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J. L. SARDINA
Domingo, 2 de septiembre 2012, 18:28
Hoy martes, día 21 de agosto, Eutalia Llorente Peña, la abuela de Cantabria, cumple 109 años. Estos días de altas temperaturas han debilitado a la centenaria de Mataporquera (Valdeolea) y ayer, por prescripción médica, no se la permitió levantarse, pues se encontraba algo deshidratada, según ha manifestado su hija Taquina a eldiariomontanes.es. "Llevamos quince días con unas temperaturas muy elevadas y el cuerpo lo acusa, incluso ha adelgazado", explica.
Durante este año, la centenaria, "no ha tenido muchos cambios". "Ya no habla tanto, pero el día que se encuentra más lúcida recuerda el nombre de hijos y nietos".
Eutalia Llorente Peña, nació en el año 1903 en Mataporquera. A los diecinueve años entró a trabajar en Alfa y se casó con Eustaquio, trabajador de La Robla, con quien tuvo 8 hijos. Eutalia tiene ademas ocho nietos y cuatro biznietos.
Una vida «trabajando»
Envejecer es tan sencillo como inevitable. Basta vivir y Eutalia lo ha hecho con alegría, «pero trabajando y trabajando». En su prolongado calendario laboral nunca llegó a un acuerdo para firmar permisos retribuidos o vacaciones.
Dicen que todo lo que una persona logra en su vida social tiene, en mayor o menor medida, el apoyo de quienes la rodean y Eutalia la tiene de su familia, de su hija Taquina que vive con ella, su cuidadora Geli, y de sus vecinos. Todos ellos saben que en su bloque de viviendas o en el de al lado vive una señora que tiene «muchos años, simpática, con la que puedes mantener una conversación».
La vida de Eutalia, hija de Félix y Micaela, la única viva de seis hermanos, ha transcurrido entre Mataporquera, Torrelavega, La Quintana y de nuevo Mataporquera. La muerte de su padre en un accidente ferroviario truncó la vida familiar y a los catorce años su madre la llevó a Torrelavega a servir «a casa de los Ceballos». «Era una casa que tenía pensión y tienda de ultramarinos», recuerda Eutalia dando muestras de su extraordinaria memoria. «Me dejaron tres días a prueba por mi juventud, pero no salí de aquella casa hasta los diecinueve, edad en la que me casé».
Su hija Taquina recuerda decir a su madre que se encargaba de la comida y de las camas. «¡Cuántas veces habrá contado que planchaba de noche descalza para no meter ruido cuando bajaba las escaleras y no molestar a los señores!», relata.
El novio en casa
Su familia se había trasladado a vivir a La Quintana por motivos económicos, aunque el trabajo se realizaba en Mataporquera y la distancia a pie, sobre todo en invierno, era dificultosa. Micaela, la madre de Eutalia, sin saberlo tenía a su futuro yerno dentro de casa, pues el joven Eustaquio vivía de pensión. Eustaquio y Eutalia tuvieron ocho hijos (dos mujeres y seis varones) de los que viven cuatro.
«Mi padre trabajaba en La Robla y mi madre entró en Alfa», espeta Eutalia, que no se acuerda en qué año entró en la cementera, pero sin gran esfuerzo apunta que su labor diaria era mantener el comedor de los obreros limpio, y prendida la chimenea antes de las ocho de la mañana. Después se encargaba de calentar la comida. «Eran unos 70 obreros todos los días», subraya. Además del trabajo laboral y familiar, Eutalia respondía a las peticiones de los vecinos que solicitaban sus servicios para hacerse cargo de comidas para bodas o festejos.
Las piernas de Eutalia comenzaron a fallar al tiempo que cumplía su cien cumpleaños y únicamente salía de casa para votar. La última vez que bajó las escaleras fue en 2002. En el verano de este año las autoridades alertaron de que un vagón de mercancías de Renfe («El tren del veneno», tituló entonces El Diario Montañés) vertía un líquido peligroso para la salud y se debía desalojar Mataporquera. Eutalia fue de las primeras de su portal en bajar a la calle, llamando a cada puerta en su recorrido anunciando el peligro que se cernía sobre el municipio. Horas más tarde, cuando la calma volvió a Mataporquera, la anciana subió a su casa y desde entonces no ha vuelto a pisar la calle, que observa a diario desde su ventana del salón.
Un 21 de agosto de hace 109 años, cuando se acababa de disputar el primer Tour de Francia, salía a la luz el octavo número del ABC y se reconocían los trabajos de investigación de Leonardo Torres Quevedo, nacía en Mataporquera, capital del municipio campurriano de Valdeolea, Eutalia Llorente Peña. Hoy, la abuela de Cantabria celebrará con sus familiares su 109 cumpleaños.
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