibujaron. Esto confirma el interés de Altamira, una cueva que ahora queda demostrado que fue ocupada durante todo el Paleolítico Superior, explicó José Antonio Lasheras. El director del Museo Altamira desveló este jueves que, al revisar los objetos encontrados en la cueva, se han hallado algunos que podrían coincidir con los años de esas pinturas. En El Castillo, uno de los discos rojos que decoran las paredes tiene al menos 40.800 años, y es el símbolo con más edad de los estudiados. En la cueva de Tito Bustillo se dató una figura que representa un cuerpo humano en 35.000 años.
El protagonista de este descubrimiento ha sido el método empleado. El análisis del uranio es el que ha permitido fechar con fiabilidad, según Zilhao, las primeras representaciones artísticas de la historia. Hasta ahora, los arqueólogos utilizaban el carbono 14, pero este sistema sólo permite analizar los restos de pigmentos orgánicos, es decir, los dibujos hechos con carbón. Las llamadas pinturas negras.
Con esa limitación, las figuras de animales y símbolos de Altamira y El Castillo habían quedado fijadas en todas las investigaciones en los 18.000 años de antigüedad. Estas fechas no cuadraban para los investigadores que firman el estudio. Si existían representaciones más viejas en Portugal y Francia, sólo había dos opciones en el Norte de España: ¿realmente no existían pinturas más antiguas o se estaba haciendo algo mal? Fue en 2005 cuando se hicieron esa pregunta y en 2008, tras conseguir una financiación de 150.000 euros de la Universidad de Bristol, cuando empezaron a trabajar con el método del uranio. Un sistema que deja a un lado las pinturas en negro y permite analizar las ocres, las que se realizaron con pigmentos minerales y no orgánicos.
Funcionamiento
La explicación de cómo funciona es sencilla. El agua que entra en las cuevas, la misma que forma las estalactitas y estalagmitas, forma una película de calcita muy fina en las paredes que va cubriendo las pinturas paleolíticas a lo largo de los años. Esto es un problema para los turistas que quieren contemplar los dibujos, pero una bendición para los investigadores, ya que el uranio se queda atrapado y se desintegra en isótopos que, una vez analizados, permiten conocer la edad de la calcita.
El siguiente paso es lógico. Si la calcita tiene 40.000 años, las pinturas que tiene debajo tienen al menos esa edad. Y ese es el núcleo de la investigación que se presentó ayer en el Museo de Altamira. Este método nos aporta una fiabilidad máxima, es el más preciso que existe y el que utilizan actualmente los geólogos, aseguró Zilhao. El investigador considera que los resultados del estudio son incuestionables y que se trata de la primera vez que la medición del uranio se hace de forma sistemática en un conjunto de cuevas y no de forma aislada, lo que aún da más garantías al proceso.
No es la primera vez este año que un grupo de investigadores data las que, según ellos, son las muestras de arte más antiguas. Ya ocurrió en Nerja y en Francia, pero las situaciones no son comparables, como explicó ayer Marcos García. En Nerja, dijo, además de que no se publicó ningún estudio, no se llegó a datar ninguna figura ni evento geológico, sino varios grupos de carbones en el suelo que van desde los 18.000 hasta los 43.000 años de antigüedad. Y en Francia, el origen de los dibujos en carbón se determinó con Carbono 14 en unos 30.000 años. Muchos se cuestionan el método usado, señaló.
Hay que abandonar la carrera por ver quién descubre la representación más antigua. Es ridículo. Aquí lo importante es que hemos dado un salto cualitativo respecto a los datos aislados que se daban hasta ahora, gracias a un método científico mucho más fino, añadió el también investigador César González.
El descubrimiento realizado en las cuevas cántabras y asturianas va más allá de una nueva datación de las pinturas. No sólo supone señalar al arte más antiguo de la humanidad, sino poner sobre el papel la alta probabilidad de que los neanderthales también hicieron representaciones en las paredes de las cuevas. Un privilegio que, hasta ahora, los científicos sólo daban al homo sapiens. Al situar las pinturas hace 40.000 años como mínimo, las situamos justo en la época de solapamiento de los dos. Es una hipótesis abierta, aunque no lo podemos demostrar, señaló Zilhao.
Este proyecto de investigación no acaba con su publicación en la revista Science. Tras cerrar su primera fase y recibir financiación para este año del Ministerio de Economía, los investigadores quieren ampliar el uso de la medición del uranio a cuevas de toda España y de Italia y Francia.
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