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José María Gutiérrez
Martes, 25 de septiembre 2012, 15:58
El vínculo vital, afectivo, creativo, entre Rulo y Reinosa es tan estrecho como intenso, tan emotivo como sincero, tan recíproco como inquebrantable. Lo fue en la época de La Fuga y lo sigue siendo en su actual proyecto junto a La Contrabanda. Y ayer se sumó un nuevo capítulo a esta relación que no encuentra erosiones.
Un día antes de que Especies en extinción llegara a las tiendas de toda España, ayer se puso a la venta en Reinosa. Cómo no. Mientras los muchos aficionados del músico cántabro que se reparten por toda la geografía nacional restaban las horas para la publicación de su segundo disco, los reinosanos presumían de tener ya entre sus manos el trabajo. Y antes de que empiece hoy en Madrid un intenso recorrido de presentaciones acústicas y firmas de discos por toda la geografía nacional, el Teatro Principal de la capital campurriana fue el primer marco donde se pudo escuchar en directo un puñado de las nuevas canciones y el primer lugar en que estampó sus personales dedicatorias sobre un trabajo recién salido del horno. En Reinosa antes que el resto. Y encima en plenas fiestas de San Mateo.
Y el público, sus vecinos, respondieron. Los primeros en ponerse a la cola lo hicieron casi tres horas antes de arrancar el primer pase del doble concierto, previsto para las 18.00 horas. A lo largo de la tarde la fila se fue haciendo tan larga e interminable como las ganas de poder acceder al recinto y como las ansias que tenía Rulo de compartir por fin en directo sus canciones después de tantos meses escondidas entre los procesos de composición, grabación, mezclas...
Allí había centenares de reinosanos, muchos otros cántabros, pero también aficionados procedentes de Barcelona, Madrid, Valencia, Salamanca, Ávila, el País Vasco Una fauna muy variopinta de edades, clases y procedencias unida por su querencia sin límites hacia el artista, hacia la evolución y variedad que ha demostrado y hacia la forma en que se ha convertido en embajador de su tierra allá por donde va. La poesía urbana es la seña de identidad de Rulo y sus seguidores tomaron la calle hasta donde la vista alcanzaba. De forma pacífica, porque sus armas son también las palabras y las canciones, tan necesarias en los tiempos que corren, tan balsámicas para calmar el alma y alimentar el espíritu. La tarde se aceleraba entre un mar de gente feliz que silbaba las nuevas melodías. Hasta los altavoces instalados en las calles con motivo de las fiestas reproducían como una perenne caricia los temas incluidos en este último disco, convirtiéndose en la banda sonora del pueblo, haciendo más dulce la espera y sorprendiendo a los pocos ajenos al fenómeno Rulo.
Muchos de los aficionados ya llevaban el tesoro de Especies en extinción debajo del brazo después de adquirirlo en el establecimiento París-Texas o en la improvisada venta oficial ambulante en los alrededores; el resto esperaban poder comprarlo en el interior del teatro. Y la realidad superó hasta la más optimista de las previsiones y se agotaron las existencias de discos a la venta, cercana al millar.
Regalos
No hubo aterrizajes de emergencia en las butacas y los miembros de Protección Civil sólo tuvieron que vigilar que la entrada al recinto fuera ordenada y escalonada. Y para decidir cuándo no podía entrar más gente y debía esperar al segundo turno. Ya una vez dentro del Teatro Principal, abarrotado en sus más de 300 butacas en los dos pases consecutivos, Rulo regaló mucho más de lo que había prometido. Es lo que tiene ser un músico que se deja llevar por el corazón y no la cabeza. El compositor, guitarrista y cantante estuvo acompañado de su amigo Fito, a los coros y la segunda guitarra, y de Mario, «el sexto Contrabandista», al órgano Hammond. Junto a ellos, cómplice y comunicativo, interpretó en formato acústico cinco de los temas de Especies en extinción: el primero Al infinito, un tributo al desamor. Después llegaron Buscando el mar, la canción más lenta del disco pero también la más intensa y profunda, la favorita de Rulo; A solas, un fresco rock&roll que fue la última en incluirse en el álbum; y una versión reducida de La flor, una extensa joya poética interpretada por «tres capullos». Al otro lado, amigos, familiares y seguidores, desde el primero de los reinosanos, el alcalde José Miguel Barrio, hasta los miembros de su club de fans Las lunas de Rulo, pancarta incluida, descubrían por primera vez las nuevas canciones. Porque a algunos nos le había dado tiempo ni a quitar el plástico del disco. En Divididos, el primer single, con videoclip grabado este verano en Reinosa con activa presencia de sus habitantes, los asistentes ya tomaron el protagonismo, corearon la canción, la acompañaron con palmas y multiplicaron las emociones de Rulo, que luchaba porque su voz no se quebrase. Se le notaba nervioso: a pesar de haber tocado en escenarios de toda España, Londres y media Latinoamérica, actuar en casa siempre es especial, diferente, único, y multiplica la responsabilidad y pone la sensibilidad a flor de piel.
Los regalos vinieron en forma de Heridas del rock&roll, ya curadas, y Primavera del 87, ese triste himno únicamente interpretado en Cantabria que puso el punto final al primer concierto. Y también al segundo una hora después, con público renovado. No sin antes prometer que el próximo año por San Mateo volvería para protagonizar un directo «como Dios manda». Por todo lo alto. Y las promesas las cumple.
Pero todavía quedaba fiesta. Porque los aficionados, tras el regalo del directo, volvieron a hacer cola, esta vez para la firma de discos, que se extendió durante más de cuatro horas y superó la medianoche. Nueve horas después de que se iniciase la primera cola, seis desde que sonara el primer acorde. La última firma, la última personal dedicatoria, hasta que no quedo nadie en la fila, puso ya sí el broche a una jornada histórica que tendrá continuidad en forma de gira por España, primero en reducida versión acústica y después en grandes conciertos en salas hasta donde sus fans prometen también seguirle. Porque ellos y su pasión por Rulo están muy lejos de la extinción.
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